Por muchísimas razones, los dominicanos han tenido que abandonar los
pueblos fronterizos en los que nacieron y ese espacio vital ha sido
llenado por haitianos que entraron de manera ilegal y que ya se sienten
dueños de esas tierras.
Las infrahumanas condiciones prevalecientes, que impiden a los
nativos fronterizos dominicanos llevar una vida digna, con trabajo,
escuelas, centros de salud y otras infraestructuras de servicios
básicos, han sido las poderosas causantes del éxodo hacia otras zonas.
Es, entonces, muy correcta y oportuna la decisión anunciada ayer por
el Presidente Danilo Medina de que irá a la frontera todas las semanas
para promover su política de arraigo dominicano en ella, vale decir,
para reconquistarla y asegurarle una mayor protección militar.
Ya hemos dicho que, como parte de una logística de reconquista
fronteriza, deben construirse urbanizaciones en cada una de las
provincias limítrofes para facilitar el alojamiento de los dominicanos,
especialmente los militares nativos de esa zona junto a sus familias, y
que esas urbanizaciones deben contar con todos los servicios básicos.
El cordón de seguridad, que en la práctica es el escudo de nuestra
soberanía en esa larga línea terrestre, estaba antes (cuando la frontera
podía considerarse esencialmente poblada por dominicanos), protegida
por siete compañías acantonadas en Monte Cristi, Dajabón, Restauración,
Jimaní, Pedernales, Elías Piña y Pedro Santana, que totalizaban 1,064
hombres bajo las armas.
Y no había el desorden que han creado hoy las intrusiones ilegales de
trafi cantes de personas, alimentos, carbón, drogas y armas, ni se
había producido un desarraigo tan dramático de los nativos dominicanos,
como se percibe al presente. Prácticamente una buena porción de esos
poblados están hoy haitianizados.
En estos últimos años y con el triple de esos hombres bajo las armas, la frontera no pudo ser dominicanizada.
Ahora el gobierno ha enviado 900 tropas adicionales, que equivalen a
dos batallones, añadidos a los tres existentes en Dajabón, Las Matas de
Farfán y Duvergé.
Ese es el contexto en el cual debe desarrollarse esta nueva política
del Presidente Medina de restaurar el arraigo dominicano en la frontera,
la que apoyamos calurosamente.
Tomado del editorial de
de la fecha
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