Aunque estamos ubicados en la trayectoria de los huracanes, tenemos
suerte de que nos afecten muy esporádicamente sus fuertes vientos, pero
nos deja la lluvia que impulsa y arrastra. Los ciclones son fenómenos
naturales más buenos que malos. Aportan agua, renuevan los bosques,
mueven los mares, agitan los ríos.
Con los datos que aporta la tecnología ya se pueden adoptar medidas
preventivas para atenuar sus daños tales como desbordamientos,
deslizamientos, altas mareas y trayectoria de los vientos.
Los estados
son los encargados de educar a la población de qué hacer ante la
presencia de un ciclón. Compárese el número de víctimas que dejan los
meteoros en Cuba frente a otras naciones, incluyendo Estados Unidos. Los
cubanos saben que hay una temporada ciclónica y viven de acuerdo con
ella. El gobierno dominicano, que destina mucho dinero en la
construcción de escuelas, debe contemplar eso en su diseño y darles esa
configuración mixta. Plantel y área de refugio para los pobres en caso
de huracanes. Incluso para esos fines se pueden hacer ensayos con la
población circundante. En la zona caribeña los haitianos son los más
vulnerables por múltiples razones. Un histórico muestra los frecuentes
azotes de los ciclones a una población sin un estado previsor, carentes
de recursos y con viviendas frágiles. Los daños que sufrieron sus
nativos por el paso del huracán Matthew han conmovido al mundo. Esa
situación ha despertado la solidaridad del gobierno dominicano que
nuevamente extiende su mano amiga. La zona fronteriza y Haití son un
mismo blanco en la operación de ayuda. Rápidamente el presidente Danilo
Medina dispuso actuar llevando alimentos; incluyendo talentos con
materiales para la reconstrucción de la red eléctrica y las
comunicaciones viales.
Dicen que la familia más cercana que tenemos es el vecino. El
gobierno comparte sus escasos recursos con Haití. La generosidad no es
dar lo que nos sobra o entorpece sino compartir lo que tenemos. Los
haitianos saben que cuentan con nosotros.
Acudir en auxilio muestra una vez más que los dominicanos, como vecinos
cercanos, somos la familia más próxima de los haitianos, sin importar
los chismes de los que viven de la pobreza humana. Colaborar con
soluciones a los problemas de Haití son también medidas preventivas para
retenerlos en sus entornos sociales. Sin embargo, sabemos que colocarse
en las proximidades de las crecientes, desafiar las costas y desoír las
advertencias cuando hay huracanes, tienen fatales consecuencias.
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