Resulta siempre grato compartir este tipo de experiencia -rica en
valoraciones y equidistante de las simpatías particulares-, cuando
estamos sólo a horas de las elecciones de los Estados Unidos y la brecha
entre los dos candidatos sigue cerrándose como nunca antes en la
historia electoral norteamericana.
Le pedí a José Café dos colaboraciones que publicaré entre hoy y
mañana, en los momentos finales de una campaña abundante en agresividad,
insultos, descalificaciones y, sobre todo, temores bien fundados de que
un eventual resultado puede resultar catastrófico para la humanidad.
Dicen los “americanólogos” que cualquiera de los dos que gane será
peor para los Estados Unidos. No creo que sea exactamente así, porque
una de las principales críticas a la señora Clinton es que “hará
exactamente lo mismo para que todo siga igual”. En el caso de Trump, por
lo menos, se sabe que muchas cosas cambiarían, pero para mal. O sea, la
alternativa norteamericana a partir de las elecciones de mañana no
parece nada halagu¨eña. Veamos la primera parte de un análisis sesudo…
… Ventajas comparativas
Hillary es abogada con más de 30 años de experiencia en el servicio
público. Le disputó las primarias demócratas a Barack Obama en el 2008.
Es políticamente correcta y buena para los debates.
Donald Trump no ha ocupado cargos públicos, pero opinaba públicamente y se codeaba con líderes políticos.
Siempre lo vieron presidenciable aunque nunca pensaron que haría una campaña tan arrolladora.
Hillary está apuntalada por el establishment y la prensa global, la
gente blanca con carrera universitaria, los latinos y todo aquel que ha
oído hablar mal de Donald Trump en el mundo.
Trump tiene a los campesinos, los habitantes de las ciudades pequeñas
marginadas, los blancos sin estudios superiores, los militares y
policías. Wikileaks es su ángel de la guarda y en el tablero geopolítico
tiene a Inglaterra, Rusia e Israel.
La suerte lo acompaña. La reactivación del caso de los emails de
Hillary Clinton por parte del FBI, por encima de Obama y del
Departamento de Justicia, lo rescató del abismo. Paralelamente, el
aumento de los precios de los seguros médicos, para boicotear la gestión
de Obama, le proporcionó otra munición a su retórica.
Según el periódico El País, “la campaña de Hillary es la más
sofisticada en organización y tecnología de la historia... Cuenta con
todos los recursos modernos de persuasión y movilización”.
Conectó mediante un discurso que ilumina los valores, el optimismo, la inclusión social y los ataques al adversario.
Pocas veces habló de su programa económico. Hizo omnipresencia
teniendo a Barack y Michel Obama, Joe Biden, Bill y Chelsea Clinton, y a
Tim Kaine encabezando concentraciones por separado.
… La campaña de Trump
La campaña de Trump no es moderna. Los expertos la consideran
tercermundista, de los años setenta, pero buena. The New York Times
escribió: “No es mala, ni caótica ni disfuncional... y ni siquiera es
una campaña. Si llega a funcionar nos volveremos inútiles. Habrá
destruido una profesión entera”.
Sus mítines son multitudinarios. Sus temas son los problemas del país y sus propuestas para solucionarlos.
Los ataques a su contrincante nunca faltan. Sus simpatizantes han
invadido las carreteras y pueblos pequeños con sus pancartas. Hasta se
ven motoristas ondeando banderas con su propaganda como si estuvieran en
Santo Domingo.
¿Quién ganará? Por mucho o pocos puntos, Hillary Clinton siempre
encabezó las encuestas. Sin embargo, en las carreras de fondo casi nunca
triunfa el que mantiene la delantera sino el que viene en segundo o
tercer lugar. Ella es la favorita para ganar, pero el momentum es de
Donald Trump quien viene pisándole los talones en las encuestas con una
diferencia de solamente 1.7 puntos. El triunfo de ella será la victoria
del poder internacional y si gana Trump, el mundo amanecerá hundido en
la negación, pero no se acabará.
(Mañana sigo).
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