EL PROBLEMA.- El PRD tuvo en una época
un problema que no es el mismo que ahora tiene el PRM, de no saber cómo
seleccionar un candidato entre varios aspirantes. Era en cierto modo
peor, una curva invertida, pues le faltaba un dirigente calificado para
asumir la boleta. Eran tiempos de la Guerra Fría, y todos los
perredeístas eran sospechosos, si no para los norteamericanos, para los
sectores de poder económico en el país. Juan Bosch le había hecho la
tarea con borrones, y de José Francisco Peña Gómez no se diga. Entonces
buscó por fuera, y no llegó a cansarse: nadie quiso involucrarse en esa
empresa. Y no fue tanto por el partido blanco como por Joaquín Balaguer.
Nadie quería vérselas con El Hombre de los Doce Años.
Después vino el
replanteo de la situación y el remedio resultó más malo que la
enfermedad, tan malo que todavía no se logra cura. Esto es, que son
muchos los que se sienten llamados, pero difícil dar con el escogido.
Que Antonio Guzmán, que Jacobo Majluta, que Salvador Jorge Blanco, que
Pedro Franco Badía, que Marcio Mejía Ricart. Y como si fuera un
fatalismo de la historia, lo que ellos iniciaron como vicio, aun
contagia...
EL ESPÍRITU.- El PLD que supo escoger muchas
veces a Juan Bosch, hasta que la vida lo cansó y el partido superó esa
mala prueba, y a Leonel Fernández y a Danilo Medina, sin ruptura ni
fragmentación, ahora se muestra incapaz de seleccionar su candidato del
2016 sin alterar un orden establecido por ese mismo partido. Todo
peledeísta que abre la boca augura lo peor. Y el problema no es el
carácter de Medina, o de Fernández, o de los demás aspirantes: Reinaldo
Pared, Francisco Javier García, Temístocles Montás, sino la ausencia de
un verdadero espíritu democrático. Estos años de poder impusieron la
arrogancia como árbitro interno y los escrutinios no tienen la fluidez
de épocas pasadas, en que con todo y el estalinismo la democracia
sacaba cabeza y respiraba, aun cuando tuviera el agua al cuello. Se dice
que no, pero si se viera bien, sería que sí. La reelección de Danilo
Medina, si estuviera aprobada, podría correr de igual a igual con la
repostulación de Leonel Fernández, y las candidaturas nuevas ya
conocidas. Si no pueden en el patio, que jueguen en la calle...
EL ESTILO.-
Se habla mucho de la reelección al estilo norteamericano, y la
reelección al estilo norteamericano no excluye la competencia interna,
pues una cosa es tener derecho a presentarse a un nuevo período y otra
imponerse sin escrutinio dentro del partido. Si se quiere ese modelo,
debe estudiarse y no solo lo de cuatro años más y ya, el retiro
definitivo, sino todos los elementos que confluyen, las diversas
implicaciones y, sobre todo, las consecuencias. No todos los presidentes
norteamericanos hicieron uso de esa tradición, la cual ñen el decurso
de los años posteriores a Franklyn Delano Rooseveltñ devino en una
especie de derecho adquirido, o casi una ley. Los escarceos entre
peledeístas o en la opinión pública nacional responden a ese
desconocimiento de las reglas, o a ese autoritarismo propio de la
política dominicana, y que unas veces se expresa de manera amable, y en
otras con arbitrariedad. El presidente Danilo Medina y el expresidente
Fernández son los responsables de que sus seguidores actúen sin la
debida prudencia, como si quisieran el choque de trenes, ya que no se
apean y sí aumentan la velocidad...
LA GRASA.- Leonel
Fernández salió a la calle, y el entusiasmo de los suyos de una vez se
hizo sentir, sin que haya razón para tanto contento que no sea el
predecible aumento de peso. Habrá que ver cuántas horas dedica al
básquetbol solitario que le atribuyen en la azotea del edificio de
Funglode, pues dos días seguidos a pura grasa no es lo más recomendable
para la salud. Y mucho menos que no está acostumbrado a esos excesos.
Pero está en campaña y hay hambre que simular, ya que en cada votante
hay un Tubérculo Gourmet en potencia y quiere al candidato o al
presidente a su imagen y semejanza. Estas salidas, aunque lo digan sus
voceros o él mismo, no son verdaderas demostraciones de fuerza, puesto
que hay un detalle que no debe pasarse por alto. En la visita a Villa
Mella, un periódico reportó una caravana de 30 yipetas, y si así es la
cosa, puede hablarse de mítines portátiles. Aunque, con todo y todo, el
gobierno no lo dejó disfrutar a sus anchas. Los números del ministro
Administrativo lucen bellaquería, aun cuando fueran reales...
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