No es mayoritario, pero ya existe el Partido Revolucionario Moderno.
Nace con varias contradicciones de identidad, pero tendrán que vivir con
ellas.
Lo primero que su logo debió ser, era algo que vaya con
el nombre como un chip, pero no un símbolo de “está bien, te perdono la
vida”. Es un contrasentido que sea “moderno” el partido de los
jurásicos. El logo debió ser un mamut.
Esta agrupación nace con un
cambio de nombre, pero no de procedimientos. Siguen actuando como
perredeístas de viejo cuño. El pueblo dice que aunque se vista de seda,
mona se queda. Luis Abinader define al PRM como un “oasis de
democracia”, pero es de la boca para afuera. Los adláteres de Hipólito
Mejía tomaron el control sin que hubiera elecciones internas. Los hechos
contradicen las palabras.
La ideología del nuevo grupo es otra
contradicción. Ustedes no imaginan a Hipólito-Abinader haciendo causa
común con Evo Morales o los chavistas, ¿verdad que no? Pues el
representante de ese partido, el embajador del PRM, Cocuyo Báez, firmó
un convenio con el partido de gobierno de Bolivia que en su artículo
primero resalta “el carácter socialista progresista de ambos partidos”.
Esto no es una broma.
El flamante nombre es una distorsión de los
objetivos que se plantearon sus organizadores y ahora es objeto de burla
en las redes. Querían destacar que eran mayoría y los dejaron en
modernos. Todo el afán de querer seguir pareciéndose al PRD inadvierte
que las imitaciones no progresan.
Los modernistas en vez de hacer
planteamientos que vayan con su denominación de origen, se han
concentrado en un tema que los deja varados en el mismo punto que
estaban hace dos años. Siguen disputando por la candidatura
presidencial. Han movido un poco el eje del conflicto (en el PRD sólo
aspira Miguel Vargas Maldonado) mientras que en el PRM ya son varios.
Los
dirigentes del PRM, muchos que eran inorgánicos en el PRD, no acaban de
entender que para ganar una candidatura presidencial hay que fajarse a
trabajar. No es con titulares en los periódicos ni declaraciones de
televisión que se progresa sino atrayendo votos con labor por todos los
rincones. Tienen que estar presentes en cada punto de oración. Se están
creyendo sus propias mentiras. Juramentan como nuevos a los mismos
pepehachistas. Viven la contradicción entre ser y querer ser.
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