La sombra de la
operación militar que planea sobre Venezuela es una reedición de la
Guerra Fría, ya que vuelve a colocar a Estados Unidos frente a Rusia y
China.
Paradojas de la Historia: la única vez que Estados Unidos estuvo a punto de intervenir militarmente en Venezuela fue en 1903, pero en defensa de la integridad territorial de ese país, que estaba a punto de ser invadido por Alemania, Gran Bretaña e Italia (y con el respaldo diplomático de España y México, entre otros países). Fue un típico ejemplo de diplomacia de la cañonera del siglo XIX.
Venezuela había entrado en suspensión de pagos y las potencias europeas
decidieron que la controversia podía resolverse a cañonazos. La alianza
de Gran Bretaña y Alemania era la de dos países que estaban en una
carrera de armamentos absoluta que desembocaría once años después en la
Primera Guerra Mundial. Hasta Rudyard Kipling escribió un poema
protestando por el "yugo" al que, según él, Londres se había uncido a
Berlín en la disputa con Caracas.
Los
alemanes, que eran los más entusiastas en favor de la intervención,
llegaron a bombardear el Lago de Maracaibo, en el que hoy se concentra
gran parte de la industria petrolera venezolana. Eso, a su vez, provocó
la reacción de Theodore Roosevelt, el presidente de
EEUU, que informó al káiser de que Washington había decidido enviar una
escuadra desde Puerto Rico para hacer frente a los europeos y
salvaguardar la integridad de Venezuela. Ante tan claro mensaje,
Londres, París y Roma decidieron que no valía la pena ir a una guerra
que iban a perder por unas deudas.
Hoy,
116 años más tarde, la idea de una intervención militar estadounidense
vuelve a planear sobre Venezuela. Otra vez, un Gobierno venezolano en
suspensión de pagos. Y, otra vez, potencias ajenas a la región, en este
caso China y Rusia.
La gran diferencia es que ahora se trata de que Estados Unidos entre en
Venezuela para derrocar a ese Gobierno, que solo cuenta con el apoyo
internacional de China, Rusia, y Cuba. Como explica Erick Langer, profesor de América Latina en la Universidad de Georgetown, "esta crisis parece una versión nueva de la Guerra Fría, con EEUU por un lado, y China y Rusia por otro".
Para
Estados Unidos, Latinoamérica es una región que solo existe de forma
puntual. Y que, tradicionalmente, ha sido vista más como un área de
política doméstica que de política internacional. Acaso el ejemplo más
claro sea el del Círculo de Oro (Golden Circle),
un plan de los estados esclavistas del Sur de EEUU para ocupar México,
América Central y el Caribe. El objetivo era de política interna, porque
buscaba integrarlos como una inmensa región en EEUU -con lo que los
territorios que practicaban la esclavitud tendrían mucho más poder en el
país- o expandir la Confederación que esos territorios crearon cuando
se separaron de EEUU para crear una economía más fuerte y viable. Pero,
en fecha mucho más reciente, está la invasión de Panamá por George Bush 'padre',
en 1991, para arrestar al ex agente de la CIA y narcotraficante Manuel
Antonio Noriega y llevarlo a una cárcel de EEUU, primero, y a una de
Francia, más tarde.
Sin embargo, a medida que el mundo se ha ido haciendo más pequeño, Washington ha tenido que empezar a considerar a América Latina como una región estratégica.
Es algo que, según Langer, empezó a suceder en la Segunda Guerra
Mundial, cuando Washington necesitó garantías de la región de que sus
Gobiernos no iban a apoyar a la Alemania nazi. Algunos reaccionaron con
más entusiasmo que otros. En el primer grupo, Brasil incluso envió tropas a la campaña de Italia. En el segundo, Argentina se convirtió en un refugio para nazis tras la Segunda Guerra Mundial.
Ése fue el inicio del intervencionismo 'estratégico' de Estados Unidos en sus vecinos del Sur.
Con anterioridad, Washington había entrado militarmente en la región de
forma esporádica. Theodore Roosevelt, un imperialista de convicción,
creó un pequeño imperio con, precisamente, los últimos restos del
Imperio español: Puerto Rico, Cuba, y, en el Pacífico, Filipinas. Al
mismo tiempo, el declive estratégico de Gran Bretaña forzó a Londres a
retirarse de la región, con lo que la cuenca del Caribe se convirtió en
un lago estadounidense.
Así, EEUU pasó a controlar ese mar como si fuera su patio trasero, con una cascada de intervenciones en lo que se llama "las guerras bananeras",
porque a menudo eran para proteger los intereses de empresas de
plátanos de EEUU. Sólo entre 1903 y 1924 Honduras fue invadida siete
veces. En otras palabras: Washington estaba haciendo, a una escala nunca
vista, lo que había impedido a los europeos llevar a cabo en Venezuela:
obligar a esos países a que realizaran concesiones económicas.
EEUU
no empezó a ver la región como un área de verdadera importancia
estratégica hasta la Guerra Fría y, en particular, la revolución cubana.
Es a partir de ese momento cuando Washington empieza a intervenir de
manera regular en el área para frenar a los elementos prosoviéticos. Es
un modelo de intervención, que, ahora, podría estar reemergiendo en
Venezuela.
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