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martes, marzo 06, 2018

▶️ Abinader y la señora Posverdad

UNA TENTACIÓN.- La tentación de disfrutar las caricias de La Señora es grande a partir del éxito alcanzado por más de uno al utilizar sus favores, por ejemplo, Donaldo Trump o los seguidores del Brexit británico. La dama es una tentación por sus resultados a corto plazo, pero todo político de verdadera vocación democrática debe resistirla. Claro que, cuando hablo de la dama me estoy refiriendo a la señora Posverdad, que remite a la circunstancia en la cual los hechos objetivos y demostrables tienen menos peso y valor en la opinión pública que las emociones, prejuicios y creencias personales de cada quien.
Hablo de una señora a la cual no le importa la verdad, sino la viralidad, por lo que se da por satisfecha con que el desmentido llegue a menos personas de las que recibieron la mentira. Una mentira que, por asunto de prejuicio, vísceras, sentimientos, ideología, es preferida por un segmento de la población. Las mentiras de la posverdad se dicen sabiendo que podrían ser fácilmente desmentidas, porque para ella la viralidad importa más que la realidad. Si en las redes una mentira es leída por 500 mil personas y el desmentido solo lo leen 50 mil, vale la pena mentir... según la señora.
 
LA CREDIBILIDAD.- Lo de la señora son las apariencias. Ella basa sus argumentos en afirmaciones que parecen ciertas, y que un segmento de la población está dispuesto a creerlas, aunque no tengan base en la realidad. Si tu mentira se hace viral has triunfado, la verdad puede esperar, amor. Sin embargo, no está muy claro que a largo plazo esto de la señora pueda dar los resultados esperados. El problema de mentir es que despoja al mentiroso del arma de reglamento de todo buen ciudadano: la credibilidad. Un político sin credibilidad es poco menos, casi nada, como un viajero que ha perdido su tren, como un guía que extraviara su brújula, o un poeta triste sin aquellos ojos verdes, “serenos como un lago...”.
EL DISCURSO DEL PRESIDENTE.- En su reciente alocución para responder el discurso de rendición de cuentas del presidente Danilo Medina, Abinader -o sus asesores- anduvo cerca de la señora dama Posverdad. Así, en sus palabras iniciales, dijo el hijo del Dr. Abinader: “... para los peledeístas, que son casi todos funcionarios públicos con buenos salarios y que viven muy bien, claro que la pobreza está por acabarse, y según ellos todos vivimos en una sociedad de clase media, donde todos los servicios públicos funcionan; el transporte está regulado y ordenado; -la inseguridad y criminalidad terminaron...”. Y por ahí siguió, pidiendo públicos amores a la señora Posverdad, pues resulta que no solo no son ciertas sino fácilmente desmontables esas afirmaciones: No es cierto que los peledeístas sean casi todos funcionarios. Aunque la perversidad de la práctica político clientelar provoque que los miembros de la partidocracia (PLD/PRD/PRM/PRSC) en los lugares donde tienen algún control hagan uso político de puestos y recursos, ¡quién c... puede negarlo! Como es insostenible que, además “casi todos” tengan buenos salarios y vivan muy bien. La peor de todas las acusaciones de inspiración posverdadera de Luis Abinader fue su afirmación de que el presidente Medina dijo lo que no dijo, y basta leer el discurso para confirmarlo: El mandatario NO dijo que somos una sociedad de clase media (celebró que el 30 por ciento ande por ahí); como no dijo que en el país todos los servicios funcionan (defendió los avances de su gobierno en el tema); ni dijo que el transporte está regulado y ordenado, (celebró avances y la nueva ley), ni que la inseguridad y criminalidad terminaron, entre otras cosas, porque es imposible lograrlo en un país con nuestro atraso político institucional, con nuestra deuda social acumulada, nuestros vergonzosos niveles de analfabetismo funcional, y una clase política para quien la mentira es una opción aunque tenga patas cortas.
“SI USTED SUPIERA, SEÑORA”
Por todo lo anterior, Abinader debe llamar la atención de sus asesores de comunicación política que, esta vez, y ojalá sea la última, le convencieron de ceder a la tentación de las mieles y caricias de la señora Posverdad y sus mentiras.
Por Pablo McKinney ;-
pablomckinney@gmail.com
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