EL OBISPO Y LA FOTO.- Luis Abinader sonó más el
pasado fin de semana con una foto tirada aquí, y publicada primeramente
en las redes, que como Mariscal del Desfile Dominicano en Nueva York. El
hecho parece propio de farándula, de crónica ligera, pero debe
considerarse el aspecto político, pues las implicaciones son obvias y
varias. La instantánea de por sí daba lugar a controversia, pues
Abinader, aunque joven, es un político contenido, poco amigo de los
escándalos. Si hubiera sido Hipólito Mejía, nada, ya que para el
exmandatario todo es un retozo, un relajo. Vale recordarlo junto al
rapero norteamericano Snoop Dogg u observando el perreo de una
seguidora.
Abinader es todo lo contrario, y no se le suponen esas libertades.
La
foto fue viral, y respecto al excandidato impuso récord, pero no por él
o por la compañía, sino por la reacción que provocó en el obispo de
Baní, monseñor Víctor Masalles, cuya pastoral corresponde al sur, pero
que ejerce en toda la República. Mira que a Abinader le han dicho cosas,
pero mojiganga y angurria, nunca. De seguro que ese sermón, en forma de
tuit, fue escrito con la Biblia boca abajo o al revés…
Candidato que se presta a esta mojiganga difícil que llegue a ser Presidente. No desprecio a la susodicha, pero sí a su angurria política. pic.twitter.com/k2zJbXcos1— Victor Masalles (@VictorMasalles) 29 de julio de 2017
GAJES DEL OFICIO.- Lo del presidente Danilo Medina
con el padre Benito Cruz Lantigua, en Santiago, puede considerarse gajes
del oficio. Las obras del gobierno se inauguran con el clásico corte de
cinta del jefe de Estado, el discurso de orden del funcionario
correspondiente y la bendición del cura párroco de la comunidad. Unos
aprovechan la oportunidad para ensalzar al Dios de la tierra, al César, y
otros para denunciar situaciones y reclamar obras. Y ni siquiera por
iniciativa propia, sino respondiendo al interés de la localidad. Cruz
Lantigua no hizo más que lo justo y --de seguro-- pensando en “si no lo
vuelvo a verlo”. En ningún momento hubo estigma y pudo haber pasado como
un episodio más si no fuera porque entre la Iglesia y el Palacio
Nacional hay diferencias de fondo sobre el tema del aborto…
QUE SE SUPIERA.- Nadie conoce discordia personal
entre el excandidato Luis Abinader y el obispo de Baní, Víctor Masalles,
pero no hay dudas de que algo huele mal, de que algo no anda bien y de
que monseñor lo estaba acechando. La reacción a la foto fue
desproporcionada, desconsiderada y de una violencia inusual en el trato
de un religioso con un político.
La Iglesia del
60 no descalificó al dictador Trujillo con iguales términos. Escribió
Masalles: “Candidato que se presta a esta mojiganga difícil que llegue a
presidente”… “No desprecio a la susodicha, pero sí a su angurria
política”. Si se acude al Diccionario de la Lengua Española y se busca
el significado de las palabras mojiganga y angurria, se tendrá un
panorama de desquite. Algo hizo, algo le están cobrando…
LAUTICO, SAVONAROLA.- La reacción del obispo
Masalles a la foto, y el consiguiente ataque a Luis Abinader, es un
hecho político. No moral. No solo califica el acto de mojiganga, sino
que hacer inferencias perversas.
Dice que difícilmente “llegue a ser Presidente”. Abinader no se ha
dado cuenta, pero tiene como Juan Bosch en su momento un Láutico García.
Ahora tendrá que enfrentar a Hipólito Mejía adentro, y no se sabe a
quién afuera, pero en todo caso sí a monseñor Víctor Masalles, actuando a
la manera de un Savonarola redivivo. Esto es, el fatídico dominico que
denunciaba los pecados de Florencia en los años previos a la aparición
de Nicolás Maquiavelo, autor del más importante manual de conducción
política. Aunque una interrogante queda en el aire ¿Serán la Iglesia y
sus dignatarios tan directos y personales a la hora de enfrentar
políticos y candidatos?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario