Es una aberración desmedida el valerse de la
condición de médico para inducir a sus pacientes a someterse a algún
procedimiento diagnóstico o quirúrgico, solo porque recibe sustanciosas
“coimas” para que haga esos referimientos o prescripciones.
Es también aberrante que médicos o enfermeras de maternidades se presten, igualmente por dinero, a desalentar la lactancia materna para sustituirla con fórmulas lácteas que les regalan, como señuelos, algunas firmas comerciales.
Es también aberrante que médicos o enfermeras de maternidades se presten, igualmente por dinero, a desalentar la lactancia materna para sustituirla con fórmulas lácteas que les regalan, como señuelos, algunas firmas comerciales.
Y
aberrante es, además, montar negocios en los alrededores de hospitales
públicos para que, desde adentro, los cómplices les refi eran pacientes
para realizarles exámenes de laboratorios, adquieran medicamentos,
insumos para la salud y se sometan a radioterapias, tal vez sin que los
necesiten tanto.
Otra aberración de clínicas privadas es la de no atender o internar a
pacientes que carezcan de 50,000 pesos o más como “depósito de
garantía”, una exigencia que parece estar primero que la obligatoria
responsabilidad de salvar vidas.
¿En cuál fundamento legal se apoya esta medida? ¿Quién establece los
montos de esos “depósitos de garantía” sin los cuales no procedería una
atención de emergencia a un paciente que llega requiriendo rápidos y
cruciales auxilios médicos para proteger su salud? Estas prácticas se
han generalizado en nuestro sistema de salud, corrompido por tantos
artifi - cios para el engaño, puntualmente denunciados por el LISTÍN
DIARIO en diferentes series de reportajes inspiradas en la necesidad de
promover una profunda profi laxis en este sector.
Lo peor es que muchos lo saben y lo callan.
Pero por culpa de esta complicidad y este silencio, estamos jugando
con la vida y con la salud de los ciudadanos, descaradamente,
impunemente.
Hay que desenmascarar y desterrar este entramado de aberraciones y
engaños, asumiendo la defensa de la salud de los dominicanos como una
lucha de alta prioridad nacional.
Tomado del editorial de
de la fecha
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