Tantas virtudes tenía Juan Pablo Duarte como
intelectual, poeta, político y estratega militar, que su obra
imperecedera, la República Dominicana, todavía existe aunque con rasgos
desdibujados como el fruto de un verdadero sentimiento nacionalista.
Si ese sentimiento nacionalista no hubiese calado tanto en la
inspiración y en la acción misma para declarar la independencia el 27 de
febrero de 1844, tal vez la república emergente no resultara tan bien
cimentada como para sobrevivir a todos los peligros.
El mismo Duarte sabía que su obra estaba a expensas de riesgos por
culpa de los traidores y por eso no vaciló en advertir que “mientras no
se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos
dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones”.
Y estas, desafortunadamente, no han desaparecido del escenario en que
se ha ido construyendo la República Dominicana soñada y luchada por
Duarte y los trinitarios, y por eso no podemos proclamar, a todo pulmón,
que somos una nación libre y soberana.
La lucha y los sacrificios de Duarte y sus compañeros, padeciendo
persecución, exilio, irrespetos, no ha sido igualada en sus formas e
intensidades por aquellos a quienes se les legó un territorio libre de
la dominación haitiana, humillante y soberbia.
Por eso la nación tiene una deuda impagada con Duarte y los trinitarios.
Lo penoso es que, olvidando la magnitud de los sacrificios y la
pureza del sentimiento nacionalista que inspiró el nacimiento de la
Patria, todavía aparezcan gentes que ignoran y desdeñan la hazaña
heroica que supuso expulsar a los invasores haitianos y edificar la
República, tal y como sus fundadores la concibieron.
Son aquellos que teniendo en sus manos las responsabilidades de
garantizar esta gigantesca obra, permiten que corrientes extrañas la
vulneren, le machaquen sus esencias, burlen su soberanía y traten de
desbaratar con los pies lo que mentes iluminadas, como la de Duarte,
materializaron con valor, gallardía y orgullo, en las más desiguales y
poco propicias condiciones.
Recordemos hoy a Duarte, al cumplirse el 206 aniversario de su
nacimiento, y agradezcámosle todos los sacrificios que hizo para darnos
una nacionalidad y un país hermoso y próspero y en gran medida libre,
aunque bajo el peligro de las asechanzas de los traidores impenitentes
de siempre.
Tomado del editorial de
de la fecha ;-
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