Se ha abierto el proceso judicial sobre el
escándalo Odebrecht. Mucho de morbo. Mucho de show. Mucho más de
espectáculo político que de estricto procedimiento legal y jurídico.
Porque creo que más que una verdadera lucha contra la corrupción y la impunidad -que quizás se la crean algunos muchachos que marchan de verde, imbuidos por la moda del momento- estamos jugando a una ruleta rusa en que la democracia, la estabilidad, la gobernabilidad es el protagonista.
Aunque prefiero no entrar hoy en los detalles, en las profundidades, del proceso judicial abierto contra los acusados del escándalo Odebrecht en país, no me puedo sustraer de compartir con ustedes algunas apreciaciones personales.
En el banquillo de los acusados --en la figura de los 14 personas, diez bajo arresto, uno en el exterior y tres legisladores amparados en el privilegio de la inmunidad parlamentariaó está sentado el Estado dominicano, representado por el Gobierno Central, el Congreso y la Justicia, así como la clase política nacional.
La clase gobernante está en serios cuestionamientos.
Es de ahí que figuras grises de la política nacional, apoyados por grupos ‘populares’ desfasados y de gente sin visión de la realidad, que apuestan a la anarquía y la ingobernabilidad, sin medir las consecuencias de las inconsecuencias.
Este proceso juzga al Gobierno, porque las obras cuestionadas son financiadas por el Estado. Juzga al Congreso Nacional ya que gran parte de los imputados son o han sido legisladores. Se cuestiona la Justicia pues el Procurador -Ministerio de Justicia- y los jueces son vistos con ojerizas y se presiona sobre la decisión a tomar sobre los acusados.
El expediente de la Procuraduría encarta a importantes dirigentes de los dos principales partidos mientras ‘la calle’ y la bullanguería mediática alargan la lista, con sus preferidos, acusando a la clase política en general como la gran responsable de la ejecutora de la corrupción y propiciadora de la impunidad.
Esa ‘calle’ populista, que a veces pareciera incontrolable, aplaude el listado de los hoy imputados pero reclama ‘más’, con la mirada fija -y azuzados por las sombras de la conspiración lisonjera-- en el Palacio Nacional, en la figura del Presidente de la República.
Advierto que navegamos en un mar de confusiones, por lo que el liderazgo político debe hacer todos los esfuerzos posibles, deponiendo apetencias e intereses individuales y concertar, sin dilación, un gran pacto que garantice la gobernabilidad, que este por encima de las locuras y despropósito de irresponsables que no tienen la menor idea de a donde nos pueden llevar sus inconductas e inconsecuencias.
Por Ruddy L. González ;-
Porque creo que más que una verdadera lucha contra la corrupción y la impunidad -que quizás se la crean algunos muchachos que marchan de verde, imbuidos por la moda del momento- estamos jugando a una ruleta rusa en que la democracia, la estabilidad, la gobernabilidad es el protagonista.
Aunque prefiero no entrar hoy en los detalles, en las profundidades, del proceso judicial abierto contra los acusados del escándalo Odebrecht en país, no me puedo sustraer de compartir con ustedes algunas apreciaciones personales.
En el banquillo de los acusados --en la figura de los 14 personas, diez bajo arresto, uno en el exterior y tres legisladores amparados en el privilegio de la inmunidad parlamentariaó está sentado el Estado dominicano, representado por el Gobierno Central, el Congreso y la Justicia, así como la clase política nacional.
La clase gobernante está en serios cuestionamientos.
Es de ahí que figuras grises de la política nacional, apoyados por grupos ‘populares’ desfasados y de gente sin visión de la realidad, que apuestan a la anarquía y la ingobernabilidad, sin medir las consecuencias de las inconsecuencias.
Este proceso juzga al Gobierno, porque las obras cuestionadas son financiadas por el Estado. Juzga al Congreso Nacional ya que gran parte de los imputados son o han sido legisladores. Se cuestiona la Justicia pues el Procurador -Ministerio de Justicia- y los jueces son vistos con ojerizas y se presiona sobre la decisión a tomar sobre los acusados.
El expediente de la Procuraduría encarta a importantes dirigentes de los dos principales partidos mientras ‘la calle’ y la bullanguería mediática alargan la lista, con sus preferidos, acusando a la clase política en general como la gran responsable de la ejecutora de la corrupción y propiciadora de la impunidad.
Esa ‘calle’ populista, que a veces pareciera incontrolable, aplaude el listado de los hoy imputados pero reclama ‘más’, con la mirada fija -y azuzados por las sombras de la conspiración lisonjera-- en el Palacio Nacional, en la figura del Presidente de la República.
Advierto que navegamos en un mar de confusiones, por lo que el liderazgo político debe hacer todos los esfuerzos posibles, deponiendo apetencias e intereses individuales y concertar, sin dilación, un gran pacto que garantice la gobernabilidad, que este por encima de las locuras y despropósito de irresponsables que no tienen la menor idea de a donde nos pueden llevar sus inconductas e inconsecuencias.
Por Ruddy L. González ;-
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