En la recién pasada Asamblea General de la OEA en Santo Domingo, lo
malo de Almagro fue intentar poner en América Latina la agenda
homosexual a través de la ideología de género, usando expresiones para
esconder la real intención de apoyar el aborto, justificar el matrimonio
entre personas del mismo sexo y la concepción aberrante de la adopción
de niños.
En este tenor, es responsabilidad de la sociedad civil de nuestras
naciones de Latinoamérica, conjuntamente con cancilleres y embajadores
de sus respectivos países, custodiar sus constituciones, legislaciones,
costumbres, tradiciones y valores de nuestros pueblos, para así impedir
la imposición de ideologías foráneas sustentadas por personas
espiritualmente enfermas que atentan contra la vida, la familia como
núcleo natural de convivencia social, el derecho innegociable de educar
nuestros hijos, y en lo político los preceptos democráticos incluyentes,
pero no impuestos por los conceptos de una transculturación en plena
decadencia moral.
Es un momento de gran reflexión y compromiso con las futuras
generaciones que merecen desarrollarse en un marco de concepciones
éticas y cristianas, para crecer bajo un modelo de respeto a lo que por
naturaleza se nos dotara como seres humanos. Para lograrlo, no hay mejor
camino que la Palabra de Dios, cuando nos dice: Confía en Cristo para
permanecer firme y ser capaz por tí mismo de permanecer fuerte ante las
tentaciones.
Mientras sigas a Cristo y su ejemplo, hallarás el camino para evitar
caídas espirituales. Hay que reflexionar que cada cual tiene derecho a
hacer de su vida lo que entienda, pero sin imposiciones más allá de los
preceptos que sustentan la creación de la familia como continuidad de la
vida en convivencia, en el propósito natural de reproducirnos como la
naturaleza así lo preserva.
Levantemos la voz de protesta contra los propulsores del amor
aberrante y la liquidación del proceso de la vida antes de nacer.
La unidad del pueblo dominicano se hace cada día más necesaria para
defender los valores familiares, cívicos e históricos, que nos dieron la
identidad nacional que hoy disfrutamos como lo más preciado de la
soberanía.
Por Ricky Noboa ;-
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