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viernes, diciembre 26, 2014

La lucha contra el crimen luce intuitiva...

EL VIAJERO.- Meses atrás escribí que las autoridades, en particular los policías, debían ver más películas. Que se producían situaciones, ante las que se mostraban incapaces, que podrían remediarse con las experiencias de films, los cuales muchas veces se basan en hechos reales. No creo que me hicieran caso. Pero la verdad que ahora luce que se pasaron de películas. Lo del Viajero, por ejemplo. Hubo gente que al ver tantos policías, incluyendo altos rangos, e innúmeros fiscales, salió huyendo sin darse cuenta de que no eran sospechosos de nada. Eliot Ness de seguro no hubiera actuado de esa manera, y ni siquiera Sonny Crockett y Rico Tubbs, personajes de Miami Vice.
El cantante Anthony Santos se quejó, pero dejó fuera a los titulares de Interior y Policía y Procuraduría General de la República, y parece que fue una estrategia de abogados, pues una operación de esa envergadura no podía llevarse a cabo sin orden o anuencia de funcionarios de esa categoría. Además, de que tampoco fue ocasional, sino que acciones de ese tipo forman parte de una nueva política de lucha contra el crimen y la delincuencia...
SIN FICHAS.- El tiroteo de hace dos o tres semanas en la cercanía de la discoteca Dubai de Santiago, puso en evidencia a las autoridades. No están muy atentas, y podrían estar perdiendo el pleito del orden público. No es que se les están pasando las fichas, sino algo  peor: no tienen  fichas. Es decir, están fuera de juego. No tienen control de situaciones y las cosas discurren de manera caprichosa, como el azar en la canción de Joan Manuel Serrat. Además, ya no se habla del asalto a la penitenciaría de Najayo, aunque, como la comida no digerida, vuelve a la boca. Es un mal recuerdo, solo que no conoce olvido. ¿Acaso no se dice que el subdirector baleado fue por encomienda de un recluso? Podría ser más de lo mismo, pues todas las investigaciones se quedan por la mitad. Y las reacciones, cuando se producen, dan la impresión de palos a ciegas. Como se vive en la civilización del espectáculo, el combate se libra delante de las tarimas. En lugares de entretenimiento. Se sabe del aparataje en El Viajero, pero no de otras incursiones, pequeñas, calladas, pero expresivas de la nueva política criminal...
LOS CARROS.- Días atrás algunos parroquianos de un frecuentado restaurante de Piantini, al irse, se encontraron con la sorpresa de que sus vehículos no estaban. Todos coches de gran cilindraje y de alto costo. Al preguntar se enteraron de que habían sido tomados por las autoridades para fines de investigación. Por ejemplo, saber de dónde sale el dinero que paga esos carros de lujo, pero igual la cuenta del consumo, en algunos casos astronómico. Se armó la de Belén y los Pastores, y al día siguiente recuperaron la propiedad, pero no por diligencia propia, sino de sus enllaves de poder. Las colindancias sacando de apuros a los exhibicionistas. Las otras reglas del juego. Aquí el que no tiene un tío, tiene un compadre, como seguro de vida contra los malos ratos. O malos tratos. A pesar de esas experiencias, todas fallidas, las autoridades van a continuar sus operativos. Aun cuando los resultados dejen mucho que desear. A veces no hay agravio, pues los agentes solo toman las placas, como el FBI en las primeras escenas del Padrino de Mario Puzo y Francis Ford Coppola...
EL ABRIGO.- La nueva táctica de lucha contra el crimen luce intuitiva, caprichosa, y la única posible ante la falta de algo mejor. Se trata de perseguir por la apariencia. Por las casas, los carro, los restaurantes, las fiestas y las amantes. No se cuentan los Austin, como en los años sesenta, pero sí las Lexus, los Ferrari, los LamborghiniÖ Sin embargo, vale recordar otra película. El Gánster Americano, dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Denzel Washington y Russell Crowe. El gánster Frank Lucas se movía de bajo perfil, y le iba de maravillas, hasta que el policía Richie Roberts advirtió, al asistir a una pelea de boxeo, dos cosas. La primera, que usaba un abrigo de piel de Chinchilla; y la segunda, que ocupó un mejor asiento que quien era en ese tiempo el jefe la mafia de Nueva York. Entonces dejó de perseguir a otros, se dedicó solo a indagar sobre Lucas, y descubrió que los demás eran sombras y que el verdadero personaje era el hombre del abrigo de Chinchilla...
Por Orlando Gil ;-
orlandogil@claro.net.do

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