Viernes, 5:00 p.m., llego a mi casita campestre,
donde pago el servicio “Claro T.V”. vía parábola. Enciendo el televisor y
aparece esta información: Smart Card vencida. Llamo desde mi celular al
220-1111, opción 3, opción 2. Durante largo rato, un necio mensaje
publicitario que termina cayéndome mal, me hastía hasta la
desesperación, interrumpido sistemáticamente por una grabación en voz
femenina advirtiendo que “todos los agentes están ocupados; espere en
línea y será atendido”. ¡Promesa vana!
Han pasado 12.5 minutos y no aguanto más, por lo que decido colgar. Espero veinte minutos y vuelvo a llamar. Nueve minutos después, previendo la descomposición de mis nervios y el estallido de dos estruendosos “sanantonios”, cuelgo y decido buscar películas ya vistas, para matar el tiempo. Sábado, 10:00 a.m. Llamo nuevamente, con la esperanza de que la línea esté descongestionada, pero la historia se repite. Marco otra de las opciones del menú. Me contesta un amable joven, quien advierte no podrá ayudarme porque no es su división. Le explico lo sucedido y me informa que todo se debe a la cantidad de reclamos que está recibiendo la empresa, incluyendo llamadas desde Puerto Rico (?). Un poco para descargar la frustración, de manera calmada le digo que una empresa de ese calibre, que heredó una clientela tan gruesa, no puede darse el lujo de descuidar al usuario, mucho más tomando en cuenta la cantidad de opciones que hoy inundan el mercado: Wind, Viva, Sky, etc., además de los sistemas de cable de cada localidad, que incluyen internet y que se están expandiendo a gran velocidad.
Cuento el caso a amigos, y por ellos me entero de que en Tricom ocurre el mismo problema. No hay excusas para que cual sea la empresa de servicio, esté recibiendo un alto volumen de llamadas desatendidas. En todo caso, deben habilitar más líneas y personal para que el que paga por el servicio no sea presa de la impotencia, al no tener a qué instancia recurrir dentro de la institución, más que al mismo inútil número.
Han pasado 12.5 minutos y no aguanto más, por lo que decido colgar. Espero veinte minutos y vuelvo a llamar. Nueve minutos después, previendo la descomposición de mis nervios y el estallido de dos estruendosos “sanantonios”, cuelgo y decido buscar películas ya vistas, para matar el tiempo. Sábado, 10:00 a.m. Llamo nuevamente, con la esperanza de que la línea esté descongestionada, pero la historia se repite. Marco otra de las opciones del menú. Me contesta un amable joven, quien advierte no podrá ayudarme porque no es su división. Le explico lo sucedido y me informa que todo se debe a la cantidad de reclamos que está recibiendo la empresa, incluyendo llamadas desde Puerto Rico (?). Un poco para descargar la frustración, de manera calmada le digo que una empresa de ese calibre, que heredó una clientela tan gruesa, no puede darse el lujo de descuidar al usuario, mucho más tomando en cuenta la cantidad de opciones que hoy inundan el mercado: Wind, Viva, Sky, etc., además de los sistemas de cable de cada localidad, que incluyen internet y que se están expandiendo a gran velocidad.
Cuento el caso a amigos, y por ellos me entero de que en Tricom ocurre el mismo problema. No hay excusas para que cual sea la empresa de servicio, esté recibiendo un alto volumen de llamadas desatendidas. En todo caso, deben habilitar más líneas y personal para que el que paga por el servicio no sea presa de la impotencia, al no tener a qué instancia recurrir dentro de la institución, más que al mismo inútil número.
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