Julio Martínez
Pozo me preguntó ayer en su programa El Sol de la Mañana quién creía sería el
candidato presidencial del Partido Revolucionario Mayoritario (PRM) entre Hipólito
Mejía y Luis Abinader… —Hipólito Mejía, le respondí sin pensarlo siquiera.
¿Y entonces
qué va a pasar con Luis Abinader?, volvió a preguntarme a bocajarro… —Será
candidato vicepresidencial de Hipólito, si quiere. Y si no quiere, se quedará
fuera de la boleta. Porque Abinader no tiene alternativa… De inmediato, la
pregunta la formulé yo: —¿Pero tú crees, Julito, que Hipólito se fue del PRD,
que hizo todo ese lío en su partido, para que Abinader sea candidato? ¿Y en cuál
cabeza cabe eso…? Pienso que Martínez pozo y el resto de su compañeros del
exitoso programa matutino –entre ellos mi vieja y querida amiga María Elena Núñez–,
están igualmente convencidos de que Abinader será el gran sacrificado en este
proceso por más que lo empujen los grupos de la sociedad civil que ahora patean
a Mejía.
A quienes más
convendría una eventual candidatura de Abinader sería a Leonel Fernández y a
Miguel Vargas… Ambos se lo comerían vivo en una campaña electoral enfrentado al
PLD y al PRD.
Está claro
que sólo Mejía, por ese carisma extraordinario que tiene, por haber sido Presidente
y por los enclaves de poder que alientan su candidatura, está en condiciones de
jugar en la liga del dieciséis…
…Con remotas posibilidades
Las posibilidades del PRM son remotas, por mucho que inflen las encuestas y coloquen al PRD con baja aceptación en un electorado proyectado con argucias y marcada mala fe.
Las posibilidades del PRM son remotas, por mucho que inflen las encuestas y coloquen al PRD con baja aceptación en un electorado proyectado con argucias y marcada mala fe.
Explicaba a
mis amigos y colegas del Sol de la Mañana que subestimar al PRD es un grave error.
Decía que entre otras muchas ventajas, el PRD conserva tradición de partido mayoritario,
ocupará la casilla número uno en la boleta y con casi cinco mil posiciones electivas
en juego lanzará a las calles a cuarenta mil aspirantes para darle un vuelto a la
situación actual.
La campaña
brutal de acoso y derribo contra Miguel Vargas tuvo efectos devastadores. El estribillo
de traidor melló su imagen y terminó menguada su aceptación entre los propios perredeístas.
Ese factor, sin embargo, ha ido cambiando desde que la disidencia oficializó su
salida formando otro partido.
Vargas
navega ahora sin contratiempos, está haciendo su campaña tranquilo, agenciándose
apoyos importantes, trata de formalizar alianzas electorales con otras fuerzas…
Y los resultados de ese esfuerzo comenzarán a verse en poco tiempo.
Le dicen “el
saltacocote”…
Inflar a Luis Abinader en encuestas manipuladas ha sido la tarea de los grupos de la sociedad civil que buscan afanosamente un candidato que enfrente el oficialismo ante el convencimiento de que Hipólito Mejía agotó ya su ciclo electoral. El estrabismo del enfoque les hace perder el punto de mira.
Inflar a Luis Abinader en encuestas manipuladas ha sido la tarea de los grupos de la sociedad civil que buscan afanosamente un candidato que enfrente el oficialismo ante el convencimiento de que Hipólito Mejía agotó ya su ciclo electoral. El estrabismo del enfoque les hace perder el punto de mira.
Hay una
expresión de Federico Henríquez Gratereaux que cita con frecuencia El Roedor
Aristófanes Urbáez para graficar la personalidad de Mejía: “Es un saltacocote…”
Pero Hipólito es más que eso. Está jugando a la política con Luis Abinader, lo
hizo entregarle su seguro de vida, la Alianza Social Dominicana –el viejo
patrimonio partidario familiar–, y si se descuida ni siquiera le ofrece la
candidatura vicepresidencial.
Los
liderazgos, y tal vez valga la pena repetirlo ahora, no se ofrendan
graciosamente. Nadie lo ha hecho jamás. Y nadie puede esperarlo de Hipólito Mejía…
Abinader deberá aguardar su turno… Si quiere.
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