
A esta sustancia que aniquila temporalmente la voluntad del ser humano y lo transforma en un autómata que recibe y cumple las órdenes al pie de la letra se le llama de distinta forma: “Droga Zombie”, “Beso del sueño”, “El aliento del Diablo”, “El polvillo” y “La burundanga”.
Las víctimas que
han contado sus historias coinciden en describir el estado de levedad
que de manera inmediata produce la droga y que las ha hecho actuar
dócilmente según las instrucciones del atracador, siendo los casos más
comunes los de llevarlas a bancos o cajeros automáticos para retirar
dinero en efectivo o hasta los mismos hogares, para sustraer prendas y
otros objetos de valor.
Los atracadores usan la droga de distintas maneras: esparciéndolas
como aerosoles, impregnadas en alguna papeleta, en una cinta de prueba
de perfumes o aplicando directamente un polvillo a la piel de la
víctima, lo que le produce escozor y enervamiento mental.
Las fi scalías barriales admiten haber recibido, con frecuencia, las
denuncias de mujeres y hombres timados con este método, pero se quedan
de brazos cruzados porque no saben contra quién actuar ya que las
víctimas no conservan enteramente en su memoria el rostro o las
características físicas del que las engañó.
En Casa Abierta, una entidad que trabaja en la rehabilitación de
adictos, también se han manejado muchos de esos casos y por esa razón su
director ejecutivo ha pedido a las autoridades que realicen una
investigación a fondo del fenómeno.
Por la cantidad de casos que se denuncian en las redes sociales o
entre familias y grupos de amistades, parece bastante generalizado el
procedimiento extorsivo.
Con más razón debe ordenarse un operativo profesional e inteligente
de la Policía y las autoridades antidrogas para detectar a los que se
dedican al atraco o la violación usando esta sustancia inodora e
incolora, que se absorbe por inhalación o por ingestión en una bebida,
para que enfrenten esta peligrosa y silente modalidad delictiva.
Tomado del editorial de
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