La
actual situación política de Haití debe llamar a preocupación, e incluso, la
comunidad internacional tiene que exigir a la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), asumir una posición más fi rme, más contundente, ante un
escenario que burla o hace injustifi cable su presencia, con el brazo armado de
la Minustah, en un lugar donde siquiera pueden hacer un ejercicio de prevención
con determinación.
Es obvio que esa situación es
incontrolable y que estigmatiza de manera marcada no solo la estabilidad política
de ese vecino país, sino toda la estructura democrática de América Latina,
encaminada cada día al fortalecimiento de sus plataformas institucionales.
Esta estigmatización se profundiza como
huella indeleble, en un entorno geopolítico que avanza hacia la integración,
las luchas coordinadas contra el narcotráfi co, el terrorismo, el crimen
organizado, los modos de cooperación, traspaso de inteligencias en benefi cio
de los pueblos, y citamos casos como los del Sistema de la Integración
Centroamericana (SICA), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(Celac) y otros, que cada día siembran un granito de arena para consolidar un
proyecto de naciones, en las que el bien común y la democracia fortalezcan la
vida de sus pueblos.
Haití surge en este escenario como
un contaminante, como un ruido ensordecedor, en un contexto de avances históricos
insoslayables, que incluso han iniciado un proceso de cambios tan importantes
como el acercamiento de Estados Unidos con Cuba, replanteando unas relaciones diplomáticas
interrumpidas en un doloroso interregno iniciado en 1961 con el bloqueo económico.
Es posible que las autoridades haitianas
no cuenten con el modo de controlar la situación, aparentemente desbordada, de
unas fuerzas opositoras lanzadas a las calles, que ya tuvieron como resultado la
dimisión del premier Laurent Lamothe, y cuyos objetivos fundamentales, pretendan
soterradamente, mantener la anarquía de la cual no ha podido salir desde los
tiempos de la dictadura de los Duvalier.
A República Dominicana le conviene que
esa comunidad internacional haga el reclamo, e incluso, debemos ser entes
activos para hacer esas exigencias, por los procesos que de buena fe, en este
momento, hay encaminados entre ambos países.
Por Néstor Medrano ;-
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