Un PLD acostumbrado a celebrar el éxito de su tradicional disciplina y
unidad de sus fuerzas internas, muy difícilmente pueda cantar victoria
electoral si un sector influyente apuesta al descrédito del aspirante
presidencial mejor posicionado para garantizar que la organización se
reafirme en el poder. Si el dolor de cabeza de alguna gente embriagada
de poder y con la perspectiva perdida -no hablamos del presidente
Medina-, es el expresidente Leonel Fernández, no es oportuno que
“compañeros” y estrategas de ocasión se empecinen en cerrar el paso o
dañar a alguien de la familia partidaria con quien mañana pudieran
compartir jornadas políticas o que, incluso, pudiera significar su
garantía frente a una oposición inquisidora.
Se habla de que nunca
segundas partes son buenas y, por demás, hay que ser cuidadoso con las
malas compañías, por aquello de “dime con quien andas...” En las
elecciones anteriores, se atribuyó a un área del sector oficial el
haberle traído por las greñas el nombre de Quirino al país con miras a
frenar los “vientos” profusos de Fernández en ese momento, pese a que
fuera el exgobernante y titular del partido morado quien metió preso y
extraditó a Estados Unidos a dicho personaje. Ahora, cuando el puntero
aspirante del PLD al 2020 cuenta con una plataforma electoral que no
tenía en el 16 (proyectan dos millones de firmas para abril y dos
millones 750 al escribir la candidatura) y reafirma de que “no hay
marcha atrás”, su equipo denuncia planes de una nueva campaña sucia a
cargo del venezolano JJ Rendón, involucrado con narcos colombianos (¿). A
decir del pueblo, los perros de ahora no se amarran con longaniza. ¿Se
jugará a la derrota del PLD? Para Leonel -y para Danilo-, realidad y
condiciones de ahora son muy distintas y distantes a las del 16. Esa
vez no había el peso que hay hoy con el tema constitucional. Además,
si Fernández (seis senadores y varios miembros del CP a los que hizo
figuras y mantuvo en los cargos durante sus tres periodos de gobierno lo
traicionaron) se paraba y echaba el pleito, como ahora, se hubiera
divido el Partido y lo sacaban del poder, atribuyéndosele la culpa de la
derrota. Hoy, con riesgos y amenazas parecidos -incluido lo de la
pervertida y mal entendida guerra sucia denunciada- otra sería la
historia y otros los culpables, aun no dando la cara.
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
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