El ruido mediático por supuestas amenazas de
muerte e insultos denunciados por un grupo de periodistas, generó
reacciones solidarias de sectores representativos de la sociedad que
llamaron a preservar la libertad de expresión.
Bien, es lo usual
cuando son denunciadas conspiraciones e intentos de asesinatos o de
cercenar la libre expresión y difusión del pensamiento A pesar de que
los hechos denunciados no se compadecen con el escándalo y el bulto que
le acompañaron.
El que hace opinión sabe que siempre hay quienes
no comparten sus criterios. Y dentro de esos aparecen desaforados o
irrespetuosos que pueden increpar a uno en un supermercado o en
cualquier espacio público Eso es parte del paquete que viene con el
oficio, como me han enseñado siempre.
Cuando las pasiones se
desbordan, ese tipo de episodio se hace más frecuente. En las campanas
electorales, por ejemplo, a cualquiera le dicen dos o tres cosas por la
calle. Y el tema nacional despierta muchas pasiones y susceptibilidades
No sólo aquí, si no en todas partes del mundo.
La República
Dominicana ha sido víctima de una campaña internacional de acoso.
Cientos de mentiras se han vertido en contra del país y de sus valores
cuando nadie en la faz de la Tierra ha sido más solidario con el pueblo
haitiano que los dominicanos. Y para cualquier dominicano que se
respete, resultan simplemente inaceptables los calificativos de
xenófobos y racistas que nos pretenden endilgar.
Nos molestamos
con la OEA, con su Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos
por su irresponsabilidad, su sesgo y por la difamación y el chantaje a
que nos tienen sometidos. Nos irrita Amnistía Internacional y su
petulancia; nos indigna la ONU y el ACNUR, por su infinito atrevimiento.
Y nos ponemos de frente ante cualquier país, sin importar tamaño o
jerarquía económica, que pretenda imponernos políticas migratorias o de
nacionalidad cuando se trata de un asunto de rigurosa soberanía
nacional.
Y nos irritan los agentes locales que sirven a esos
intereses. Gente que alimenta sus ONG’s con recursos de organismos
multilaterales y agencias de cooperación para difundir mentiras en
contra de los dominicanosÖ Por lo que a nadie debe extrañar que a esos
que la población identifica en connivencia con esos intereses les griten
improperios o les llamen traidores.
“Traición”, según la Real
Academia de la Lengua, es el delito cometido por civil o militar que
atenta contra la seguridad de la patria. Y es “alta traición” cuando es
cometida contra la soberanía o contra el honor, la seguridad y la
independencia del Estado. Y según el Artículo 76 de nuestro Código Penal
es un delito castigado con penas de treinta años de reclusión mayor
¡La máxima sanción imponible!
Hay sometimientos formales sobre
algunos de los “denunciantes” por la violación de ese artículo. Pero la
Fiscalía del Distrito no ha sido tan presta como la de Santiago, que sin
recibir denuncia formal, dedicó tres horas de su tiempo a interrogar a
un hombre por vociferar en una minúscula manifestación que “hay que
fusilar a los traidores...”
Es como si algún energúmeno grita
“muerte a los corruptos” en una de esas paradas que se hacen en contra
de la impunidad y por eso los ex funcionarios encartados en expedientes
de corrupción corrieran peligro de muerte... O que esas personas tengan
la vida en riesgo porque algún desorejado les grite “ladrón” en un
supermercado.
Hablan de campañas de odio... ¿Pero no son insultos
los que lanzan esos grupitos por sus medios cuando califican de
racistas, xenófobos y anti-haitianos a quienes defienden la
nacionalidad? Y hasta llegan al extremo de colocarle una Z a la palabra
nacionalista para relacionar ese sentimiento con los movimientos
Neonazis.
Ellos pueden insultar a diestra y siniestra, pero si les
llaman traidores están “amenazadas sus vidas”, mientras abundan
trabajos publicados en sus medios afines donde exhortan a la población a
gritarles “ladrones” a ex funcionarios cuando los vean en la calles.
Hay quienes nunca hemos estado de acuerdo con ese tipo de acoso ¡En contra de nadie!
Ahí
estamos quienes creemos que las ideas se combaten con ideas, no con
piquetes y manifestaciones. Quienes nunca nos hemos apandillado a favor
ni en contra de nadie. Que no montamos campañas y rechazamos cualquier
manifestación que vaya en contra de la moral y el buen nombre de las
personas.
Que objetamos el acoso a Leonel y a Funglode, así como
los escraches en las casas y oficinas privadas de miembros de las Altas
Cortes. De la misma forma como rechazamos cualquier expresión que
conlleve insultos y amenazas de muerte contra periodistas o cualquier
otro ciudadano que exprese libremente su opinión
Pero igual como
rechazamos esos ejercicios ---que vale apuntar, otros han fomentado
desde sus ONG’s y los grupúsculos que organizan bajo la fachada de
organizaciones “no partidistas”--- hemos exigido que se respete el
derecho que tienen de hacerlas Porque eso también es libertad de
expresión.
Algunos de los que entonces defendían el “derechos de
los jóvenes a expresarse”, ahora se sienten intimidados cuando una parte
de la sociedad, asqueada ante la vulgaridad de su accionar, no se
contiene y se expresa.
El derecho a la libre expresión del
pensamiento no es exclusiva de quienes ejercemos la comunicación social.
Ese derecho es atinente a todos los ciudadanos y vale igual para la
oligarquía del periodismos como para los “ciudadanos de a pie” que
visitan un parque o van al supermercado Es parte de la vida en
democracia.
Y si surgen expresiones espontáneas de ciudadanos en
desacuerdo con posiciones anti-nacionales, no son producto de ninguna
“campaña de odio” y mucho menos de “un plan para acallar voces”. La
denuncia en ese sentido es bulto que busca aportar más insumos a quienes
pretenden denigrarnos como nación...
Ö Porque a fin de cuentas,
odio es lo que algunos de estos “próceres del periodismo” han sembrado
en contra del pueblo dominicanoÖ ¡Y lo están cosechando!
Por Oscar Medina ;-
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