Todo apunta a que, pese al movimiento de hace unos días que buscaba
dejar fuera de la presidencia y del control del PRSC al ingeniero
Federico -Quique- Antún, el dirigente colorado sabrá maniobrar para
seguir al mando de la organización política fundada por el expresidente
Joaquín Balaguer, y colocar en una situación delicada a los autores de
lo que se definió como un intento de “golpe de Estado”.
El hombre, al
levantarse de la cama y anunciar desde el local central de la
organización que retomaba la rutina partidaria como su titular, definió
la acción de un grupo de “compatriotas” que decía suspenderlo por
alegadas “faltas graves”, como “actitudes perversas, mezquinas, llenas
de egoísmo y de envidia”. Llegue o no esto hasta el Tribunal Superior
Electoral o le declare un “perdón” el sector al frente de la franquicia
reformista a los compañeros envueltos en la “intentona” , lo cierto es
que el mero amago pone al descubierto un mal de fondo a lo interno de
los reformistas que, por más que le busquen la vuelta, dejará un sabor
amargo que continuaría reflejándose hasta el 2018, fecha de renovación
de los cuadros directivos de la organización. De todos modos -y frente a
un PRSC cuyos directivos o figuras principales halan unos para el lado
o la cobija del gobierno y otros para lado o el efecto mediático de la
oposición- , la nueva situación presentada entre los reformistas da
división por todos los lados. Y la razón fundamental de los últimos
movimientos o “aprestos”, en los que hay gente veterana o experta en
“travesuras” políticas de parte y parte, no es más que la lucha por el
control de la organización. A falta del liderazgo fuerte del doctor
Balaguer, su fundador, el PRSC, acostumbrado al poder, ha sacrificado la
posibilidad de un crecimiento por medrar o servir de partido bisagra a
quienes, de manera sucesiva, tienen un pie puesto en el estribo del
triunfo, trátese del PLD o del PRD. Desde las pasadas elecciones, cuando
extrañamente el sector con el control de la franquicia política no
pacto con el candidato del partido en el Gobierno, sino con el de la
oposición, se ha querido exhibir un discurso de “camino propio” y de
“línea dura “contra el Gobierno, en procura de crecer y ganar espacio.
Sin embargo, la tendencia a que una parte apoye siempre al sector
oficial y otra haga lo contrario, ha dado lugar a división tras división
y a que, a fin de cuenta, el PRSC cada vez sea mas pequeño. Ahora, para
despejar el camino al 18 y 20, es probable que se le dé trabajo al
tribunal disciplinario. Si fuere el caso -y parece que sí-, no haría
mucho el PRSC al intentar crecer saliendo del Gobierno y cayendo en
brazos de la oposición, o de Abinader (¿).
Por Luis Encarnación Pimentel ;-
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