UN ELEMENTO.- La pronta destitución de Manuel Rivas
como director de la OMSA no deja de ser un elemento de interés. El
presidente Danilo Medina no tira piedras para atrás, como dijo en una
ocasión, pero sí se ocupa de recoger las que encuentra en el camino. Una
forma de cubrirse y evitar que lo lapiden políticamente. El pecado, sin
embargo, sería original. Los nombramientos reconocen un trabajo
político, el tiempo en el puesto premia lealtad, y el beneficiario lo
asume como una patente de corso. Puede hacer y deshacer a su antojo, sin
temor ni consecuencia.
Igual sucede cuando se producen denuncias. No
puede cancelarse a un funcionario porque sea objeto de un reportaje, por
muy sensacionalista que fuera, pues sería poner la gobernabilidad en
manos extrañas. Así no habría que estar atentos a las ocasiones que la
tradición establece como propias para cambios en el gabinete o en
posiciones claves, sino sintonizar programas de gran audiencia. Lo que
sí podría hacer la máxima autoridad, y aparentemente no hace, es
averiguar --por su lado y con sus medios-- qué de cierto tiene la
información...
LA CIRCUNSTANCIA.- La Omsa fue puesta en la picota
hace un tiempo, y si se hubiera hecho entonces una que otra
averiguación, aunque fuera por arribita, tal vez se hubieran evitado
estas lluvias y los lodos que salpican de muchas maneras. Un muerto es
un muerto, y una destitución, no importa lo presurosa, no compensa el
dolor ni el horror. No puede decirse ahora, a modo de defensa, que no se
sabía lo que estaba ocurriendo, pues el alerta fue temprano. La lección
sin duda se aprende, pero un poco tarde. Gobernar un país es cosa de
todos los días, y puede tenerse un plan o una agenda, e ir en línea
recta, y uno o dos imprevistos sacarlo del camino. Esta administración
tuvo su momento, y todo le salía de maravillas. Hubo recursos de poder
que nunca usó contra propios ni extraños. Simplemente no fue necesario.
Sin embargo, un día empezaron a darse situaciones que escapaban de su
control y a vérsele como carreta halada por burros y no por caballos.
Los ejemplos abundan: Oisoe, Cea, Corde, Omsa, y ruiditos menores que la
política amplificaba. Bombas de tiempo que no se pensó estallarían por
sorpresa, cuando menos se las estuviera esperando. El refrán dice que el
golpe avisa, y así le ocurrió a este gobierno...
LO PRINCIPAL.- Al gobierno lo traiciona la
sobriedad, lo perjudica lo formal y no dar importancia a los grandes
gestos. Destituye a Manuel Rivas y nombra a Héctor Mojica. Dirían en la
calle que muerto el perro se acabó la rabia. Omsa con otro director deja
de ser lo que por el asesinato de Yuniol Ramírez se abomina. Sin
embargo, así no es la cosa. La corrupción llevó al asesinato y por los
preliminares se conocen los autores materiales, y por ese mismo camino
se llegará al cómplice principal, o a lo que se sigue llamando autor
intelectual. Perfecta la investigación, perfecto el resultado, y
posiblemente los jueces completarán la tarea de policías y fiscales. No
obstante esa eficiencia y efectividad queda trabajo por hacer. La parte
más importante del iceberg se mantiene bajo agua. Se actuó contra los
corruptos, pero no contra la corrupción. La cuestión es clara. De no
haber habido anomalías en el manejo administrativo de la Omsa, no se
producen escarceos en programas de televisión ni condiciones para
recurrir a los tribunales. Tampoco la circunstancia incómoda del
ofrecimiento o extorsión de los cuatro millones de que se habla en el
expediente. Si la tecla no hubiera estado floja, o nadie se atreve a
tocarla, Yuniol Ramírez estuviera vivo y Manuel Rivas fuera todavía
director de la Omsa...
CUÁNDO, CÓMO.- Nadie sabe cuándo ni cómo el
presidente Danilo Medina decidió que fuera Héctor Mojica el sustituto de
Manuel Rivas en la dirección de la Omsa. Aunque no se duda que la
escogencia se hiciera a la carrera y con pocos candidatos a considerar.
Tampoco se conocen las instrucciones que el mandatario diera al nuevo
titular, y ese es un aspecto interesante o que debiera intrigar. La Omsa
no puede ser administrada ahora como lo fuera hasta hace tres o cuatro
días. Mojica no puede irse a sentar al despacho y ver salir y llegar las
guaguas, sin más ni más. Tiene que hacer un trabajo a profundidad.
Someter a la empresa a un proceso de saneamiento en todos los órdenes,
incluyendo lo moral y lo político. A eso me refería cuando hablaba de
grandes gestos. El presidente Medina tiene que darse cuenta de que no
siempre se impone lo que en béisbol se llama juego chiquito. Que en
ocasiones convienen los batazos de largo alcance, de muchas bases y
carreras suficientes. La gente espera más, y las gradas no son el mejor
manager, pero pagan taquillas y merecen salir conformes del estadio. La
Omsa es una oportunidad de dar un ejemplo, y justo el tiempo para darse
cuenta de que no siempre se gobierna con buena suerte...
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