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martes, octubre 02, 2018

Las encuestas intrigan

UNO: NI CONSTITUCIÓN NI LEYES.- Las encuestas que se hacen en el país son únicas en el mundo: crean escenarios e historias tan suyos que todas las intrigas resultan posibles. Por ejemplo, no tienen en cuenta la Constitución y las leyes, como si de cada circunstancia pudiera producirse una situación. Los legos no entienden cómo incluyen en las mediciones a Danilo Medina si existe el impedimento que conocen propios y extraños. Tampoco que en las últimas aparezca Ramfis Domínguez si desde los tiempos del Consejo de Estado una legislación prohíbe las actividades trujillistas.
El problema no es tanto si es dominicano o norteamericano, pues ese aspecto podría resolverse con la doble nacionalidad. El inconveniente mayor es el segundo apellido, ser nieto de Rafael Leonidas Trujillo, y si hijo de gato caza ratón, nieto de tirano no puede ser demócrata. Y no es cuestión de genes, sino de apropiación. El Trujillo es su mayor activo político, y lo usa de manera excesiva, y nada casual. Busca beneficiarse de la nostalgia, un fenómeno que se da en Alemania e Italia (con Adolfo Hitler y Benito Mussolini), aunque --diferente aquí– con consecuencias. Igual de la ignorancia de los jóvenes, que al no recordar hechos no vividos, podrían arriesgarse a repetirlos…
DOS: EL ESPACIO OCUPADO.- La reelección debe mucho de promoción a las encuestas que se realizan en el país, ya que estas no la dejan fuera por nada del mundo. Incluso es un cometido perverso. Los porcentajes no son los mismos cuando se pregunta por la reelección a secas a que se le ponga nombre. En este caso Danilo Medina. La distinción se impone, y debe entenderse que una cosa es la obra de gobierno y otra la condición de candidato. Por el momento todo un artificio. Los memes descalifican a los precandidatos oficialistas, de que no figuran, o de hacerlo, con puntuación insignificante. No puede ser de otro modo si en el lenguaje de cuartel se dice que donde manda capitán no manda soldado. Lo mismo sucede en las mediciones políticas. Pregunta abierta o cerrada, si se menciona al líder, o no se le deja fuera, no habrá espacio para el seguidor. Carlos Amarante se atreve, y la semana pasada pidió a Leonel Fernández que se retirara. Al final Fernández podrá ser problema, pero --por ahora-- los precandidatos oficialistas no crecen ni avanzan debido a que el mandatario participa de la competencia. Si Fernández y Medina se salieran del campo, y no se les viera en el terreno, tampoco en el dogout, y miraran el juego desde las gradas, otro sería el line up…
TRES: PREGUNTAS EN LA ESQUINA.- Las encuestas debieran preguntarse qué papel jugarían la Constitución y las leyes en el posicionamiento de Danilo Medina o de Ramfis Domínguez, si pudieran quedar fuera de boleta. Medina por la Carta Magna y Domínguez por la legislación antitrujillista. Aunque la contradicción no se maneja igual en los dos casos. La Constitución se la mencionan o recuerdan a Medina todos los días, pero no se hace lo mismo con Domínguez, aun cuando la ley que se le opone fue una especie de Gillette en época pasada. Ese olvido o falta de acción debe cargársele a la impunidad que caracteriza la vida nacional. La gente no recuerda el tiempo en que los merengues de Trujillo provocaban desgracia política, como la de un funcionario que se pasó de contento en la celebración de su cumpleaños, y no bien había terminado de bailar Salve San Cristóbal, cuando lo enteraron del decreto que lo defenestraba. Fue en uno de los gobiernos de Joaquín Balaguer, quien –a pesar de los pesares-- tenía sus maneras, y en ocasiones no estaba de humor o aprovechaba cualquier momento para cobrar deudas viejas. Si los tíos no pudieron echar adelante sus proyectos, si a la madre hubo de concedérsele un permiso especial para entrar al país ¿por qué las encuestas son tan obsequiosas con el sobrino, con el hijo, con el nieto?...
CUATRO: EL SENTIDO DE HUMOR.- En el manejo de encuestas políticas el buen humor es lo primero. El candidato que se deje tomar desprevenido el corazón le salta del pecho, pues un día hacen y al siguiente deshacen, y si no es desquite, venganza. Todo iba bien con las mediciones, rotaba los ganadores y siempre había una mesa que aplaudía. Ahora viene Gallup y declara empate técnico de tres: Leonel Fernández, Danilo Medina y Luis Abinader. Los demás seguirán siendo los demás. Con repartir entre tres la Gallup queda cansada, pues no es fácil poner de igual a igual a los mismos. ¿Qué fue lo que pasó, quién cayó o cuál subió? Bien hicieron los seguidores de Abinader yéndose alante y colocándose por encima de Fernández, ya que ese es el juego que encanta. En la de uno, ese uno, y en la de otro, ese otro. Que cada cual lea su carta, pues según el viejo dicho no deben leerse cartas entre gitanos. Y gitanos todos. Gallup gana en prudencia, en moderación, no exagera los números, y el cotejo luce más justo. Deja claro que deben esforzarse más, ya que con porcentajes tan bajos ninguno puede cantar victoria. Aunque si se consideran tres, por razones de partido, uno saldrá de competencia, y ese sería el punto a dilucidar. Si Medina o Fernández, y si lo de uno se suma a lo del otro, Abinader estaría sentenciado. Habrá que esperar el próximo escrutinio electoral porque Gallup no satisfizo expectativas, y quienes celebran lo hacen por disimular…
Por Orlando Gil ;-
orlandogil@claro.net.do

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