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sábado, agosto 11, 2018

Hay ley: ¿quién ganó?

Para aprobar la zarandada y muy esperada Ley de Partidos, los que tenían la capacidad para decidir la suerte de la controversial pieza regulatoria debieron pensar en algo más  que en darle al país “la ley posible”, proponiéndose que lo que saliera del Congreso no dejara a su paso una estela de disgustos partidarios, y de quejas y ruidos en sectores  importantes de la sociedad, como las iglesias, diversos grupos de oposición, medios de comunicación y constitucionalistas, cuyos argumentos no fueron tomados en cuenta por legisladores que respondían ya a una línea marcada.
Se tiene la ley, finalmente, pero sin reparar en los costos, ya no solo en dinero -que también los tendrá-, sino políticoinstitucional, con la erosión de la unidad que debe primar en el partido oficial, como garantía de seguir en el poder; a partir de sobresaltos y temores con declaraciones extemporáneas e imprudentes, como las de Lidio Cadet y las de los ministros Ramón Fadul y Javier García, cuando la pieza apenas había sido aprobada en una de las dos cámaras. Solo esto -quizá “amagos” no autorizados, pero tampoco desautorizados- llevan a sospechas de eventuales intentos de entes de poder de modificar en algún momento reglas de juego institucionales que el país se ha dado por las vías democráticas. De ser el caso -y puede que sin alcanzar a ver los riesgos-, se daría pie a enrarecer el clima políticosocial del país y la propia gobernabilidad, provocando distracción en las ejecutorias del presidente Danilo Medina en varios renglones en los que ha tenido éxito gubernamental. La ley ideal era la del “consenso posible”, que en comisión se llegó a firmar, donde todos salían conformes, sin vencidos ni vencedores y sin cuestionamientos de orden constitucional. Además, sin que las cúpulas siguieran secuestrando a la democracia interna de los partidos, y sin exponer a la JCE a desgastarse en la organización de eventos internos de los partidos que solo debía supervisar y certificar. No fue Leonel el derrotado esta vez, sino el PLD, que le dio una estocada punzante a lo que ha sido su carta de triunfo: unidad y vocación de poder. ¿En este lance, qué han ganado Danilo y Abinader? Ahora, sus votos parieron la ley, pero el tiempo dirá si fue una jugada política seria y certera de ambos o si, por ganancia “pírrica”, la montaña pare mañana un ratón (¿). Luis apostó a atizar las diferencias Danilo-Leonel (estrategia siempre fallida), pero “dinamitó adentro” (dicen Max y Minou) a un  Bloque Opositor que necesitaría para crecer y ganarse el apoyo, de darse la alianza electoral contra el candidato del PLD. Danilo no oyó a Leonel, pese a ser su garantíaÖ hasta para terminar bien (¿).
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
encar-medios@hotmail.com
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