En el país hay un montón de cosas que no están bien; que están torcidas o
dañadas desde hace tiempo, sin que sea por culpa exclusiva de un
gobierno o de un partido político determinado. Hay muchas inacciones e
irresponsabilidades acumuladas en el tiempo, lo que hace difícil que
algún sector social o político pueda venderse como impoluto o atreverse a
tirar la primera piedra. Y si es cierto que la sociedad en su conjunto
debe sacudirse y encarar con urgencia los males ancestrales -y en
crecimiento- que le afectan, no es correcto que alguien en particular
señale culpables favoritos o se abrogue el derecho de descomponer lo
poco que tengamos en orden, en equilibrio o con determinada regla en
materia institucional.
El sistema democrático y el orden institucional
van de la mano y, con sus defectos, tienen sus reglas, normas y plazos
que no pueden ser alterados por caprichos ni intereses particulares. El
Movimiento Verde, en pleno ejercicio democrático, ha estado jugando un
importante rol como equilibrio y suplidor del déficit partidario, pero
(como era sospecha por la diversidad de sectores y de agendas que allí
convergen) parece que determinado éxito temprano le ha estado haciendo
sus daños. Por los precedentes de otros lugares, se ha tenido el temor
de que los aprestos y los propósitos en esta ocasión no quedaran en la
mera demanda de sanción a la corrupción y el cede de la impunidad que
una mayoría respalda, sino de que un posible “envalentonamiento” llevara
a pedir y proponer cosas irresponsables e irracionales, como la
renuncia del Presidente de la República y que le sustituya un gobierno
provisional que convoque a Constituyente y luego a elecciones (¿) -A
menos de un año de instalado Danilo Medina, la desesperación que es mala
consejera- ha llevado a alguna gente de la Marcha Verde a confirmar
sospechas legítimas sobre el verdadero trasfondo y fin ulterior de las
protestas. El pedido extemporáneo e irracional de renuncia de Medina
planteado en el documento reciente de algunos intelectuales y otros
ciudadanos, además de un desacierto que afecta al propio movimiento, es
un absurdo. Medina, con el PLD y aliados, ganó por amplia mayoría las
elecciones y le faltan 3 años y días para agotar su período. Y como
planteara el editorial del Listín Diario, “el gobierno del presidente
Danilo Medina podrá adolecer de fallas y pecados, pero no es ilegítimo
ni tampoco se ha ilegitimado”. Todo el que aspire debe esperar su
tiempo, usar la vía electora con miras al 2020, pero no pretender
alterar el orden institucional y quebrantar la paz social del país. Ni
hay derecho, ni es lo que quiere la mayoría.
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
No hay comentarios:
Publicar un comentario