La forma cómo se maneja el caso de la constructora Odebrecht revela
que al Gobierno le gustan las protestas. La actuación judicial contra la
corrupción deja la cancha abierta para que sigan las manifestaciones en
reclamos de justicia.
Al oír las declaraciones del procurador Jean Alain Rodríguez, que
hizo acuerdos con la fi rma brasileña de confi dencialidad, me suena los
oídos con notas de inconformidad.
Eso no satisface al público.
Ese pacto parece civilizado, pero no lo es ya que Odebrecht podrá seguir operando sin penalidad para sus empleados corruptores.
Dijo el fi scal general que es un gran logro que la empresa abonará
el doble del soborno delatado, pero será en el 2025 que culminarán los
pagos. Tal parece que el Procurador aspira a que seguir en el poder
después del próximo gobierno que terminará en el 2024.
El funcionario judicial habló como si fuera un gran logro que
Odebrecht devuelva algo de lo que se apropió. La empresa anunció el pago
de 30 millones a corto plazo y en ocho años el resto. Este tipo de
penalidades se ha dado en el pasado, y al fi nal el país ha quedado
estafado.
Entregan una boronita.
El ministerio público parece no entender el reclamo popular: cárcel
para los corruptos. Que no ponga la persecución judicial en Baño de
María.
De todas partes llegan informaciones de que investigan, detienen y
condenan gente ligada a la corrupción que se propagó desde Brasil. Aquí
seguimos haciendo morisquetas frente al espejo.
Este caso, cuyas implicaciones se esperaban desde hace mucho, sigue en burbujas.
Parece haber la intención de que los ánimos se calmen por agotamiento.
Se juega al hastío. Ganar tiempo en lo que un escándalo mayor tapa este bulto o sacrifi can al chivo expiatorio.
Creo que se tiene que ir a la causa y no al efecto. La deducción es
muy sencilla: Odebrecht pagó sobornos para que le aprobaran obras. Esa
coima sería recuperada con la sobrevaluación de las mismas. Los
brasileños no pagaban nada en realidad, sino que formalizaban un
entramado para defraudar al Estado dominicano.
Hay que investigar la sobrevaluación.
De allí brotará el pus de la corrupción.
Se sabrá quiénes recibieron la canonjía y cuánto es el monto con que se defraudó al país.
Una demanda está en las calles. La percepción es que el Gobierno es
cómplice y tapa a los implicados. Que no se haga más mármaras.
Por Alfredo Freites ;-
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