Al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en
este momento, le cae bien la canción de José José, “Lo que un día fue no
será”. Este partido, según parece, decidió crear su propio frente
opositor, ante la visible falta de alguien que le adverse
contundentemente. Pleitos internos, indisciplina e irrespeto a la
dirigencia se han hecho comunes en el partido de Juan Bosch. A esto hay
que agregar lo que se observa, al menos desde la grada: falta de
solidaridad con sus compañeros.
Los peledeístas han hecho suyo lo que fue el estilo de pleito permanente del antiguo Partido Revolucionario Dominicano. Algunos me dirán que, individualmente, varios dirigentes peledeístas visitaron a los implicados en el caso Odebrecht, mientras estuvieron en el Palacio de Justicia. Eso es cierto. Lo que es inocultable es que no se ha visto una rueda de prensa o un comunicado en el que, como partido unido, esa agrupación sale en defensa de su partido y exige respeto y una acción justa en los tribunales. Entre los seguidores de Bosch quedó atrás eso de “lavar los trapos sucios” en la casa. Hoy vemos a funcionarios que actúan caprichosamente, desobedeciendo la dirección partidaria. Despidos de “compañeros” de posiciones públicas por pertenecer a la corriente interna “contraria”, acusaciones y ofensas se han convertido en acciones frecuentes entre peledeístas. Como diría el amigo y colega Pablo Mackinney, “el PLD está muertecito de éxito”. Y olvidan que TODO PASAÖ HASTA LA VIDA PASA.
La organización que fue admiración de contrarios por su unidad, organización interna y conducta intachable, hoy ha dejado atrás esas virtudes que la caracterizaban. El respeto al liderazgo, que muchos llegaron a definir como “estructura de secta”, desapareció del vocabulario de muchos miembros y dirigentes del PLD. Y es que, al parecer, ya se perdió la sólida identidad partidaria del pasado. El pregonado nacionalismo de los peledeístas también quedo atrás. Aunque, siendo justos, este aspecto ya no solo lo abandonaron los morados. Otros segmentos de la sociedad también. Por ejemplo, dirigentes políticos que hasta hace poco cuestionaban a la Organización de Estados Americanos (OEA) por haber pisoteado nuestra soberanía, hoy se arrodillan ante ese organismo e incluso le ruegan para que castigue al gobierno dominicano por supuestas políticas violatorias de derechos humanos y migración. También le lloran a Estados Unidos para que castigue al partido de gobierno y hasta lo saque del poder y le dé a ellos su respaldo. Confío en que la dirigencia del PLD retome el camino de la unidad, el respeto a la dirigencia y la disciplina partidaria que tantos triunfos le permitió en el pasado. Que el triunfalismo no los siga emborrachando y comience a pisar sobre tierra. Pero, tal vez ellos van por el camino correcto y yo estoy equivocado. Si es así que me excusen. Como no conozco la interioridad del PLD, por eso quizás aprecio desde fuera una pérdida del respeto que desde la otra acera veíamos tan diferente hasta hace algunos años.
Los peledeístas han hecho suyo lo que fue el estilo de pleito permanente del antiguo Partido Revolucionario Dominicano. Algunos me dirán que, individualmente, varios dirigentes peledeístas visitaron a los implicados en el caso Odebrecht, mientras estuvieron en el Palacio de Justicia. Eso es cierto. Lo que es inocultable es que no se ha visto una rueda de prensa o un comunicado en el que, como partido unido, esa agrupación sale en defensa de su partido y exige respeto y una acción justa en los tribunales. Entre los seguidores de Bosch quedó atrás eso de “lavar los trapos sucios” en la casa. Hoy vemos a funcionarios que actúan caprichosamente, desobedeciendo la dirección partidaria. Despidos de “compañeros” de posiciones públicas por pertenecer a la corriente interna “contraria”, acusaciones y ofensas se han convertido en acciones frecuentes entre peledeístas. Como diría el amigo y colega Pablo Mackinney, “el PLD está muertecito de éxito”. Y olvidan que TODO PASAÖ HASTA LA VIDA PASA.
La organización que fue admiración de contrarios por su unidad, organización interna y conducta intachable, hoy ha dejado atrás esas virtudes que la caracterizaban. El respeto al liderazgo, que muchos llegaron a definir como “estructura de secta”, desapareció del vocabulario de muchos miembros y dirigentes del PLD. Y es que, al parecer, ya se perdió la sólida identidad partidaria del pasado. El pregonado nacionalismo de los peledeístas también quedo atrás. Aunque, siendo justos, este aspecto ya no solo lo abandonaron los morados. Otros segmentos de la sociedad también. Por ejemplo, dirigentes políticos que hasta hace poco cuestionaban a la Organización de Estados Americanos (OEA) por haber pisoteado nuestra soberanía, hoy se arrodillan ante ese organismo e incluso le ruegan para que castigue al gobierno dominicano por supuestas políticas violatorias de derechos humanos y migración. También le lloran a Estados Unidos para que castigue al partido de gobierno y hasta lo saque del poder y le dé a ellos su respaldo. Confío en que la dirigencia del PLD retome el camino de la unidad, el respeto a la dirigencia y la disciplina partidaria que tantos triunfos le permitió en el pasado. Que el triunfalismo no los siga emborrachando y comience a pisar sobre tierra. Pero, tal vez ellos van por el camino correcto y yo estoy equivocado. Si es así que me excusen. Como no conozco la interioridad del PLD, por eso quizás aprecio desde fuera una pérdida del respeto que desde la otra acera veíamos tan diferente hasta hace algunos años.
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