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miércoles, marzo 16, 2016

Hampa Política

A medida que se conocen los  detalles del asesinato del ex rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y candidato a senador por la provincia San Cristóbal del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Mateo Aquino Febrillet, la tragedia se hace más sucia y abominable.
Como macabra paradoja, Mateo, un hombre bueno, ilustrado, decente, pacifista y comedido, fue víctima de una pugna rastrera donde por sus dotes y condiciones el único que salía sobrando ahí era él.
Lo acaecido el pasado viernes donde además resultó herida Elaine Mañaná, asistente del occiso, fue una acción propia de los grupos gansteriles que azotaron Brooklyn y Chicago en los Estados Unidos a principio del siglo 20  donde el control se imponía a fuerza de las balas. La persecución y tiroteo a plena luz del día recrea el famoso “Sindicato del Crimen” fundado por  Al Capone, Frank Nitti, Guido Ciccerone y compartes, para enfrentar la llamada Ley Seca y controlar el negocio mediante la eliminación de sus contrarios.
La acusación de la fiscalía al ex aspirante a diputado (PRM) por San Cristóbal y quien minutos antes había protagonizado un incidente con el aspirante al mismo cargo y por la misma plaza, Edward Montás, dice que fue Peralta quien disparó, pero en adición muestra un modus operandi y revela una serie de detalles que hacen más preocupante el asunto.
Elementos que muestran la degradación (generalizada) del ejercicio partidario donde ya no solamente se eliminaron las ideologías, sino que la lucha de intereses ha pulverizado los frenos y los comportamientos.
La política no es un ejercicio religioso, pero este caso, así como el de un edil asesinado y de un alcalde y un regidor procesados por sicariato, reafirma claramente cómo el tigueraje ha penetrado en los partidos.
Con Mateo y los dos muertos en las primarias del oficialismo el pasado 11 de diciembre, ya van tres los asesinados de este proceso y todos como resultado de pugnas en sus propias organizaciones. Así las cosas, se hace imperioso un llamado al comedimiento y una introspección en las diferentes organizaciones que detenga esos preocupantes niveles de retroceso.
Por César Duvernay ;-

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