Aunque parezca un contrasentido, necesariamente el que pierde en unas
elecciones no tiene que salir derrotado. Porque aunque resulte obvio
que a unas elecciones se va a ganar o a perder-- dependiendo de cómo se
vea el vaso, medio lleno o medio vacío--, es posible ganar sin obtener
la mayoría del electorado... Lo que jamás puede perderse es el juicio.
En el nivel presidencial, las elecciones del pasado 15 de mayo
tuvieron un ganador, Danilo Medina, reelecto con una votación histórica…
Pero tanto en el ofi cialismo como en la oposición se produjeron otras
victorias casi tan resonantes: Abel Martínez, Kelvin Cruz y David
Collado en las alcaldías de Santiago, la Vega y el Distrito Nacional...
… Lo mismo que las curules congresionales obtenidas por José Ignacio
Paliza, Faride Raful, José Laluz y José Hazim, cuyos triunfos
entusiasman a sectores sociales y franjas generacionales de la sociedad
dominicana.
No obstante, otros que no fueron favorecidos con el voto popular
pudieran darse también como ganadores a juzgar por sus avances en el
liderazgo nacional, provincial o comunitario, pero a partir de sus
actuaciones convierten en derrotas los aspectos positivos que alcanzaron
en el proceso.
Luis Abinader, por ejemplo, obtuvo más votos de lo que todos
calcularon- - incluyéndolo a él--, y aunque eso no le otorga el
grandilocuente titulo de “líder de la oposición”, le confiere
posibilidad de competir con éxito en futuros procesos.
Lleva dos campañas nacionales -- una como candidato vicepresidencial y
otra como candidato presidencial--, lo que le otorga alto nivel de
conocimiento en el electorado. Además de esas experiencias, lo respalda
su juventud sumada a la posibilidad de aprovechar los próximos cuatro
años para construir una organización política con estructura electoral y
potenciar nuevos liderazgos con nuevos talentos que simpatizan con el
PRM.
Si no termina de perder la cabeza haciendo locuras, Abinader está
proyectado a encabezar un polo opositor que haga frente al PLD en el
2020… Un PLD que, además del desgate propio de 16 años corridos de
gobierno, deberá lidiar con serias diferencias internas que amenazan
minar su unidad.
Sin embargo, el candidato perdedor se niega a ver “la cara amable”
que le presentaron estas elecciones... Y en actitud de niño malcriado
desoye consejos y peticiones para que asuma una actitud madura y acepte
los resultados con civismo y vocación democrática, deteriorando su
imagen no solamente dentro de su propio grupo, sino en el seno de la
misma sociedad a la que tendría que pedir el votos dentro de cuatro
años.
Abinader debe saber que los votos para ganar unas elecciones no están
en el 26 por ciento de la población que sufragó por su partido, y ni
siquiera en el 35 que votó por él en cualquiera de las agrupaciones
políticas que lo postularon… Deberá buscarlos en el 62 por ciento de la
población que apoyó a Danilo y que ahora observa atónita cómo el
candidato que perdió instiga a la subversión para desprestigiar un
proceso legítimo.
Estos ejemplos son peores aún: Guillermo Moreno y Minou Tavárez se
resistieron a integrarse a un bloque opositor bajo una premisa correcta:
Ante unas elecciones definidas en el plano presidencial, su apuesta
pasaba por construir proyectos referenciales que recibieran una buena
cantidad de votos para apoyarse en una plataforma con la opción adecuada
para confi gurar en 2020 un escenario alternativo.
Pero ahora andan reburujados no sólo con el PRM del que renegaron,
sino también con la conservadora y caricaturesca candidata del PUN; con
el PQDC, de Elías Wesin Chávez; con la FNP, de Vincho Castillo y sus
hijos, precisamente el partido más alejado del discurso “progresista”
sobre el que fundamentan su propuesta Minou y Moreno.
El caso de la Fuerza Nacional Progresista es singular porque alega
que salió de la alianza con el PLD para ofrecer una opción al segmento
que compartía sus posiciones en materia de migración y de lo que
llamaron “valores de la familia”… Con rimbombancia le llamaron “Polo
Soberano” a la plataforma electoral de Pelegrín Castillo para terminar
haciéndoles coro a quienes tanto les acusaron de xenófobos y racistas.
La FNP apostó por el voto nacionalista y cristiano… pero ante su ínfima votación se ha echado en brazos de los grupos a quienes los
Castillo catalogaban de traidores a la patria y atribuían ser financiados por USAID para promover el aborto y el matrimonio gay,
auspiciados por “las potencias” y “por el gran capital” para establecer
un Estado binacional.
De un plumazo tiraron al zafacón una buena parte del respeto ganado a
partir de la verticalidad de su discurso para justificar su pobre
actuación electoral...
… En fin, que así andan los derrotados de las pasadas elecciones: ¡Desquiciados y perdiendo por partida doble!
Por Oscar Medina ;-
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