Sin dudas, Luis Abinader ha ido ganando terreno y ha logrado ir
perfilando un buen posicionamiento como aspirante presidencial por
segunda vez. PLD y sus incógnitas aparte, el desarrollo personal de Luis
y el poco crecimiento de otros en la oposición, lo apuntalan como el
candidato por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), en el que
comparte liderazgo con Hipólito Mejía. Eso es a lo interno o frente a su
contendor Mejía, porque el giro dado con respecto al controversial tema
de las primarias en la Ley de Partidos -que llevaban a pensar que había
llegado a acuerdos con un sector influyente del gobierno- apareció ante
los ojos del gran público como un “traspiés” que tendría un alto costo
político para el PRM y en especial para Abinader.
El cambio de posición
tenía un doble filo, porque aunque buscaba atizar las diferencias
internas entre los dos líderes del PLD (a lo que siempre la oposición ha
apostado y nunca le ha dado resultado), corría el riesgo de que se
atribuyera a los autores el haberlos “comprado”, como en efecto se llegó
a decir. Una segunda parte de estrategia de Luis pudiera lucir
inteligente, que sería la de capitalizar el beneficio de supuestos
intentos de Medina por cerrarle el paso a Fernández, pero que conociendo
la experiencia de los peledeístas de buscarle siempre un acuerdo a sus
grandes conflictos, pudieran dejar al primero con “el moño hecho”. Los
planes -o el solo intento-, pudieran crear un efecto contrario al que se
busca. Que se sepa, la idea de Luis no sería la de contar con Danilo
como aliado, a nivel de acuerdo entre las partes, sino de escudo, ante
el fortalecimiento de Leonel y la percepción de que sería el candidato
del PLD en el 2020. El asunto va tan lejos, como a trabajar la
posibilidad de que Danilo vea a Abinader como factor de mayor confianza
que a Leonel (¿) a la hora de salir del poder, partiendo de que éste no
haya olvidado algunas travesuras oficiales que se atribuyen en su
contra. Si el cálculo funciona, bien -no deja de ser una riesgosa
aventura- pero la experiencia indica que “es mejor un malo conocido, que
un bueno por conocer”; y el ejemplo de Jorge Blanco, cuando bloqueó un
triunfo evidente a Majluta y facilitó el retorno de Balaguer al poder,
es el mejor referente histórico-político que se tiene a mano. Para los
observadores un tanto alejados de pasiones y de sectarismos baratos,
Leonel -y tras un gran acuerdo manejado entre ambos- sería la garantía
de Danilo para salir del poder sin traumas o temores mayores. La
diferencia o la bonanza de tratar con los de afuera, estaría por verse y
sería cuestión de lotería y de suerte. Ahora, es inteligente que Luis
haya pasado de la crítica simple a la propuesta. ¡Volvemos!
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
encar-medios@hotmail.com
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