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martes, agosto 14, 2018

Marcha y culpas

Como expresión de desahogo social para canalizar disgustos y demandar un cambio de rumbo en el país en varios aspectos, la denominada Marcha Verde –nada del millón anunciado, pero el domingo movió mucha gente- cumple un papel importante. Si no desempeña a plenitud el papel de contrapeso que corresponde a la oposición política, y que no hace debidamente, por lo menos esta reacción político-popular que le ha tomado prestado el color verde a la Esperanza, sirve un poco de equilibrio, y hasta como objeto de reflexión para que los que gobiernan recuerden que no están solos en el terreno y que el poder es pasajero.
Claro que “los verdes” -en los que hay de todo, y una variada agenda que atenta contra la consistencia del movimiento- cometen tres grandes errores de bulto, como el de centrar la protesta-demanda en el cese de la corrupción y la impunidad en la gestión publica, mientras aquí hay problemas capitales, como la incontrolada migración ilegal haitiana, los aprestos por legalizar el aborto y muchos temas ancestrales que no son teclas que se toquen para nada en estas protestas.
Asimismo, los estrategas señalan al PLD y sus gobiernos como los únicos culpables de los pecados y males que buscan reivindicar, pero se olvidan, y marchan como si nada o cosa que el tiempo se llevo, junto a figuras de otros partidos que han sido gobierno después de Trujillo, y que no están presas porque el brazo de la justicia nunca les alcanzo o porque sus “indelicadezas” ya prescribieron. Un tercer error de Marcha Verde es el de demandar en sus arengas y cartelones un juicio político para el presidente Danilo Medina, ya no solo sin medir los riesgos y las implicaciones de orden institucional de esa utopía, sino ignorando que el PLD es mayoría en el Congreso y que los demandantes no tienen votos para poner en movimiento los procedimientos de lugar, de haber motivos y posibilidades reales para ello. En Marcha Verde, donde hay gente que tiene motivos para estar molesta, donde hay ideas y sentimientos nobles, es verdad también que no hay un liderazgo sólido, lineal, con la cabeza fría y con los pies en la tierra, para conducir la diversidad del entorno hacia una realidad para bien colectivo. Hay, también, resentimientos sin sentido, y hasta gratuitos, que no ayudan a la causa.
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
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