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miércoles, noviembre 19, 2014

CIDH en el banquillo

En los periódicos de América salió la información: “Corte condena sentencia”. Era la forma periodística de reseñar que la Corte Interamericana de los Derechos Humanos condenaba la sentencia del Tribunal Constitucional Dominicano que previamente restaba calidad legal a la CIDH para injerir en nuestra soberanía.
Este roce jurídico, este intercambio de conclusiones ha levantado una polvareda en el seno de la Organización de Estados Americanos. Invitaron al doctor Leonel Fernández para que hablara y su exposición develizó el drama.
El CIDH se extralimita, dijo el expresidente dominicano.
Hasta los haitianos presentes coincidieron con él.
Realmente los integrantes de este organismo autónomo de la OEA se han atribuido funciones extranacionales.
Funcionan bajo el parámetro del absurdo. La organización que le da cobijo a la CIDH es una asociación de buena voluntad, cuyos socios no están buscando tutelaje. Estos comisionados para vigilar el cumplimiento de los derechos humanos tienen ínfulas de súper presidentes.
Como el papel lo aguanta todo, en su reciente sentencia la CIDH borra de un plumazo nuestro Congreso Nacional, el Tribunal Constitucional, la Junta Central Electoral y la Dirección de Migración. Se otorgan la calidad para determinar quién es dominicano y quién no lo es. Hasta establecen los procedimientos para los fi nes.
Nuestra Constitución no existe. Pero hasta lo mucho Dios lo ve. Informaciones procedentes de Washington que indican que “la Organización de Estados Americanos enfrenta uno de sus peores momentos, sometido a cuestionamientos de varios países por su presunta parcialidad y traspaso de atribuciones”.
“Las críticas han llovido sobre la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), un órgano autónomo de la OEA, con sede en Washington, encargado de procesar denuncias de presuntas violaciones de los derechos humanos contra los Estados”.
República Dominicana no es la única que se queja. Varios países subrayan la parcialidad o extralimitación del organismo.
Lo que hizo Leonel Fernández fue ponerle punto a esa imposición que tiene la CIDH. Su exposición fue lúcida, transparente y creativa.
No es abandonar a su suerte la CIDH sino marcarle sus límites. Los estados tienen sus normas que reclaman respeto. La CIDH carece de competencia para gobernar las naciones del Continente.
La OEA, que es la sombrilla que protege y alimenta a la CIDH, ahora recibe críticas por la prepotencia de este organismo.
La sentencia del TC dominicano ha llegado a muchos países. El CIDH está en el banquillo de los acusados.
Por Alfredo Freites ;-

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