Corrió dinero a raudales para sobornar al personal de la prisión. El
narcotráfico está metido hasta el tuétano en la trama criminal
¡LA INVESTIGACIÓN!
¡LA INVESTIGACIÓN!
Santo Domingo;- El asalto a la cárcel de Najayo estaba
programado para el jueves 23-- el día antes de producirse--, pero falló
la logística para introducir las armas de fuego “al área estéril” del
penal, de donde hace seis meses la Procuraduría General de la República
sacó a todos los miembros de la Policía para incorporar ese recinto al
modelo reformado del sistema penitenciario.
En la osada operación
corrió dinero a raudales para sobornar personal del recinto carcelario, y
el narcotráfico está metido hasta el tuétano en la trama criminal. Las
armas fueron entregadas a los reos horas antes del asalto después de ser
introducidas por personal del penal.
Se trata de dos pistolas de 9
mm y un revólver Magnum del calibre 3.57. Con ellas fueron heridos
cuatro agentes de “vigilancia y tratamiento penitenciario”, conocidos
por las siglas VPT, dos de los cuales murieron al día siguiente, entre
ellos el sub director del penal. El director fue tomado de rehén
“salvando la vida milagrosamente”.
Las armas están en poder de las
autoridades. Imágenes y detalles específicos sobre cada una de ellas
fueron obtenidos por La Tecla y se presentan en el presente reportaje.
Son
dos pistolas, una marca Loncin, y la otra Smith and Wesson, ambas de 9
mm, y un revólver Magnum 3.57. Una de las pistolas fue robada al
sargento policial Ramón Ignacio Rodríguez Ortega en septiembre de este
mismo año luego de ser asaltado y herido mortalmente en el sector de
Herrera.
La indagatoria determinó que las armas fueron
introducidas a la cárcel por agentes de la VPT que se encuentran
detenidos y son investigados por la Procuraduría General de la República
que extrañamente no comparte sus pesquisas sobre el caso con los
oficiales de la Policía que realizan una investigación paralela.
Sin
embargo, hay piezas que no encajan en el puzzle aún después de la
investigación impecable llevada por la Policía que ha descubierto la
trama, identificado a los responsables y apresado a varios de ellos. Dos
de esos detalles no descifrados parecen tan simples como inexplicables:
-Alguien del penal tuvo que abrir tres puertas con candados que permitieron la salida de los reos que intentaron escapar; y
-Uno
de los reclusos muertos en la refriega vestía pantalón largo cuando es
norma básica que los internos del penal usen pantalones cortos.
La complicidad adentro
En el modelo reformado del sistema penitenciario es sencillamente impensable que un reo pueda tener las llaves de los candados de alta seguridad de las puertas de acceso a las áreas de reclusión y que, además, vista pantalón largo, exactamente lo que ocurrió con el jefe del grupo, Andy Maríñez Alcántara, conocido en los bajos fondos por los apodos de El Moreno, El Gordo, El Sicario.
En el modelo reformado del sistema penitenciario es sencillamente impensable que un reo pueda tener las llaves de los candados de alta seguridad de las puertas de acceso a las áreas de reclusión y que, además, vista pantalón largo, exactamente lo que ocurrió con el jefe del grupo, Andy Maríñez Alcántara, conocido en los bajos fondos por los apodos de El Moreno, El Gordo, El Sicario.
Sus tres compañeros
caídos vestían pantalones cortos, como lo exige el sistema carcelario,
pero al igual que Andy estaban armados y dispuestos a escapar batiéndose
a tiros con los agentes del VPT, una especie de gendarmería carcelaria
sin el entrenamiento para enfrentar contingencias de tal magnitud.
Afuera
los esperaban sus secuaces fuertemente armados a bordo de una yipeta
rentada la víspera en una agencia del kilómetro 22 de la autopista
Duarte.
Eran hombres curtidos en el crimen, de largo prontuario
delictivo, que llevaban años en conflictos permanentes con las
autoridades, y entraban y salían de la cárcel con increíble facilidad.
Su oficio más rentable era el sicariato, pero igual cometían atracos y
participaban en asesinatos viciosos para recuperar armas que luego
utilizaban en otros hechos delictivos.
Jesús Felipe Francisco,
conocido por el sobrenombre de Atahualpa; Álvaro Luis Capellán y Jorge
Luis Polanco Díaz, son incriminados por la Policía en numerosos crímenes
que incluyen el asesinato del ex jefe del Servicio Secreto de esa
institución, Ramón Henríquez Figueroa, Moncho, el 8 de septiembre de
2012.
Moncho Henríquez tenía vínculos con el empresario gallístico
Pascual Risik, acusado de narcotráfico y de múltiples asesinatos, y
contra quien se habían ejecutado atentados por conflictos de intereses
en negocios del bajo mundo. Es en este punto donde aparecen en escena
los cárteles de las drogas y las bandas del sicariato.
El comando de apoyo
Hay un entramado criminal en todo esto tan difícil de comprender como de explicar. La investigación policial luce completa y ata cabos buscando colindancias cómplices, pero a final de cuenta se reduce al propósito de poner en la calle a varios de los más peligrosos personajes del sicariato que deriva el negocio de las drogas.
Hay un entramado criminal en todo esto tan difícil de comprender como de explicar. La investigación policial luce completa y ata cabos buscando colindancias cómplices, pero a final de cuenta se reduce al propósito de poner en la calle a varios de los más peligrosos personajes del sicariato que deriva el negocio de las drogas.
Difícil resulta
imaginarse que una acción tan osada, riesgosa y costosa como fue el
asalto a la cárcel de Najayo-- el más importante recinto penitenciario
del país--,se haya llevado a cabo para liberar a cuatro asesinos
asalariados cuando en el bajo mundo criminal lo que más abunda son
gatilleros a sueldo.
De ahí las conjeturas, algunas inverosímiles,
en el sentido de que esa acción se llevó a cabo por tantas causas como
es posible alcanzar la imaginación de los dominicanos:
-Que fue
para liberar a los hermanos colombianos Buitrago, a quienes se atribuye
vínculos con el cártel de Cali y a quienes se les ocupó en Sabana Toro,
San Cristóbal, una caleta con 250 kilos de cocaína y gran cantidad de
dinero;
-Que fue por conflictos de intereses entre la Policía y la
Procuraduría a propósito de la convivencia en el penal de los dos
sistemas carcelarios: el reformado que dirige la PGR y el tradicional
que controla la Policía;
-Que fue para “desviar la atención pública” del caso del senador Félix Bautista y el procurador Francisco Domínguez Brito;
-Que
se usa como pretexto para proteger la imagen del ex presidente Leonel
Fernández de la andanada de críticas y acusaciones por dolos atribuidos a
su administración.
De todo se anda diciendo sobre un
acontecimiento que ha escandalizado a la opinión pública por carecer de
precedente en la historia de la delincuencia dominicana... que había
visto de todo, menos el asalto a una cárcel pública con un balance de
seis muertos a tiros.
Con el agravante de que la investigación ha
concluido con que se trató de una acción armada del narcotráfico para
liberar a sus secuacesÖ ¡todos matones a sueldo!
OBSTÁCULO. DURANTE MÁS DE UNA HORA LA PN NO PUDO ENTRAR AL LUGAR DEL SUCESO POR ORDEN DEL PROCURADOR
Un
celular en el bolsillo del pantalón largo-- extrañamente pantalón
largo--, del recluso Ángel Maríñez Alcántara, jefe del grupo que tomó
por asalto la cárcel de Najayo, fue la clave que condujo a la Policía a
esclarecer uno de los hechos vandálicos más osados del crimen organizado
en la República Dominicana.
Todo ocurrió por pura casualidad
porque durante más de una hora la Policía no pudo entrar al escenario de
los hechos por disposición del procurador general de la República,
Francisco Domínguez Brito, a pesar de que el general Manuel Castro
Castillo insistía en que se trataba de un asunto muy grave que exigía la
presencia de la institución del orden.
El procurador alegaba que
hasta su llegada nadie podía acercarse al sitio donde estaban tirados
los cadáveres de los cuatro reclusos muertos en la refriega para evitar
que se contaminaran pruebas y evidencias, razones entendibles en la
investigación forense siempre que el ministerio público no tarde tanto
en llegar.
Cuando por fin los investigadores pudieron analizar los
cuerpos, hallaron en el bolsillo del pantalón de Alcántara-- a quien
apodaban El Moreno, El Gordo o El Sicario--, un teléfono celular y
varios chips. La primera revisión descubrió las últimas llamadas del
recluso, a partir de las 12:35 del mediodía del viernes 24, menos de una
hora antes del tiroteo...
Habían sido hechas de forma
consecutivas al teléfono de su hermano Gustavo Alcántara Valdez, alias
El Grande, que se encontraba en compañía de Elvin Féliz Alcántara, alias
Sadam; Hairo Brito Bello, alias El Jairo, y Abraham Sued García, alias
El Gordo, en una yipeta que merodeaba el recinto carcelario esperando
que se produjeran los acontecimientos para llevarse a los evadidos.
Las
cosas ocurrieron de la siguiente forma: El mismo día del intento de
fuga, es decir el viernes 24, agentes de vigilancia y tratamiento
penitenciario de la cárcel, conocidos en el nuevo modelo penitenciario
como VTP, habrían advertido que desde hacía rato merodeaba por el lugar
una yipeta gris marca Hyundai, pero no hicieron nada para indagar la
sospecha.
Se confirmó que el mismo día “alguien” introdujo al
penal dos pistolas del calibre 9 mm y un revólver Magnum 3.57, armas que
se entregaron a Andy Maríñez Valdez y éste se quedó con el revólver y
dio las pistolas a sus secuaces.
Dos o tres horas después, y de
forma “extraña y sorpresiva”, Andy aparece vestido con pantalón largo--
algo prohibido en el penal, donde es norma rigurosa que los hombres
vistan pantalones cortos--, y después de cruzar junto a sus compañeros
de aventura tres puertas con candados de seguridad, encañonaron al
administrador de la cárcel, lo tomaron de rehén y se dirigieron a la
salida que hallaron franca y sin ninguna resistencia.
Los
guardianes de la torre lateral izquierda se percataron de la ocurrencia
porque a los cuatro delincuentes se sumaron otros reclusos que
pretendían aprovechar la oportunidad para una fuga masiva. Los
vigilantes dispararon y alcanzaron a uno de los cuatro hombres armados y
lo derribaron...
... Andy respondió el fuego y alcanzó al sub
administrador de la cárcel, Starling de Jesús Amarante Polanco, que
recibió tres disparos mortales, y los otros dos reclusos también
dispararon e hirieron de gravedad al penitenciario Milcíades Casanova
Casanova, que murió al día siguiente.
A partir de ese momento se
desataron los demonios en el recinto penitenciario; el tiroteo duró casi
20 minutos, los cómplices de la yipeta dispararon hacia el interior de
la cárcel -- dicen que usaron fusiles automáticos M-16 y otras armas de
guerra--, mientras escapaban rumbo a la capital tomando la autopista 6
de Noviembre.
En la balacera también resultaron heridos los
reclusos Rayan Rafael Medina, Carlos Manuel de León, Henry Blanco
Polanco, Jhonatan Franco Heredia, Iván Fernando Féliz, Francis Miguel
Burgos y Yeremi Gutiérrez Peña, y los policías penitenciarios Ruddy
Lorenzo Pérez, Alexander Ramírez y Paula Díaz Peña, el menor Miguel de
la Cruz Rosario y su madre Cándida Rosario Holguín.
Inicia la investigación
El celular y los chips hallados junto al cadáver de Andy dio inicio a la investigación policial. Una cosa llevó a la otra y en cuestión de dos horas la Policía tenía el perfil de los principales sospechosos y publicaba sus nombres y fotografías para lograr la captura, mientras igualmente daba a conocer el prontuario criminal de los delincuentes abatidos en la cárcel momentos antes.
El celular y los chips hallados junto al cadáver de Andy dio inicio a la investigación policial. Una cosa llevó a la otra y en cuestión de dos horas la Policía tenía el perfil de los principales sospechosos y publicaba sus nombres y fotografías para lograr la captura, mientras igualmente daba a conocer el prontuario criminal de los delincuentes abatidos en la cárcel momentos antes.
“Dándole seguimiento al
presente caso, debido a la persecución de miembros de la Dirección
Central de Investigaciones Criminales, se entregaron en horas de la
noche del día 26 de octubre Abraham Suero García, alias El Gordo, y
Gustavo Alcántara, alias El Grande. Y en horas de la mañana (del día
siguiente) se entregó Hairo Brito Bello, alias El Jairo, quienes están
siendo investigados en torno a su participación en el intento de
fuga...”, dice la Policía.
Dos días después los tres fueron
libertados por una corte de San Cristóbal luego que los fiscales
retiraran la querella por falta de sustento probatorio.
Aún así la
Policía siguió la pista, y el pasado jueves a primera hora de la mañana
allanó una residencia en la calle Juan Goico Alix esquina Presidente
Vásquez del ensanche Ozama y apresó a Juan Diego Montero Estrella, alias
Diego Parrillada, y ocupó pertrechos y armas que pudieran estar
vinculadas a los sucesos de Najayo.
Al ser interrogado, Diego
Parrillada reveló que el asalto a la cárcel fue ejecutado por un tal
Miguel Ángel Rojas Alcántara, alias Tom, y otro sujeto a quien sólo
conoce por el nombre de Bastardo, ambos residentes en El Café, de
Herrera.
La investigación continuó. El mismo día la Policía allanó
un negocio de rent car en el kilómetro 22 de la autopista Duarte y
determinó que la yipeta utilizada en los hechos de Najayo fue rentada
allí por una mujer identificada como Rosa María Martínez, quien estaba
acompañada “de un hombre de unos 30 años de edad”.
Las autoridades
han recibido informaciones sobre el origen de las armas utilizadas para
el intento de fuga colectiva de la cárcel y la forma en que fueron
llevadas e ingresadas hasta caer en manos de los delincuentes. Esos
informes señalan que quien las introdujo al penal fue un individuo
identificado como “El Pastor” o “El Cojo”, que reside en el sector de
Herrera.
Sin embargo, la investigación descarta la posibilidad de
que dos pistolas y un Magnum 3.57 hayan podido ingresar a la cárcel sin
la connivencia de personal de vigilancia y seguridad del penal.
“Resulta
simplemente imposible introducir a la cárcel esas tres armas, el mismo
día y al mismo tiempo, sin que hubiera complicidad con personal de
seguridad de Najayo. Esas son algunas de las cosas que nos faltan por
determinar”, se reveló a La Tecla.
En términos personales, se
supo, el Presidente Danilo Medina está muy atento de este caso y
pendiente del giro que van tomando las investigaciones.
Por César Medina ;-
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