Hechos mal contados pueden crear percepciones equivocadas. La
historia dominicana, por ejemplo, está mal contada y con muchos
artificios para consolidar a los que se han impuesto contra patriotas.
Se falsean figuras para lograr sus propósitos.
Deshacer esos desvíos, haría posible sacar algunos y entrar otros al
Panteón Nacional. Por lo mismo, pasar a cambiar muchos nombres en calles
y avenidas. Esa es una tarea pendiente, pero para lograrlo se debe
completar la obra inconclusa de Duarte.
A solo cuatro meses de proclamada la Independencia Nacional, Pedro
Santana produjo un golpe militar contra la Junta Central Gubernativa, la
cual se componía por una mayoría de los trinitarios, o como les
llamaban, los “muchachos de la Puerta del Conde”.
Desde entonces ha quedado pendiente consolidar el Estado y sus
instituciones y hacer valer su carácter soberano como país
independiente. Esa es la obra inconclusa de Duarte, a la que el PLD se
comprometió a completar.
El desenfoque de ese objetivo fundacional del PLD, de completar la
obra de Duarte, lo está llevando a debilitar al Estado, en vez de
fortalecerlo. Pretender que desde el Poder del Estado “todo se puede” y
que “no hay límites”, es lo mismo que desdecir del compromiso
partidario. Más bien, provoca un retroceso de lo que hasta ahora se ha
logrado. Ese compromiso fundacional se acordó en mi hogar.
Se dicen cosas, pretendiendo hacernos retroceder. He suscrito ese
compromiso histórico y estoy entre los que siguen esa causa y no a un
hombre o intereses personales.
Todo esto viene a cuentas porque el compañero Reinaldo afirmó en un
programa de radio, y lo dicen otros, que Danilo fue quien me hizo
miembro del Comité Político, insinuando que debía agradecérselo.
Danilo gestionó conmigo el apoyo a Reinaldo para la Secretaría
General por tener los votos para él ganarle a Alejandrina. En cambio,
Danilo se comprometió a apoyarme, con los votos que me faltaban y que él
tenía, para ser elegido al Comité Político.
Esta precisión parece intrascendente, pero asociarla a otros
esfuerzos para desfigurar la entereza del comportamiento político que
hemos tenido, es creer que sacándonos del ruedo, resuelven.
Se debe saber que una causa no se mata, ni sacando del liderazgo a
figuras como Duarte o Juan Bosch, con golpes de Estado. Ni tampoco
pretendiendo lastimar la moral de una figura como Leonel Fernández,
quien hoy encarna aquella causa.
A Reinaldo y a otros compañeros, situados en el mismo litoral, es
oportuno decirles que enderezar y retomar los objetivos del PLD es una
tarea de todos y que de nada sirve la pobreza en el debate.
Si en el PLD no se eleva el debate, guardando formalidades, se le
puede aplicar una expresión popular que dice: “si se desacredita el
mono, luego no podrá venderse”.
Se escucha en los mentideros políticos que se hará una nueva campaña
como la que se hizo con Quirino, para frenar el crecimiento continuo del
posicionamiento de Leonel. Aquella vez sorprendieron, esta vez no será
igual.
Evidentemente fracasa pretender imponer las primarias simultáneas.
Ahora se anima a lanzarse precandidatos presidenciales. Pero, al ser
varios del mismo sector, la simpatía se dispersará y ninguno marcará.
Entre tanto, Reinaldo, si queremos retener el poder, los hechos deben ser bien contados y el debate interno debe ser ejemplar.
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