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lunes, abril 27, 2015

Brewster: una “hipolitada”

El embajador Wally Brewster incurrió en un error injustificado al pretender regañar al expresidente Hipólito Mejía por una de sus expresiones clásicas dichas sin ninguna malicia en un contexto inofensivo para la comunidad gay que el diplomático estadounidense tanto defiende.
La respuesta de Mejía no sólo fue legítima por cuanto asumió el tema en un contexto de sobriedad, sino que puso a Brewster en su sitio reclamando para sí el mismo derecho que exige el embajador para quienes ejercen la homosexualidad en una sociedad que veta semejante práctica.
Se comprende que en los Estados Unidos --donde ha hecho carrera como defensor de la comunidad gay--, Brewster critique a quienes considere ofenden el derecho de cualquier ciudadano a elegir su preferencia sexual, pero en la República Dominicana su rol es diferente y su condición de embajador la regula la Convención de Viena que le otorga derechos pero le exige deberes.
... Y el primero de esos deberes es acatar las leyes y las normas de convivencia que regulan la vida del país que le acoge como diplomático, por muy embajador que sea o por muy poderoso que se crea.
Esa es condición primaria e inviolable en el servicio exterior y su infracción constituye una falta grave que en primera instancia conlleva la emisión de una nota de protesta por la vía correspondiente que en el mundo diplomático tiene diversas formas de interpretaciónÖ
...De persistirse en la violación, entonces el mecanismo diplomático tiene reglas para exigir reparación definitiva por el daño infligido.
... Su hipersensibilidad
En los Estados Unidos --donde Brewster es uno más entre 320 millones de ciudadanos de todos los colores, razas, credos, simpatías políticas y preferencias sexuales--, él podrá sentirse ofendido cada vez que le llamen “mariconcito” a un homosexual, pero se supone que aquí su rol es puramente diplomático y que sus ocupaciones tienen otro nivel de solemnidad.
Con razón le respondió el expresidente diciéndole a Brewster que a él, a Mejía, nadie puede obligarlo a aceptar como normal la condición de los homosexuales, y aunque no lo dijo en esos términos, de hecho le señaló al diplomático norteamericano los excesos en que está incurriendo al confundir su papel como embajador.
En este rifirrafe Mejía tiene razón porque Brewster ha incurrido en una falta que no por recurrente deja de llamar la atención de sectores importantes de la sociedad dominicana que vienen observando en él una conducta que se sale de la diplomacia y comienza a causar inquietud. Ya antes lo había observado la Iglesia y el propio cardenal López Rodríguez se había quejado por su intromisión en asuntos propios del debate social dominicano.
Contra la homofobia...
Cuando se levantó la polvareda injustificada por la designación de Brewster --hace casi un año y medio--, escribí tres artículos para criticar la mojigatería de muchos que se resistían a aceptar el derecho del presidente Barack Obama a designar aquí a un diplomático de su nivel declaradamente gay y casado con una persona de su mismo sexo. Entonces dije que en la mayoría de los estados norteamericanos es legal el matrimonio gay, y que tanto Brewster como su esposo sobresalen en la lucha por los derechos de la minoría que representan y que eso era bueno antes que malo...
... Pero también dije que él venía como Embajador, no como gay...

¡Ojalá no me haya equivocado!
Por César Medina ;-

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