Santo Domingo.- El expresdiente Hipólito Mejía
anunció sus aspiraciones presidenciales para el 2020 y propone un
gobierno de transición que lleve al país a consolidar la democracia,
cero tolerancia para enfrentar la corrupción y el crimen.
Dijo que hará un gobierno que cree oportunidades de empleos de
calidad para jóvenes y mujeres, que el pueblo tenga acceso a la salud y
que se garantice el derecho a vivir sin temor.
“Estamos obligados”, dijo, “a elegir entre la esperanza y el miedo, el orden y el desorden, entre la seguridad y el caos”.
En un breve discurso pronunciado al país por una gran cadena de
radio, televisión y las redes sociales, Mejía anunció la búsqueda de la
Presidencia de la República, para el 2020, a través de la candidatura
del Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Hoy, señaló, nuestro futuro está amenazado por el Partido de la
Liberación Dominicana” que nos estruja en la cara su mal habida riqueza y
sus fortunas acumuladas sustrayendo la riqueza del pueblo dominicano,
que se roban los recursos públicos y la gente se pregunta ¿dónde está su
proclamada vocación de servicio al pueblo? Afirmó que todas nuestras
instituciones están secuestradas por el PLD, que las usa para su
beneficio particular.
Reclamó la movilización de los ciudadanos para marcar el comienzo de
una transición necesaria para lograr que la República Dominicana sea
convertida en un país próspero y justo, como quiere la gente.
Esa movilización persigue retomar el camino del orden de la decencia de la ley, para convertir en realidad nuestra esperanza.
Pidió una cruzada decidida y frontal contra la corrupción y la
impunidad. Dijo que la transición deberá crear empleos de calidad,
aumentar las exportaciones, mejorar los servicios de salud y educación y
el mejoramiento de la calidad de la vivienda.
Reclamó el apoyo de los empresarios, tanto los grandes como los
MIPYMES, y aseguró que la transición les darás apoyo para que sean más
competitivos, en el costo de la energía, la capacidad para innovar, la
sostenibilidad de las exportaciones, la calidad y de los recursos
humanos y las aplicación de tecnología apropiada y la seguridad
jurídica.
A los productores agrícolas se les dará la garantía de un
financiamiento adecuado, seguridad de mercado, asistencia técnica y
capacidad para asegurar la rentabilidad.
Prometió crear empleos para jóvenes y mujeres, así como espacios para estudios y recreación.
A seguidas el discurso del ex presidente Hipólito Mejía:
Pueblo dominicano:
Me dirijo al país en un momento crucial para el destino de la República Dominicana.
Lo haré, como es mi costumbre, apegado a la verdad, con la esperanza
de que mis palabras contribuyan a mejorar el presente y a construir un
mejor futuro para nuestras familias, a través del trabajo honesto.
Los ciudadanos dominicanos estamos obligados a escoger entre la
esperanza y el miedo; entre el orden y el desorden; y entre la seguridad
y el caos.
Esa elección significa hacer, de una vez por todas, los cambios que nuestra sociedad necesita.
Por supuesto, no es la primera vez que los dominicanos enfrentamos desafíos que nos obligan a tomar decisiones trascendentales.
En efecto, a lo largo de la historia, hemos luchado para hacer
realidad esta patria, sembrando nuestro suelo con amor, sudor y sangre,
para cultivar nuestro ideal libertario.
Hemos sabido defender nuestra soberanía con coraje frente a agresores
extranjeros, todo ello en la esperanza de poder vivir en una nación
justa y próspera.
Sin embargo, hoy nuestro futuro está amenazado por una paradoja que
ha sido creada por un grupo encabezado por el Partido de la Liberación
Dominicana.
Permítanme explicar, con la franqueza que me caracteriza, en qué consiste esa paradoja.
Me refiero a que, a pesar del crecimiento económico, la mayoría de la
gente siente en carne propia cómo la calidad de sus vidas se deteriora,
empujada por la corrupción, la impunidad y la inseguridad que nos
afecta.
La mayoría está agobiada por la falta de empleos y el irresistible costo de la vida.
Todos sentimos el miedo creado por la violencia, especialmente la violencia contra la mujer.
Mientras eso ocurre, nos sentimos indignados cuando un grupo nos
estruja en la cara su mal habida riqueza, y sus fortunas acumuladas
sustrayendo la riqueza del pueblo dominicano.
A esos indolentes que se roban los recursos públicos, la gente les pregunta una vez más:
¿Dónde está su proclamada vocación de servicio al pueblo?
Hasta ahora, la hiriente respuesta de ese grupo ha sido la arrogancia, la ostentación y la prepotencia.
La desbordada soberbia de ese grupo le conduce a violar todas las
normas civilizadas, tanto las de la ley como las de la moral y la
decencia.
Es oportuno preguntar, ¿Qué tenemos que hacer para poner fin a esta
desgracia y retomar el camino del orden, de la decencia, de la ley, para
convertir en realidad nuestra esperanza?
Para alcanzar ese objetivo, solo nos queda el camino genuinamente democrático: la movilización de los ciudadanos.
Esa movilización está llamada a marcar el comienzo de una transición
necesaria para lograr que la República Dominicana sea un país próspero y
justo, como quiere la gente.
Ahora bien, ¿Qué significa la transición necesaria?
La transición significa, en primer lugar, tener instituciones
sólidas, integradas por personas idóneas, honestas, independientes y con
genuina vocación de servicio.
La creación de instituciones fuertes y transparentes garantizaría el
cumplimiento estricto de las Leyes y la aplicación del régimen de
consecuencias que ellas establecen.
Eso es especialmente importante en el campo de la justicia.
Hoy, todas nuestras instituciones están secuestradas por el Partido
de la Liberación Dominicana, que solo las usa para su beneficio
particular.
En segundo lugar, la transición consiste en la lucha decidida y
frontal contra la corrupción y la impunidad. El principio de tolerancia
cero frente a esos dos males debe ser un componente esencial de la
transición.
Ese combate contra la corrupción y la impunidad tenemos que librarlo, caiga quien caiga.
En tercer lugar, la transición tiene que garantizar la creación de
oportunidades para los proyectos e iniciativas que contribuyan a crear
riquezas y mejorar la calidad de vida.
Para tal fin, se deberá enfatizar la creación de empleos de calidad,
el aumento de las exportaciones, el mejoramiento de los servicios de
salud y educación y el mejoramiento de la calidad de la vivienda.
Al mismo tiempo, la transición tiene que enfrentar, de manera
efectiva, el crimen y la delincuencia para lograr la seguridad
ciudadana.
Por último, la transición significa la promoción de la ciudadanía
activa. En efecto, de poco sirven las leyes y los proyectos de
desarrollo si los ciudadanos no participamos en la conducción de la cosa
pública, en procura del bien común.
Esa ciudadanía activa tiene, obligatoriamente, que crear un ambiente
de confianza entre los partidos políticos, las instituciones públicas,
la sociedad civil y los movimientos sociales.
Sin embargo, para hacer posible la transición, debemos trabajar para fortalecer la calidad de nuestra democracia.
Para eso, debemos crear espacios donde crezcan las virtudes de las
ideas, se afiancen las libertades públicas y se respeten los derechos
económicos, sociales y políticos del pueblo dominicano.
En efecto, aunque la Constitución dominicana establece que nuestra
nación es un Estado Social y Democrático de Derecho, el PLD ha impedido
el ejercicio pleno de esos derechos.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, a más de la mitad de la población se le niega el derecho a un trabajo digno.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, más de un millón de personas viven en viviendas vulnerables.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, cientos de miles de
dominicanos no reciben los servicios de salud que requieren.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, a todos, sin
distinción de clases, se nos impide ejercer el derecho de vivir en un
país seguro, y el derecho a vivir sin temor.
Señoras y señores:
Todos esos males han ocurrido a pesar de que los gobiernos del PLD han endeudado al país de manera rampante e irresponsable.
En efecto, expertos nacionales e internacionales han demostrado que
la República Dominicana dedica más del 50 por ciento del PIB al pago de
la deuda externa.
Eso constituye una grave amenaza para la sostenibilidad de nuestro desarrollo y para el futuro del pueblo dominicano.
Revertir esa dañina tendencia tendrá que ser una prioridad para la transición que proponemos.
La alternativa a ese endeudamiento improductivo y pernicioso es
invertir los recursos del Estado en los sectores productivos nacionales,
y enfocar el gasto para beneficio de la gente.
Un sector que necesita de esa reorientación del gasto es el de nuestros jóvenes.
Para nuestros jóvenes, la transición significará garantizarles un trabajo digno.
También significará tener el apoyo directo del Estado para que puedan
formarse en universidades y escuelas técnicas, y acceder al mercado de
trabajo con equidad de oportunidades.
A los jóvenes que buscan hacer realidad sus proyectos como
emprendedores, la transición les dará todo el apoyo para hacer realidad
sus sueños.
De igual manera, a nuestra juventud la transición le garantizará la
creación de espacios para los deportes, el arte y la cultura.
Para la mujer dominicana, la transición significa la garantía de un trabajo digno y equitativo.
Para ella, la transición debe ser sinónimo de la seguridad que
necesita, de oportunidades para capacitarse y trabajar, de facilidades
para establecer sus propias empresas y el derecho a ser tratada con
respeto.
Para la mujer dominicana, la transición servirá para enfrentar el
drama de la violencia que afecta a miles de mujeres dominicanas. Esa
violencia, que ocurre cada día en nuestras calles, muchas veces lleva
inseguridad y dolor a los hogares.
Otro importante sector que se beneficiará de la transición es el conformado por los empresarios dominicanos.
Los empresarios, tanto los grandes como los del pujante sector de las
MIPYMES, están llamados a ser parte esencial del proceso de la
transición.
El apoyo que dará la transición a nuestros empresarios tiene que ver
con la competitividad, el costo de la energía, la capacidad de innovar,
la sostenibilidad de las exportaciones, la calidad de los recursos
humanos, la aplicación de tecnología apropiada, y la seguridad jurídica.
A los productores agrícolas, la transición les dará garantía para
tener financiamiento adecuado, seguridad del mercado, asistencia técnica
oportuna, y capacitación como forma de asegurar la rentabilidad.
La solución que dará la transición a los problemas del mundo rural,
además de aumentar la rentabilidad de la producción, estará basada en un
modelo de desarrollo rural integrado, que sirva para mejorar la calidad
de vida de los pobladores rurales.
Siendo la sostenibilidad del medioambiente y la preservación de los
recursos naturales fundamentales para nuestro desarrollo integral, ambos
serán prioritarios en las políticas públicas de la transición.
Una problemática que la transición está llamada a resolver es la baja
inversión del gobierno en muchas regiones del país. Esa forma de
distribuir el gasto público está promoviendo el desarrollo desigual del
país.
La respuesta que daremos a esa situación es descentralizar el gasto
público para potenciar el desarrollo económico y social de todos
nuestros municipios.
Esa descentralización tiene que incluir, necesariamente, al sector de la vivienda.
Como consecuencia del modelo de desarrollo que ha aplicado el PLD, en
el país hay un grave déficit de viviendas. Además, muchas de las
viviendas en que habitan nuestros pobres son vulnerables y precarias.
Para solucionar ese drama, la transición iniciará un masivo programa
de construcción y mejoramiento de viviendas en todo el país. Ese
ambicioso proyecto se realizará con la participación del gobierno y del
sector privado.
Para la transición, la capacitación de nuestros educadores constituye una prioridad insoslayable.
En efecto, necesitamos formar estudiantes que amen el conocimiento,
que hagan preguntas, que busquen respuestas y que experimenten, de cara a
los retos de nuestra sociedad y a los desafíos del futuro.
También es indispensable que eduquemos a nuestros jóvenes en valores
cívicos y morales. En ese sentido, la interacción de la familia, la
escuela y las iglesias, está llamada a ser vital en una auténtica
revolución educativa que forme a nuestros ciudadanos del futuro.
Una carencia fundamental en nuestra sociedad es la precaria calidad
de los servicios de salud que recibe una gran parte de la población.
Para la transición, el punto de partida del mejoramiento de los
servicios de salud es el fortalecimiento de la atención primaria en los
lugares donde vive la gente.
Esa debe ser la puerta de entrada al Sistema de Seguridad Social.
Obviamente, la calidad de los servicios de salud es inseparable del
aumento sustancial de los salarios y el mejoramiento de las condiciones
de trabajo de todo el personal de salud.
El desarrollo integral de nuestro país requiere que el gobierno apoye, de manera decidida, los deportes, las artes y la cultura.
Para tal fin, la transición deberá proveer instalaciones y
facilidades en todos los municipios para que la gente pueda practicar
deportes, aprender destrezas artísticas, celebrar la riqueza de nuestra
cultura y cultivar nuestra identidad como dominicanos.
Un tema que preocupa al país, de manera particular, es el de la migración.
El hecho innegable es que, desde hace varias décadas, cientos de
miles de dominicanos se han visto obligados a buscar su bienestar en
otras tierras. Esos hermanos nuestros han hecho un gran aporte al
desarrollo del país y de sus familias.
Igualmente, la República Dominicana es receptora de numerosos
ciudadanos de otros países que han escogido nuestra patria como destino.
Esa realidad nos obliga a un manejo coherente del tema migratorio.
Ese manejo coherente debe descansar en la aplicación de las leyes que regulan la migración en nuestro territorio.
Las leyes y reglamentos que se promovieron en el gobierno que me
honra haber presidido, siguen siendo los instrumentos idóneos para
manejar la migración con respeto a la dignidad humana y a nuestra
soberanía.
Pueblo dominicano:
Como dije al inicio de esta intervención, estamos compelidos a elegir entre la esperanza y el miedo.
La transición que acabo de proponer representa la esperanza.
Esa transición es el camino que nos permitirá asegurar que nuestras familias tengan una vida digna, próspera y segura.
Las propuestas que acabo de hacer se sustentan en mi convicción de
que, frente a los retos que tiene el país, la indiferencia es moralmente
inaceptable.
Esa convicción, me ha servido para ser solidario, y trabajar sin
descanso para servir a los demás, especialmente a los más necesitados.
Esa convicción, también me ha servido para poner los intereses del país por encima de mis propios intereses.
Por esa razón, he tomado la decisión de buscar la nominación a la presidencia de la República en las elecciones del año 2020.
Esta decisión la he tomado, no como un mesías, ni como una persona
indispensable, sino como un ciudadano que se siente en el deber de
aportar su experiencia y su honestidad a la búsqueda del bien común.
Para alcanzar ese propósito, trabajaré para ganar, en primer lugar,
la nominación como candidato presidencial de mi partido, el Partido
Revolucionario Moderno.
Estoy decidido a participar en ese proceso con el espíritu de compañerismo que me caracteriza.
A partir de este momento, salgo a la calle a sembrar en el corazón
del pueblo la necesidad de hacer realidad la transición que el país
necesita.
Salgo a la calle a trabajar junto a los movimientos sociales y los
ciudadanos para mantener en alto las justas demandas de nuestro pueblo.
Salgo a la calle a respaldar a los compañeros y compañeras del
Partido Revolucionario Moderno en sus aspiraciones para las elecciones
municipales y congresuales.
Salgo a la calle a trabajar para fortalecer al jóven y vigoroso
Partido Revolucionario Moderno, que ha logrado, con persistencia y
coraje, convertirse en una verdadera opción de poder.
¡Este es el momento para salir de los gobernantes indolentes!
¡Este es el momento para iniciar, juntos, la marcha que nos conducirá hacia un país seguro, próspero y justo!
¡Dominicanas y dominicanos, este es el momento para que, tomados de las manos, derrotemos la corrupción y la impunidad!
¡Que nos una la esperanza!
¡Que Dios nos bendiga a todos y a todas!
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