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jueves, enero 15, 2015

Quieren ver cabezas rodar

El jefe de la Policía, Manuel Castro Castillo, no tiene por qué pagar la culpa de subalternos que defraudaron su confianza… Como tampoco al procurador general, Francisco Domínguez Brito, se le puede atribuir responsabilidad en el desatino de sus ayudantes que se asociaron para robarse y distribuir casi mil kilos de cocaína de la Dican.
Ambos ejecutivos actuaron con prontitud y probidad frente a un hecho vergonzoso que escarnece tanto a la Policía como a la Procuraduría.
El general Castro Castillo dio parte al Procurador en cuanto le llegaron los primeros rumores del robo de la droga, y le pidió que asumiera la investigación en virtud de la implicación de altos oficiales de la Policía y el propio director de su agencia antinarcóticos, hombre de su confianza.
Sólo esa acción rápida y oportuna libera al jefe de la Policía de las maledicencias que siempre surgen en casos como este, que involucran a tanta gente, tanto dinero y tantos intereses.
Y el procurador Francisco Domínguez Brito actuó también con prontitud y firmeza, aunque es evidente que en un principio ni siquiera podía imaginarse la magnitud del hecho si se toma en cuenta que luego encargó las pesquisas a un investigador veterano y de su absoluta confianza, el doctor Bolívar Sánchez Veloz.
Ambos --el jefe de la Policía y el procurador--, se empeñaron en esclarecer este bochornoso caso que avergüenza a las dos instituciones responsables de perseguir el crimen organizado.
¿…Y por qué la aclaración?
Es sencillo. Desde un principio se ha querido poner en entredicho la probidad del jefe de la Policía en este caso, y han aparecido perversos que han pretendido vincularlo con el hecho por su relación con el coronel Carlos Fernández Valerio, director de la Dican.
Las redes sociales están llenas de injurias contra el general Castro Castillo porque supuestamente defendió inicialmente a Fernández Valerio.
El jefe de la Policía nunca defendió a nadie, fue todo lo contrario. Desde el principio dijo que no tenía compromiso con nadie y que en su jefatura no tenía amigos ni enemigos.
Sobre Fernández Valerio lo único que dijo fue que había sido quien mejor había pasado la prueba del polígrafo entre todos los implicados, pero jamás lo exculpó de nada.
Hay muchas versiones feas circulando por ahí a propósito del escándalo de la Dican, y las peores no necesariamente se refieren a la Policía.
Por el contrario, las investigaciones inconclusas están enfocadas hacia los fiscales, de quienes se afirma llevaban mucho tiempo apropiándose de droga incautada o cambiándola por sustancias inocuas que enviaban al Inacif como cuerpos de delitos.
Un oficial correcto…
El general Castro Castillo es un oficial correcto. En un año y siete meses que lleva como jefe policial le han tirado todo tipo de gancho y no ha caído en ninguno por la pulcritud con que se maneja y su empeño en cumplir las instrucciones del presidente Danilo Medina.
Por supuesto, las primeras piedras le llegan de su propio litoral. Y se incrementarán en la medida en que se aproxime la fecha en que cumplirá los dos años que le corresponden en el cargo. El Presidente, sin embargo, está muy atento a estas zancadillas tan comunes en la Policía.
Simplemente para no dejarse sorprender por gente que trata de abrirse pasos a puros codazos… Hay tiempo para todo, dice el Eclesiastés… ¡Tiempo para sembrar, y tiempo para cosechar!
Por César Medina ;-
lobarnechea1@hotmail.com

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