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martes, noviembre 20, 2018

El muro, clamor nacional

Hace poco más de cuatro años, cuando asumí la diputación por la Circunscripción No. 1 del Distrito Nacional en sustitución de mi hermano Pelegrín Castillo, mi primera iniciativa como legislador fue la propuesta formal de una resolución en la que la Cámara de Diputados le solicitaba al Poder Ejecutivo la construcción de un muro en nuestra frontera con Haití.
Mi propuesta, en aquella ocasión, causó un gran revuelo nacional y muchas reacciones. La primera, la histeria del Palacio Nacional, que llegó al extremo de convocar una rueda de prensa en el Salón Orlando Martínez mediante la cual el vocero de la presidencia, Roberto Rodríguez Marchena, despotricó tanto contra la propuesta de quien era hasta ese momento un aliado político del gobierno, como contra mi persona.
A pesar de la reacción de rechazo oficial del gobierno (particularmente del poderoso grupo Montalvo y de los grupúsculos antinacionales que me tildaron de nazi, ultraderechista, xenófobo), en todas las encuestas que se hicieron, sentí un gran apoyo de la sociedad dominicana a mi propuesta.
En el transcurso de estos últimos cuatro años muchas cosas han sucedido, tanto internacionalmente como en nuestro país.  El hoy Presidente de los Estados Unidos convirtió el tema del muro fronterizo en elemento esencial para su país en la frontera con México, en un issue mundial de debate.  Muchas otras naciones están haciendo muros en su frontera con países limítrofes, situándose en 70 los muros existentes en el mundo en la actualidad, conforme a una información y trabajo de investigación hecho por la cadena de televisión norteamericana CNN.
En nuestro país la invasión haitiana pacífica y masiva ha seguido incontenible.  La propuesta e idea del muro, que nuestro partido la Fuerza Nacional Progresista (FNP) y el Polo Soberano hicieron suyas en la campaña electoral del año 2016, se ha abierto paso aplastando los débiles argumentos de quienes se han opuesto a la construcción del muro.   El último hecho que ha conmocionado al país ocurrió hace unos días, cuando un grupo de prestigiosos profesionales de la República Dominicana, entre ellos el eminente médico cardiólogo, nuestro gran amigo Pedro Ureña, fueron secuestrados con violencia, por una turba de haitianos dirigida por delincuentes, en supuesta represalia por el apresamiento el día anterior de dos ilegales que andaban en una motocicleta, al parecer robada.
El espeluznante relato del Dr. Pedro Ureña y los demás profesionales, sacudió la conciencia nacional, ya que ellos relataron que al recorrer decenas de kilómetros en la línea fronteriza la vigilancia militar dominicana era prácticamente nula.  Quedó así al descubierto la falsedad de la propaganda del gobierno, encabezado en esta área por el ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, de que contábamos con un efectivo y avanzado control tecnológico en la línea fronteriza, incluyendo la utilización de drones y logística avanzada en este tipo de protección.  Todo eso cayó estrepitosamente ante la verdad contada por quienes fueron las víctimas del secuestro de las turbas haitianas, personas a las que nadie puede atribuirle ningún tipo de opinión sesgada, o manipulada en función de temas políticos o coyunturales.
Como explicó el Dr. Pedro Ureña de manera valiente a su país, lo que más le indignó a él y a sus amigos compañeros de infortunio fue tener que “hacerse pasar por norteamericanos” para proteger su vida en suelo dominicano, frente a turbas de ilegales haitianos. Es un hecho insólito que debe de llenarnos a todos de igual indignación. Imaginaos, queridos lectores, lo que les hubiera pasado al Dr. Pedro Ureña y a los demás profesionales si hubieran sido tratados como ciudadanos dominicanos. ¿Dónde hubieran parado? ¿Hubiera concluido el secuestro ese mismo día? ¿Los hubieran trasladado al territorio haitiano para pedir rescate de dinero a sus familias?  ¿Los hubieran podido torturar, o hasta asesinar? ¿Qué hubiera pasado en esta nación si la suerte no hubiera acompañado al Dr. Pedro Ureña y a sus compañeros profesionales secuestrados? ¿Cuál hubiera sido la reacción del pueblo dominicano ante un hecho cruel, en el que hubieran perdido la vida estos profesionales? Las consecuencias hubieran sido impredecibles, incluyendo una trágica confrontación o choque de poblaciones. De eso nos salvamos milagrosamente, junto con ellos.
La reacción del presidente Medina ha sido el silencio total; la reacción de las autoridades del Ministerio Público, obligadas por la Constitución y las leyes a perseguir el secuestro, que es una infracción gravísima, ha sido nula.  La línea comunicacional del gobierno ha sido restarle importancia al grave hecho. ¿Cuál es el mensaje que queda hacia el futuro frente a los haitianos, cada día más envalentonados y ensoberbecidos? La respuesta es que “pueden seguir haciendo sus fechorías en suelo dominicano con total impunidad”.
Quiero dejar constancia en este artículo que no culpo a los “guardias”, como popularmente les decimos a los hombres de uniforme.  Las instrucciones que ellos tienen directas del Palacio Nacional es de no actuar, ni tocar con el pétalo de una rosa a los ilegales haitianos, hagan lo que hagan.  Por eso se ha perdido el respeto de los ilegales haitianos al Ejército Nacional. Ellos saben que hay una voluntad política superior que los protege.  Lamentablemente, el presidente Danilo Medina le encargó a su ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, el manejo de la seguridad de la frontera, el trato con los militares y el tema migratorio.  En gran modo, por esa situación la FNP salió del gobierno. Todo lo que está ocurriendo se lo advertimos al presidente Danilo Medina lealmente, cuando éramos sus aliados, y no nos oyó.
Hoy, sin alegría (por lo que implica para el país), decimos: Teníamos la razón. El pueblo en la calle dice “Los Vinchos” (como cariñosamente nos llaman) “tenían la razón”.  El muro es hoy un clamor nacional.
Por Vinicio A. Castillo Semán ;-
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