No hay en el país un sólo, uno sólo de los
candidatos presidenciales que no haya recibido dinero de un empresario,
mediano, grande o pequeño.
Tampoco hay un candidato a diputado, senador o regidor de cualquier ciudad o municipio, que no haya recibido igual respaldo. Claro, en proporción a sus posibilidades y al tamaño de su partido.
Un simple ejercicio nos daría la respuesta. En el pueblo más pequeño, el dinero del colmadero más insignificante, con un capital de 500,000 pesos, aporta “lo que pueda” para que, su amigo o compañero de partido llegue. Nadie se pregunta cómo obtuvo ese dinero el colmadero, pero le sirve para el afiche o el pago de la cuña publicitaria en la emisora de la comunidad.
Eso se repite a mediana y gran escala. Hoy, con el escándalo de Odebrecht, sale a relucir que uno de los implicados, Juan Temístocles Montás, recibió dinero durante tres campañas de la mano del empresario Ángel Rondón.
Pero, ¿fue el único que recibió dinero de Rondón y fue Rondón el único empresario que aportó en las pasadas campañas? Evidentemente que la respuesta es negativa. Algunos dirán “sí, pero Rondón estaba entregando dinero facilitado por una empresa mafiosa como la Odebrechet”.
Se cae de la mata entonces preguntar ¿quién en ese momento lo sabía? ¿A qué empresario se le pregunta sobre su fortuna cuando hace algún aporte, a político o institución caritativa? Probablemente muchos recursos recibidos por los candidatos y los partidos, de parte de “empresarios” y “amigos”, provengan de otras empresas mafiosas extranjeras, o de dudosa procedencia aún no descubiertas y podría ser hasta del narcotráfico. Nadie lo sabe… hasta ahora. Entiéndanme, no justifico lo que está sucediendo.
Tampoco hay un candidato a diputado, senador o regidor de cualquier ciudad o municipio, que no haya recibido igual respaldo. Claro, en proporción a sus posibilidades y al tamaño de su partido.
Un simple ejercicio nos daría la respuesta. En el pueblo más pequeño, el dinero del colmadero más insignificante, con un capital de 500,000 pesos, aporta “lo que pueda” para que, su amigo o compañero de partido llegue. Nadie se pregunta cómo obtuvo ese dinero el colmadero, pero le sirve para el afiche o el pago de la cuña publicitaria en la emisora de la comunidad.
Eso se repite a mediana y gran escala. Hoy, con el escándalo de Odebrecht, sale a relucir que uno de los implicados, Juan Temístocles Montás, recibió dinero durante tres campañas de la mano del empresario Ángel Rondón.
Pero, ¿fue el único que recibió dinero de Rondón y fue Rondón el único empresario que aportó en las pasadas campañas? Evidentemente que la respuesta es negativa. Algunos dirán “sí, pero Rondón estaba entregando dinero facilitado por una empresa mafiosa como la Odebrechet”.
Se cae de la mata entonces preguntar ¿quién en ese momento lo sabía? ¿A qué empresario se le pregunta sobre su fortuna cuando hace algún aporte, a político o institución caritativa? Probablemente muchos recursos recibidos por los candidatos y los partidos, de parte de “empresarios” y “amigos”, provengan de otras empresas mafiosas extranjeras, o de dudosa procedencia aún no descubiertas y podría ser hasta del narcotráfico. Nadie lo sabe… hasta ahora. Entiéndanme, no justifico lo que está sucediendo.
Pero
es claro, por lo que conocemos, que todos, sin excepción, los que hoy
cuestionan los recursos en campaña, hayan recibido aportes de
colaboradores cuestionables. Solo que, hay casos de “prósperos
empresarios”, de la construcción, la televisión, la comunicación y otras
áreas que aún no salen a la luz pública, pero que poseen fortunas que
la “vox populi” ubican como “cuestionables”.
Todo esto lo comento porque para poder controlar la llegada de
recursos de procedencia dudosa a los partidos, es urgente que se apruebe
la Ley de Partidos Políticos y la del Régimen Electoral.
El escándalo actual con relación a la subvención de la campaña
arrastra con más intensidad al Partido de la Liberación Dominicana,
porque está en el poder. Estoy seguro que la mayoría de los partidos del
sistema, y hasta los que no lo son, han recibido dinero de empresarios
como Ángel Rondón.
Esos aportes siempre han existido.
Recuerdo que siendo dirigente del MPD en mi pueblo salía a buscar
“colaboración” de comerciantes de la región “para la causa”. A ninguno
les preguntábamos cómo obtenían esos recursos. No importaba la forma
como lo obtenían, explotando a sus trabajadores o “engañando” a sus
clientes.
Pero hoy, lo que quiero reclamar a los legisladores es que, sin
demora, proporcionen al país esa Ley de Partidos Políticos que
reglamente la vida de esas agrupaciones.
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