Alarma, conmoción y duelo, así podríamos resumir
el impacto de la tragedia desencadenada ayer por la explosión de una
tubería de gas en la empresa Polyplas, en el mismo corazón del populoso
sector Villas Agrícolas, que se cobró varias vidas humanas, hirió a más
de 80 y causó daños materiales en el sector.
Aunque el informe preliminar habla de cuatro muertes, se han recogido denuncias de que varias personas que trabajaban en el lugar o vivían en sus vecindades se encuentran desaparecidas, por lo que las labores de remoción de escombros continuarán hoy hasta esclarecer todas las aprehensiones de los ciudadanos.
La fuerza centrífuga de la explosión fue de tal envergadura que cristales, ventanas, paredes, postes y otras estructuras resultaron dañados y el impacto llegó a sentirse en un radio de casi dos kilómetros de distancia del centro de la tragedia.
Los bomberos, con coraje y valor, actuaron para controlar los fuegos que se produjeron. El auxilio oportuno de brigadas de operaciones de emergencia del cabildo del Distrito Nacional, más las unidades del Servicio de Emergencias 911, la Cruz Roja, el Ministerio de Defensa, las autoridades del transporte y la Corporación del Acueducto, permitió que la situación fuese puesta bajo control en tiempo razonable.
La ciudadanía ha quedado impactada por la magnitud de este evento catastrófico y no deja de reclamar mayores controles y rigores en el manejo de sustancias tan volátiles e inflamables, sobre todo cuando son trasegadas en industrias o instalaciones próximas a sitios residenciales.
De casos así hemos tenido amargas y luctuosas experiencias y de ahí que, con esta última tragedia, vale que se proceda a una revisión de las competencias del personal que se emplea en este tipo de operaciones, un examen riguroso de los vehículos que transportan esas sustancias para determinar el estado de sus válvulas y una comprobación de las medidas de seguridad que existen en empresas, industrias o residenciales que son grandes usuarios de esos servicios.
Tomado del editorial de
de la fecha ;-
Aunque el informe preliminar habla de cuatro muertes, se han recogido denuncias de que varias personas que trabajaban en el lugar o vivían en sus vecindades se encuentran desaparecidas, por lo que las labores de remoción de escombros continuarán hoy hasta esclarecer todas las aprehensiones de los ciudadanos.
La fuerza centrífuga de la explosión fue de tal envergadura que cristales, ventanas, paredes, postes y otras estructuras resultaron dañados y el impacto llegó a sentirse en un radio de casi dos kilómetros de distancia del centro de la tragedia.
Los bomberos, con coraje y valor, actuaron para controlar los fuegos que se produjeron. El auxilio oportuno de brigadas de operaciones de emergencia del cabildo del Distrito Nacional, más las unidades del Servicio de Emergencias 911, la Cruz Roja, el Ministerio de Defensa, las autoridades del transporte y la Corporación del Acueducto, permitió que la situación fuese puesta bajo control en tiempo razonable.
La ciudadanía ha quedado impactada por la magnitud de este evento catastrófico y no deja de reclamar mayores controles y rigores en el manejo de sustancias tan volátiles e inflamables, sobre todo cuando son trasegadas en industrias o instalaciones próximas a sitios residenciales.
De casos así hemos tenido amargas y luctuosas experiencias y de ahí que, con esta última tragedia, vale que se proceda a una revisión de las competencias del personal que se emplea en este tipo de operaciones, un examen riguroso de los vehículos que transportan esas sustancias para determinar el estado de sus válvulas y una comprobación de las medidas de seguridad que existen en empresas, industrias o residenciales que son grandes usuarios de esos servicios.
Tomado del editorial de
de la fecha ;-
No hay comentarios:
Publicar un comentario