Siguen saliendo a la luz las increíbles historias
de las aberraciones sexuales a las que se entregaban funcionarios o
“trabajadores humanitarios” de agencias que ofrecen servicios a las
Naciones Unidas u Organizaciones No Gubernamentales en perjuicio de
refugiadas de la guerra o de catástrofes naturales en distintas partes
del mundo.
Los escándalos que rodean a diferentes ejecutivos o miembros de la organización OXFAM, del Reino Unido, que trabaja con generosos fondos de esa nación, al destaparse las orgías que organizaban con haitianas víctimas del terremoto de 2010 y con mujeres vulnerables en Chad, África, y otros países en situaciones de calamidad humana, han arrojado un fuerte manto de dudas sobre la integridad de estas organizaciones.
Esta misma semana se ha revelado que mujeres en Siria han sido también víctimas de abusos sexuales de parte de “trabajadores humanitarios” que, en nombre de esas agencias internacionales, estaban encargados de repartir alimentos, pero que condicionaban su entrega a que las mujeres se acostaran con ellos.
La propia Organización de las Naciones Unidas, por medio de su Fondo de Población, investigó estas denuncias y confirmó que las ayudas alimenticias se intercambiaban por relaciones sexuales en Siria.
Andrew McLeod, exdirector del Centro de Coordinación de Emergencias de la ONU, ha estimado que personal de esta organización mundial “ha perpetrado alrededor de 60,000 violaciones en la última década”.
En estos días, el británico Justin Forsyth, director ejecutivo adjunto del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF), tuvo que renunciar acusado de “conducta inapropiada” con mujeres que trabajaban a su lado en la organización Save the Children cuando era delegado consejero de la misma.
Estos hechos repugnantes nunca fueron objeto de las denuncias ni sanciones oportunas por parte de estas agencias internacionales y ONG que, en cambio, viven acusando a países y gobiernos, entre ellos la República Dominicana, de violar derechos humanos o practicar racismo, xenofobia, apatridia y discriminación.
Era más cómodo mirar la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio.
Tomado del editorial de
de la fecha
Los escándalos que rodean a diferentes ejecutivos o miembros de la organización OXFAM, del Reino Unido, que trabaja con generosos fondos de esa nación, al destaparse las orgías que organizaban con haitianas víctimas del terremoto de 2010 y con mujeres vulnerables en Chad, África, y otros países en situaciones de calamidad humana, han arrojado un fuerte manto de dudas sobre la integridad de estas organizaciones.
Esta misma semana se ha revelado que mujeres en Siria han sido también víctimas de abusos sexuales de parte de “trabajadores humanitarios” que, en nombre de esas agencias internacionales, estaban encargados de repartir alimentos, pero que condicionaban su entrega a que las mujeres se acostaran con ellos.
La propia Organización de las Naciones Unidas, por medio de su Fondo de Población, investigó estas denuncias y confirmó que las ayudas alimenticias se intercambiaban por relaciones sexuales en Siria.
Andrew McLeod, exdirector del Centro de Coordinación de Emergencias de la ONU, ha estimado que personal de esta organización mundial “ha perpetrado alrededor de 60,000 violaciones en la última década”.
En estos días, el británico Justin Forsyth, director ejecutivo adjunto del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF), tuvo que renunciar acusado de “conducta inapropiada” con mujeres que trabajaban a su lado en la organización Save the Children cuando era delegado consejero de la misma.
Estos hechos repugnantes nunca fueron objeto de las denuncias ni sanciones oportunas por parte de estas agencias internacionales y ONG que, en cambio, viven acusando a países y gobiernos, entre ellos la República Dominicana, de violar derechos humanos o practicar racismo, xenofobia, apatridia y discriminación.
Era más cómodo mirar la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio.
Tomado del editorial de
de la fecha
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