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miércoles, marzo 18, 2015

La identificación del enemigo

Resulta crucialmente necesario, en la guerra, como en la política, desplegar aptitudes, a veces muy instintivas, para poder localizar e identificar al enemigo.  No saber de dónde disparan, si del frente o del lado, o de atrás, es un seguro umbral de desorientación y derrota.
No es fácil, desde luego, llegar a alcanzar esa arisca facultad y por ello resulta muy frecuente ver eventos, batallas y sucesos, donde gente que participa termina por dar lástima en sus extravíos.
¿Dónde está el Narco?  ¿Dónde está la Geopolítica, de la cual aquél es compañero de ruta, poderosamente armado y hondamente infiltrado?  Esas serían preguntas indispensables en nuestro presente.
La experiencia ha tenido episodios interesantísimos, pero ninguno puede superar en elocuencia al que acaba de ocurrir con el regreso de un capo mafioso, convicto y confeso, que la justicia de la metrópoli mantuviera nueve años en un brumoso limbo; algo que me permití describir como una versión de las prisiones de Guantánamo, en cuanto al alto grado de indefinición que éstos han tenido que padecer, claro está, por razones distintas.
Aquel autor y cabecilla de una banda de criminales de altísima peligrosidad resultó finalmente excarcelado y una de las características más raras de su caso es que, siendo autor principal resultaba condenado a una pena cinco años menor que la de un cómplice y que las demás que fueran impuestas a otros miembros de su banda, que se ha venido reintegrando en un proceso turbio de perdones inconcebibles.
Dije muchas veces durante años que los norteamericanos están incurriendo en errores delicadísimos al tratar las incidencias de las extradiciones que les han sido concedidas. Que los capos, en lugar de atemorizarse, veían con alegría y mucho interés pactar penas menores hacia una peligrosa preservación de fortunas, ofreciendo la posibilidad de delaciones, reales o supuestas, capaces de ser utilizadas a otros fines correspondientes al ámbito bronco de la Geopolítica regional.
Sin embargo, en este último caso, sostuve siempre que no se estaba haciendo justicia verdadera, porque se estaban “poniendo en bóveda” aspectos del expediente mantenidos como secreto, en principio, como parte de preocupaciones investigativas atinentes al litoral de Carteles colombianos, pero que podrían haber secretos bien guardados, de otra índole, especial y señaladamente destinados a proteger la reputación de la coalición que había llevado a cabo la guerra de Irak, a la cual nosotros en forma inverosímil enviamos una representación, que por obra de milagro no tuvo consecuencias sangrientas y luctuosas para la sociedad nuestra.
A todas esas preocupaciones externadas por mí por prensa, radio y televisión durante muchos años, se vino a agregar esta otra última y entonces me digo: Ah, qué bien. La Geopolítica tiene en sus jaulas un aliado virtual en el narcotráfico internacional, lo que le puede eventualmente permitir la utilización de alguna carne de presidio para tratar de controlar, dirigir y reprimir todo el proceso político nuestro, en base a ese arsenal extorsivo, que le permitiría discriminar a todos aquellos exponentes que le pudieran resultar incómodos y renuentes para la cirugía mayor de hacer nacer un Estado Binacional en la isla de Santo Domingo, mucho más espectacular que el que sobreprotegiera e impulsara Luis XIV en el siglo XVII en el oeste de la isla.
Ahora se nos dice que la patria no es la que nosotros hemos creído desde niños; que esa fue una obra de élites; que sus valores reales no están en sus muertos, sino en sus vivos; en los que trabajan día a día; pienso que con el mismo éxito que alega hacerlo este último capo reintegrado.
En fín, ya es una verdad de a puño, según esos nuevos intérpretes de la patria, la de que el tráfico de cientos de toneladas de cocaína para envenenar la juventud del mundo, como Crimen de Lesa Humanidad, no tiene por qué preocupar a los pueblos del orbe, mucho menos al nuestro.
Así las cosas, la identificación de los enemigos de la patria resulta muy comprometida por la incertidumbre que producen las limitaciones de la miopía y la torpeza de tantos que andan por ahí pontificando y despotricando contra todo aquél que haga alegatos parecidos a estos llamándoles “xenófobos”, “racistas”, “nazis”, “fascistas”, etc..
Peor aún, esto se hace cuando se desbarra para desmontar las posiciones más brillantes de aquel hombre al que dicen servir, frente al cual no se ha podido mantener la mínima lealtad de ofrecerle al pueblo el gozo de los aplausos de pie que le tributara una  Asamblea enardecida, ante dos segmentos muy sensitivos de un discurso magistral.
Como se advierte, éste es un presente muy complicado. En gran medida explosivo, porque el pueblo ha ido identificando con sus instintos aquello que no han podido hacer los combatientes públicos, en cuanto a saber de dónde vienen sus amenazas y peligros peores.
Desde mi fatiga y hasta el último aliento le pido a Dios que me autorice el desprecio mayor, tanto para farsantes, como para los invisibles y oscuros intereses confluyentes de Narco y Geopolítica, que buscan engullirse la patria al convertirla en el hediondo “puerto libre” de vicios criminosos que se le propone.  Cada uno con su agenda que, aunque no convenidas previamente, resultan mortalmente coincidentes para la suerte nacional.
Por Marino Vinicio Castillo R.;-

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