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Víctor Emilio Masalles, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo. |
SACERDOTE AFIRMA IGLESIA NO ESTÁ CONTRA CIENCIA
El papel de la iglesia es estar donde están los seres humanos. Su papel
no es velar solo por su destino eterno, sino velar por la dignidad
humana en todas las etapa de su existencia
Monseñor Víctor Emilio Masalles Peré, obispo
auxiliar de la arquidiócesis de Santo Domingo, advirtió que de aprobarse
las observaciones hechas por el presidente Danilo Medina al Código
Penal en la que solicita la despenalización del aborto, se violaría el
artículo 37 de la Constitución, que establece el derecho a la vida.
Sostuvo
que defender la vida es un asunto humano. Aclaró que la Iglesia no se
opone a la ciencia, pero recordó que tiene el papel de velar para que
esté al servicio de la humanización del hombre.
Señaló que le
causó “una gran sorpresa” la carta que envió el mandatario al
Congreso, al considerar que se presentó una decisión sin las
acostumbradas consultas que caracterizan al mandatario, y, además, “con
una marcada prisa”, porque en ella pide a los legisladores hacer los
correctivos “en el más breve plazo”.
Confió en que el Presidente
recapacitará. Masalles Peré habla del tema en una entrevista concedida a
Listín Diario, que se detalla a continuación.
Recientemente
el director de Comunicación del gobierno Roberto Rodríguez Marchena
publicó unos tweets acerca del aborto ¿Qué opinión le merecen?
En
realidad entiendo que buscan defender y dar un espaldarazo a la figura
del Presidente de la República, Danilo Medina, frente a los ataques que
ha recibido debido a su reciente objeción al Código Penal que fue
aprobado por la Cámara de Diputados.
Sin embargo, dos de ellos, el
primero y el tercero están formulados de manera que ninguna persona que
esté radicalmente opuesta al aborto podría objetar. Los textos dicen:
“Ninguna ley puede obligar a una mujer embarazada a morir cuando gracias
a la ciencia médica puede vivir” y “Ninguna ley puede impedirle a un
médico salvar, mantener viva, a una mujer embarazada que podría morir”.
Entiendo que por estar formulados de una forma que no llegan a decir
explícitamente lo que se deseaba comunicar, no puedo enjuiciarlos.
Pero
el segundo es un poco diferente. Está formulado con un tono
inapropiado. Ninguna mujer “le pare” a un hombre. Rodríguez Marchena
está transfiriendo la culpa del violador a la criatura. El artículo 5.3
de la Convención Americana de los Derechos Humanos dice: “La pena no
puede trascender de la persona del delincuente”, por tanto, no se le
puede imponer al inocente una pena aún mayor que la que le corresponde
al delincuente.
¿Qué opinión le merece la carta del Señor Presidente y las razones que da para objetar el Código Penal?
Para
mí fue una gran sorpresa, ya que el Señor Presidente se ha
caracterizado por hacer consultas a todos los sectores de la población, y
normalmente anda con pies de plomo en las decisiones difíciles que ha
debido tomar. Se distingue por no tener prisa, sino más bien asegurarse
de que sus decisiones respondan a los requerimientos del pueblo que votó
por él.
En este caso presentó una decisión sin esas acostumbradas
consultas, y, además, con una marcada prisa con la que pide a los
legisladores hacer los correctivos “en el más breve plazo”. Estas no han
sido las características en el modo de actuar del gobierno actual.
La
prisa que se percibe puede llevar a violar el artículo 37 de la
Constitución que reza: “El derecho a la vida es inviolable desde la
concepción hasta la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse ni
aplicarse en ningún caso, la pena de muerte”. Entiendo que este
artículo, con los términos “inviolable” y “en ningún caso”, se nos da
una descripción precisa e inequívoca de las conductas merecedoras de un
reproche punible.
En la solicitud al Congreso se citan tratados
internacionales que no hablan del problema, obviando otros que sí tienen
que ver directamente con el aborto, y son la “Conferencia sobre
Población y Desarrollo” de El Cairo (1994) y la de Beijing (1995), en
donde el Estado Dominicano hizo reservas expresas de no aprobar el
aborto o la interrupción del embarazo, haciendo apego a la Constitución.
En
la búsqueda de soluciones a problemas complejos, habría sido muy
saludable que las posibles situaciones excepcionales se hubiesen
ventilado más sosegadamente en un clima de debate. En estas
circunstancias puede surgir más luz y verdad, cuando se hacen consultas
para buscar el consenso de la población.
Tengo la confianza de que
el Presidente Medina tiene la grandeza de ánimo para recapacitar. Es
una persona que ha mostrado su humildad, que le transpira por los poros,
y la población lo ha visto y lo ha alabado con justa razón.
¿La posición de los que defienden la vida es un asunto de fe o de razón?
Defender
la vida es un asunto humano. La Iglesia valora la fe y la razón y
considera que son las dos alas que llevan al ser humano a la verdad. El
Papa Francisco ha dicho que el aborto no es un problema religioso, ni
filosófico, sino más bien científico, porque está relacionado con vidas
humanas y no es lícito eliminar una vida humana para resolver un
problema. En realidad es un problema científico, político y social.
La
Iglesia no se opone a la ciencia, aunque tiene el papel de velar de que
esté al servicio de la humanización del hombre. La Iglesia se alegra de
los avances técnicos, ligados al dominio del ser humano sobre la
naturaleza, pero ese dominio no puede ser arbitrario y sin límites, sino
orientado para su propio bien.
La vida humana inicia desde el
momento de la concepción. El embrión es un sujeto individual, un ser
vivo y no una parte del cuerpo de la madre, aunque ese desarrollo nos es
independiente de la madre, necesita de ella para vivir. El feto es una
persona, y la Constitución lo ampara
El papel de la Iglesia es
estar donde están los seres humanos. Su papel no es velar sólo por su
destino eterno, sino velar por la dignidad humana en todas las etapas de
su existencia. Por esta razón la Iglesia defendió la dignidad de los
indígenas a través de la atronadora voz de Montesino. Cuando la Iglesia
no defiende la dignidad humana se aleja de su misión en la tierra.
¿Tiene
derecho la Iglesia a imponer su criterio a ciudadanos con creencias
diferentes? ¿Tiene el derecho a imponer su criterio a ciudadanos con
creencias diferentes?
La Iglesia no es sólo la jerarquía. La
Iglesia está formada por ciudadanos con los mismos derechos que los que
no pertenecen a la Iglesia, de participar en la vida nacional y tienen
el deber de participar en los debates, proponiendo sus puntos de vista,
como lo hacen los demás.
En un régimen democrático las normas
jurídicas surgen de los legislativos, que ejercen sus funciones
representando a la población que vota por ellos. Por esta razón no debe
extrañar que muchas de las leyes deban surgir de un consciente colectivo
nacional. En este caso no surge solamente de una mayoría católica, sino
de un no poco número de pertenecientes a otras denominaciones
cristianas.
La Iglesia, entendida como Jerarquía y sus miembros,
no impone, sino que propone libremente su pensamiento, que no se apoya
sólo en argumentos de fe, sino también racionales que sustentan su
pensamiento. Son éstos los que no han podido ser escuchados en esta
objeción al Código Penal , en cambio se escucha a una minoría, cosa que
no se parece a una democracia representativa.
¿Al penalizar el
aborto se está desconsiderando los derechos de la mujer que se encuentra
en peligro de muerte, que ha sido violada o cuyo hijo viene con
malformaciones incompatibles con la vida?
Aquí hay tres
preguntas en una. Las tres tienen la misma base de respuesta, aunque con
características diferentes. La base es que los derechos de la vida
indefensa van por encima de todo.
La propaganda mediática nos
hace creer que son miles de mujeres las que mueren a causa de embarazos
peligrosos. La respuesta es no. La medicina demuestra que son muy pocos
los casos de complicaciones que no se puedan manejar científicamente, y
la ciencia avanza para que desaparezca totalmente. Las muertes son más
bien por falta de atención médica, lo cual es el problema real a
enfrentar.
El profesor Charles E. Rice, de la Facultad de Derecho
de Notre Dame, Francia, afirmó: “No existe una situación en la que el
aborto sea médicamente necesario para salvar la vida de la madre”. Así
mismo, el doctor Roy S. Hefferman, de la Tufts University, EE.UU.,
declaró en un congreso de Cirujanos: “Quien practica un aborto
terapéutico ignora los métodos modernos en los casos de complicaciones
de embarazos o simplemente no tiene voluntad de tomarse el tiempo
necesario para utilizarlos”. La misma Organización Mundial de la Salud
reconoció que prácticamente no existen ya enfermedades afectables por el
embarazo.
El doctor Ariel Antonio Pérez, primer dominicano
graduado en Anestesia obstétrica en 1966, por años ejerció su profesión,
trabajando en la Maternidad de La Altagracia y la del Seguro Social,
ahí como director también asegura que en sus años de ejercicio médico
nunca vio un caso en el cual el médico tuviese que decidir entre la vida
del niño o de la madre.
Hay que poner toda la ciencia médica que
disponemos para salvar ambas vidas. Y si en el proceso de procurar
salvarlas muere una, nadie es objeto de un reproche punible. Lo que sí
es un deber del Estado proveer a los ciudadanos de esa ciencia médica
capaz de afrontar la casi totalidad de casos de este tipo.
Sobre
la violación o el incesto tenemos el artículo 5.3 de la Convención
Americana de los Derechos Humanos que dispone: “La pena no puede
trascender de la persona del delincuente”. Esto puede sonar raro a
algunos, pero permitir el aborto en estos casos es imponerle a la
criatura, que es inocente, una pena de muerte, la cual no está permitida
para el violador, que es el culpable.
Se entiende el trauma que
provoca en una mujer o joven una violación. El problema es la violación,
y los sicólogos deben acompañar el proceso para asumir su situación,
pues el aborto sería una solución traumática, que añadiría un trauma
sobre otro. En este caso se enfrenta el derecho a la vida, que es
supremo, a los de una mujer que necesita terapia. El principio será
siempre intentar salvar ambas vidas.
Sobre las malformaciones
incompatibles con la vida nos encontramos con un léxico que deshumaniza
el embrión. Nunca hay que olvidar que es una vida humana, y es
excluyente y discriminatorio defender sólo a la madre e imponer pena de
muerte a un indefenso por el hecho de venir con discapacidades, los
cuales son seres humanos que pueden aportar a la sociedad.
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