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jueves, enero 22, 2015

¿Es Hipólito un maluco…?

Hipólito Mejía tiene su forma, su estilo, sus peculiaridades... Y malas no pueden ser todas sus condiciones porque con ellas llegó a la Presidencia de la República, que se supone es la aspiración cumbre de todos los líderes políticos.
El problema es su persistencia machacona, recurrente, inextinguible contra Leonel Fernández, como si Leonel Fernández fuera la razón de todos sus males y problemas políticos y personales.
Quienes conocen íntimamente a Hipólito y nadie ignora que yo lo conozco como pocos, saben que Hipólito es un ser humano incapaz de calcular una maldad contra nadie y que en la amistad es solidario hasta el perjuicio personal. Y así ha sido desde muchacho.
Lo que nadie conocía de él era esa extraordinaria capacidad para odiar, para aborrecer hasta el pecado, para difamar y atentar olímpicamente contra honras ajenas Precisamente él, que tanto defiende la honra propia, la de sus hijos, la de toda su familia.
Por eso resulta inexplicable que ya en el otoño de su existencia, Hipólito conserve tan a flor de labios las descalificaciones y acusaciones groseras contra sus adversarios políticos cuando ninguno de ellos ha proferido nunca contra él ningún tipo de insulto o prohijado persecuciones.
Al que recuerdo...
Las experiencias personales que tuve al lado de Hipólito en aquellos lejanos años de mi mocedad profesional en Agricultura, consolidaron mi formación y creencia sobre el respeto por la dignidad humana.
Porque él se hizo respetar, a pesar de su desenfado juvenil e inexperiencia, en una sociedad poco dada a dignificar la función pública porque aún no salía de la resaca del gobierno poco democrático de los 12 años de Balaguer cuando los secretarios de Estado eran semidioses.
Fueron memorables las veces que Hipólito se remangó la camisa para liarse al puño con dirigentes políticos de la época que sobrepasaron los límites del respeto hacia él y algunos de sus colaboradores.
Incluso, en un consejo de dirección del entonces poderoso Inespre, noqueó con un gancho de derecha a uno de sus prominentes miembros que se dirigió en términos irreverentes y profirió insultos contra su amigo y compadre Pablo mercedes (QEPD), a quien Hipólito quería como director de ese organismo y a quien nombraría en el cargo muchos años después, ya siendo Presidente de la República en el 2000. Ese fue el Hipólito que conocí y al que añoro hoy que lo veo insistir de forma insana contra personas que al igual que él son merecedoras de respeto y reconocimiento público, independientemente de las diferencias políticas que hayan existido o que puedan surgir.
Igual con Miguel...
Una prominente figura de Estado me preguntaba en estos días: ¿Por qué Hipólito le tiene tanto odio a Miguel y a Leonel...?
-“A Leonel no sé... Pero a Miguel debe ser porque Miguel lo sacó del PRD y lo dejó en cueros y en la calle”, fue mi respuesta.
Estoy convencido que las guapetonadas de Hipólito tienen mucho que ver con sus limitaciones para poner a tono su pensamiento largo con su verbalización corta. Esa arritmia comunicacional es un síndrome común a la gente inteligente y hábil pero de escasa cultura general y consecuentemente de vocabulario limitado.
Eso, en sentido general, no es malo: es común a los hombres de campo más habilidosos. Lo malo es otra cosa... Lo malo es poner a parir la maldad.
¡... Para morirse uno con la maldad parida!
Por César Medina ;-
lobarnechea1@hotmail.com

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