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martes, marzo 07, 2017

Cosas de Balaguer

Tengo nuevas historias de Balaguer que tienen que ver con dos individuos que en su momento dijeron ser balagueristas pero que Balaguer nunca les creyó… ¡Y vaya que tenía razón! A uno, le decía “Pitufo”; al otro, “Marrullero”. Con los años, tanto “Pitufo” como “Marrullero” terminaron juntos, como tenía que ser, y dirigiendo el partido de Balaguer.
Los viejos balagueristas --empezando por el propio Balaguer--, sabían que esos dos individuos fueron siempre simuladores.
A ninguno de los dos, Balaguer le dio jamás un decreto a pesar de que lo golosearon hasta la necedad. Sólo uno, “Pitufo”, ocupó un cargo público de tercera categoría, al final de los doce años. Pero el otro, “Marrullero”, a lo sumo llegó a ser legislador.
Una vez “Pitufo” llegó a la Máximo Gómez 25 en compañía de su padre, que era balaguerista de la vieja guardia, aprovechando que uno de los lazarillos del líder ciego necesitaba “un gran favor de la Lotería”. Todos en la casa sabían que Balaguer detestaba al “Pitufo” a pesar del afecto que sentía por su progenitor.
No bien había entrado el viejo reformista a la biblioteca de Balaguer, éste le increpó: “Fulano (lo mencionó por su nombre), y tú andas con tu hijo zutano (lo mencionó por su apodo de gallo)?... El que tiene cita conmigo eres tú y más nadie… ¡Pérez Bello, sácame a esta gente de aquí! Hay quienes dicen que aquel día --como pocas veces ocurría--, Balaguer perdió los estribos porque si alguna condición humana tenía, era su caballerosidad y decencia cuando alguien le visitaba en su casa.
… Lo que vi y escuché
Era la campaña electoral para las elecciones congresuales y municipales de 2002… Danilo Medina, que era entonces el armador de la boleta del PLD, propuso ante el Comité Político de ese partido que me nominaran como candidato a senador por mi provincia, San Cristóbal.
Mi respuesta la conoce todo el mundo porque la hice pública en televisión muchas veces: aceptaba la postulación si también me apoyaban el Partido Reformista y el PRD, que entonces lideraba Hipólito Mejía en su condición de Presidente de la República.
Por supuesto que Hipólito no sólo rechazó aquella ilusa pretensión, sino que también le pidió a Balaguer --en cuya casa tenía una chiva amarrada--, que por igual desestimara mi propuesta.
Balaguer, sin embargo, fue más inteligente y me hizo una contrapropuesta… “
… Pero tú no necesitas ninguna alianza para ganar esa senaduría, César --me dijo--, la segunda vez que lo visité en su casa. El Partido Reformista te basta, y si también te apoya el PLD, ganas a unanimidad”.
La generosidad elogiosa del viejo líder había precedido a este comentario: “Ven a verme cuando tú quieras… No te lleves del gentío que veas aquí… Todos esos que están ahí afuera, empezando por ese marrullero que entró contigo, procuran ventajas y dinero… Eso es lo único que buscan…”.
Y entonces… ambos dos
Esos dos personajes son probablemente los dirigentes políticos más despreciables en su propia comunidad partidaria. Han estado siempre al acecho de cualquier oportunidad para medrar en torno al poder sin el menor pudor, pero así mismo saltan de un lado a otro de forma desleal y artera a su mejor conveniencia.
Los viejos reformistas de la casa los conocen bien, y todos los llaman por los nombretes con los que Balaguer los identificó siempre. El “Pitufo” ha girado en torno a todos los gobiernos, y ahora coquetea con un grupo opositor al que todos saben pagará con la misma moneda: la traición.
“Marrullero” aparenta mayor docilidad, pero es igualmente ladino y sólo busca dinero y posición… Más ahora que está desnudo… y en la calle.
Por César Medina ;-

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