En agosto de 1986 Balaguer retornó a la
Presidencia con Carlos Morales Troncoso de vicepresidente, después de
ocho años fuera del poder y los reformistas “frenando en el aro”, como
decían entonces.
Nombró a Carlos Morales administrador del Consejo
Estatal del Azúcar, en adición a las funciones de Vicepresidente,
atendiendo a sus amplios conocimientos de la industria azucarera y a sus
vínculos con los enclaves del mercado norteamericano del azúcar a
través del Central Romana Corporation.
Como el gobierno estaba
comenzando y el Presidente quería caras nuevas en las instituciones--
sin fijarse en la propia, por supuesto--, pidió a Morales que
seleccionara a los mejores técnicos para que administraran los ingenios
del Estado sin politiquería y con el mayor nivel de eficiencia posible.
Pero
los reformistas de los pueblos influenciados por esos ingenios exigían
trabajar, los de Macorís, Boca Chica, Puerto Plata, Barahona, Haina, San
Cristóbal, San Luis, Bayaguana, Boyá, Monte Plata...
Los que se
fajaron para que Balaguer volviera entendían que los ingenios eran suyos
y que los administradores y los principales ejecutivos tenían que ser
ellos. Y así empezaron los conflictos...
El ingenio Boca Chica...
El ingenio Boca Chica siempre fue conflictivo; los gremios obreros estaban infiltrados por la izquierda más tradicional, a pesar de que con el regreso de Balaguer en 1986 no volvieron los métodos represivos que marcaron los 12 años de su gobierno anterior.
El ingenio Boca Chica siempre fue conflictivo; los gremios obreros estaban infiltrados por la izquierda más tradicional, a pesar de que con el regreso de Balaguer en 1986 no volvieron los métodos represivos que marcaron los 12 años de su gobierno anterior.
Por eso había que
llevar como administrador a una persona “de carácter” y con experiencia
gerencial que retornara al central azucarero sus tradicionales niveles
productivos.
Morales Troncoso hizo posible que el Central Romana
le cediera temporalmente a uno de sus mejores ejecutivos, y lo designó
en el cargo.
Desde que llegó aquello fue un tira y jala con los
reformistas que querían a uno de los suyos en el puesto, y varias veces
el propio Morales tuvo que intervenir para atenuar las constantes crisis
y amenazas de huelgas.
Al líder de los reformistas de Boca Chica
le apodaban “El Burro” y todos le conocían por ese apodo, a tal punto
que todavía hoy, casi 30 años después, nadie recuerda su nombre de pila,
ni en el Partido, ni en Boca Chica, ni en el ingenio...
¡...Y el burro habló!
Esto me lo contó Jimmy García Saviñón, que era el director de Inazúcar, y estaba presente...
Esto me lo contó Jimmy García Saviñón, que era el director de Inazúcar, y estaba presente...
Ocurrió
en la Celebración del Día de la Caña en el año 1987, que se llevó a
cabo con mucha pompa en un batey del ingenio Boca Chica, con la
presencia de Balaguer.
El acto comenzó con un abucheo inacabable al mencionarse el nombre del administrador...
-¡Sopla! ¿Y a quién fue eso...? Le preguntó socarronamente Balaguer a Morales que le quedaba al lado.
“Contra
el administrador, Presidente... Parece que hay turbulencia” -”Pues
amárrate el cinturón...”, le dijo Balaguer muerto de risa.
Aún en
medio de la rechifla el administrador dio un discurso bonito,
prometiendo solución a los problemas, apoyo a los trabajadores,
bonificaciones, regalías y bla bla bla...
Y de inmediato comenzó a
escucharse el coro: ¡Que hable el burro! ¡Que hable el burro! ¡Que
hable el burro! Haciéndose el loco --porque lo conocía muy bien- -,
Balaguer le preguntó a Morales: ¿Y quién es el burro? -Un jodón que hay
aquí, Presidente... que lo que quiere es joder el parto! “Pues que hable
el burro”, ordenó Balaguer. ¡Y el burro habló!
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