El expresidente de Uruguay, José ‘Pepe’ Mujica envió al secretario general de la OEA, Luis Almagro, una carta en la que expone su descontento con la posición que éste ha asumido frente a la crisis que atraviesa Venezuela.
“Venezuela nos necesita como albañiles y no como jueces, la presión
exterior solo crea paranoia y esto no colabora hacia condiciones
internas en esa sociedad”, dice Mujica en la misiva, y aunque hace poco
el exmandatario uruguayo criticó fuertemente a Nicolás Maduro,
presidente venezolano, y lo tildó de estar "loco como una cabra",
con esta carta Mujica dejó en evidencia su preocupación por la forma
como la política internacional ha intervenido en la república
bolivariana.
El pasado 31 de mayo, Almagro activó la Carta Democrática del
organismo para Venezuela, un paso sin precedentes que ha abierto un
proceso que puede llevar a su suspensión del ente y que ha desencadenado
en reacciones a favor y en contra, un conflicto del que ahora Mujica
también toma parte.
Esta es la carta en cuestión:
De Mujica a Almagro:
Luis:
Sabes que siempre te apoyé y promoví. Sabes, que tácitamente
respaldé tu candidatura para la OEA. Lamento que los hechos
reiteradamente me demuestren que estaba equivocado. No puedo comprender
tus silencios sobre Haití, Guatemala y Asunción, al mismo tiempo
publicas carta respuesta a Venezuela.
Entiendo que sin decírmelo, me dijiste ‘adiós’.
Cuando te pedí que no concurrieras a la frontera convulsionada de
Venezuela y Colombia, no era capricho ni menos no querer ver la
realidad. La preocupación mía no es como nos ven o entienden los medios
de prensa o los políticos. No, la línea de preocupación es cómo incidir
algo a favor de la gran mayoría de los venezolanos. Es la misma actitud
asumida en el conflicto Estados Unidos-Cuba, o con la paz de Colombia.
Lo central no es cómo nos ven sino ser útil o no a la mayoría de la
gente corriente. Creo que en algún momento habrá que servir de puente
para que Venezuela toda pueda manejar con solvencia su autodeterminación
y no deberíamos divorciarnos de ese rumbo. Todos sabemos que Venezuela
es reserva petrolera para los próximos 300 años. Allí radica su riqueza y
su desgracia, porque Estados Unidos es adicto al petróleo y sus
intereses presionan y cómo. También esto hizo posible la deformación
sociológica de acostumbrarse a vivir de la renta petrolera y terminar
importando hasta lo elemental, el grueso de la comida.
La revolución bolivariana no pudo escapar con voluntarismo de esa
realidad aunque derramó recursos y reservas a favor de los eternos
postergados. En mucho fueron años a favor de la equidad social. No se
logró revertir la dependencia del petróleo y de las importaciones de
alimentos, y con la caída de precios, padece hoy un cúmulo de tensiones
que hasta enturbian la democracia.
Venezuela necesita paz interior, es decir convivencia en primer
término, y deberíamos trabajar para ello. Necesita no reducir la idea de
socialismo a estatización y precisa coyuntura de NEP para su economía y
sus desequilibrios monetarios. Esto parece imprescindible para
viabilizar reparto, estabilidad y democracia.
Venezuela nos necesita como albañiles y no como jueces, la
presión exterior solo crea paranoia y esto no colabora hacia condiciones
internas en esa sociedad.
Repito: la verdadera solidaridad es contribuir a que los
venezolanos se puedan autodeterminar respetando sus diferencias pero
esto implica clima que lo posibilite.
Es muy difícil hoy, pero toda otra alternativa puede tener fines trágicos para la democracia real.
Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido.
"Pepe”
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