Creyó y participó. En un sorteo entre más de 3,000 personas y empresas constructoras ganó el contrato para construir la escuela Pedro Henríquez Ureña en El Almendro de Villa Mella.
68 millones de pesos.
No es la lotto, pero se acerca.
¿Hombre con suerte este ingeniero Ariel De Castro? En parte.
Porque si no hubiese estudiado, si no se gradúa de ingeniero, su nombre y su número de CODIA no tenía derecho a estar en el globo del sorteo de escuelas que, como expresión de democratización en la asignación de obras públicas, hace nuestro gobierno.
En este caluroso y empobrecido país, la suerte camina cansada de tanto despachar sus bondades en interminable recorrido. De modo que nada mejor que el energizante de la educación.
Con la Revolución Educativa, eso que llamamos suerte, luce radiante y vital.
Los niños, los estudiantes también están contentos con su nueva escuela. Son los que más. "La otra era muy chiquita, comparándose a esta".
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