CON ACUARELAS.- Nadie sabe en
que terminará el caso Odebrecht, si meterán preso hasta el gato, o si se
quedará en el escarceo de siempre, cada cual con su culpable a manos y
ninguno de los sospechosos en la cárcel. Sin embargo, es bueno que sea
así. Imposible, intrigante, expectante, pues puede sorprender en un
sentido o en el contrario. La pieza no es de teatro, en la que se conoce
el principio y el final, con personajes predeterminados, y se acoge de
más en más el absurdo. Se piensa y se denuncia al gobierno como
atrapado, sin salida, y no solo por las colindancias, sino por
incapacidad jurídica, incluso política.
Aunque depende. La incapacidad se contagia o es propia de todos. Por ejemplo, se le lanzan de costado, y demandan, pero nadie propone una fórmula que sea justa y viable. Las autoridades pintaron el panorama con acuarelas, y se creyeron una victoria que al paso de los días no lo es tanto. Un acuerdo económico, golpeando a la constructora donde se supone más le duele. En el bolsillo. La estrategia se redondeaba con la homologación de un juez y una colaboración crucial de sus pares brasileños...
NO DISPONE, NO PROPONE.- El dinero resultó poco, y más que natural. Cada cual tiene calculadora diferente, y a unos les sobran números y a otros les faltan. Pero tampoco la homologación fue como se esperaba: expedita. El juez jugó al tiempo y a la política, y pospuso su decisión para después que el Procurador viniera de Brasil y el presidente de la República hablara ante las cámaras. El viaje y el discurso darían medida y alcance a su fallo. Le echó un cubo de agua fría al entusiasmo oficial. Había que empezar de nuevo, y de otra manera. Lo del juez José Alejandro Vargas fue interesante. Todos los opinantes dieron por un hecho que acogería el recurso del Procurador, y cuando dijo que no desconcertó las dos barras. La oficial y la de calle. Pudo haberse adelantado salidas, pero se dio el hecho por cumplido. Incluso, ahora con el fallo en las manos, no se plantean alternativas. Nadie toma riesgo, y al gobierno que se las arregle como pueda. Cuando actúe se le dirá que así tampoco. La falla será del ministerio público, de eso no hay dudas, pero igual de la inteligencia jurídica del país. El gobierno no dispone, la oposición no propone...
POLLO O GRANJA.- Aunque sí se escriben novelas con suspense y terror al estilo de Stephen King. Por ejemplo, la historia de los porcentajes. Como es ineludible la culpa compartida, pues Odebrechet trabajó de corrido con tres administraciones, empieza a descontarse responsabilidad. A lo que hoy es oposición le tocaría un 9 %, y el 91 % al actual gobierno combinado con su antecesor, ambos del mismo partido. Si eso no es politizar el caso, que resucite Maquiavelo y me lo diga. Un 9 % da pecado venial, y el restante 91 % -- sin dudas -- capital, más si se tiene en cuenta que ese porcentaje abarca el grueso de las obras y casi todos los millones. Eso de cuando llegó no importa, pues la gracia del bautismo fue buena para todos. Cabe preguntarse, entonces, si con ese criterio puede manejarse el ministerio público o el juez que vaya a conocer el fondo y decidir al respecto: Mire, magistrado, que este opositor se cogió un pollo, y es un robo famélico, diferente de aquel oficialista que se llevó la granja para su casa...
Aunque depende. La incapacidad se contagia o es propia de todos. Por ejemplo, se le lanzan de costado, y demandan, pero nadie propone una fórmula que sea justa y viable. Las autoridades pintaron el panorama con acuarelas, y se creyeron una victoria que al paso de los días no lo es tanto. Un acuerdo económico, golpeando a la constructora donde se supone más le duele. En el bolsillo. La estrategia se redondeaba con la homologación de un juez y una colaboración crucial de sus pares brasileños...
NO DISPONE, NO PROPONE.- El dinero resultó poco, y más que natural. Cada cual tiene calculadora diferente, y a unos les sobran números y a otros les faltan. Pero tampoco la homologación fue como se esperaba: expedita. El juez jugó al tiempo y a la política, y pospuso su decisión para después que el Procurador viniera de Brasil y el presidente de la República hablara ante las cámaras. El viaje y el discurso darían medida y alcance a su fallo. Le echó un cubo de agua fría al entusiasmo oficial. Había que empezar de nuevo, y de otra manera. Lo del juez José Alejandro Vargas fue interesante. Todos los opinantes dieron por un hecho que acogería el recurso del Procurador, y cuando dijo que no desconcertó las dos barras. La oficial y la de calle. Pudo haberse adelantado salidas, pero se dio el hecho por cumplido. Incluso, ahora con el fallo en las manos, no se plantean alternativas. Nadie toma riesgo, y al gobierno que se las arregle como pueda. Cuando actúe se le dirá que así tampoco. La falla será del ministerio público, de eso no hay dudas, pero igual de la inteligencia jurídica del país. El gobierno no dispone, la oposición no propone...
POLLO O GRANJA.- Aunque sí se escriben novelas con suspense y terror al estilo de Stephen King. Por ejemplo, la historia de los porcentajes. Como es ineludible la culpa compartida, pues Odebrechet trabajó de corrido con tres administraciones, empieza a descontarse responsabilidad. A lo que hoy es oposición le tocaría un 9 %, y el 91 % al actual gobierno combinado con su antecesor, ambos del mismo partido. Si eso no es politizar el caso, que resucite Maquiavelo y me lo diga. Un 9 % da pecado venial, y el restante 91 % -- sin dudas -- capital, más si se tiene en cuenta que ese porcentaje abarca el grueso de las obras y casi todos los millones. Eso de cuando llegó no importa, pues la gracia del bautismo fue buena para todos. Cabe preguntarse, entonces, si con ese criterio puede manejarse el ministerio público o el juez que vaya a conocer el fondo y decidir al respecto: Mire, magistrado, que este opositor se cogió un pollo, y es un robo famélico, diferente de aquel oficialista que se llevó la granja para su casa...
Con el rasero de la política el asunto se maneja mejor, o por lo
menos más expedito, pues trata de distinguirse entre los míos y los
tuyos, y los míos siempre serán los míos, y los tuyos, los tuyos. Así
como los buenos ladrones y los malos ladrones. El buen ladrón fue al
cielo al perdonársele los pecados, y el mal ladrón debe estar
consumiéndose todavía en el infierno. En esa lógica, el gobierno deberá
someter o meter preso al confesado 9% y encubrir, como se denuncia hará,
al 91 % que le corresponde. Es decir, que no hay buen juicio en ninguno
de los lados. La jurisprudencia dominicana se declara o resulta
insuficiente, y por eso depende tanto de las informaciones que fluyan
del exterior, y el rasero político, por lo que llevo descrito, es más
perverso que cualquier medio que pueda usarse en justicia. Por ejemplo ¿
Qué pasaría si la distribución del 9 y 91 %, hecho aquí, no se
correspondiera con el reparto verdadero, cuyas cuentas y pruebas están
en manos de los brasileños, empresa y fiscales ?...
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