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martes, agosto 26, 2014

Hipólito y el proyecto H16

LA PELÍCULA.- Los perredeístas, entretenidos en vocear traidor a Miguel Vargas y acusar a Leonel Fernández de divisionista, han dejado pasar lo mejor de la película. Hipólito Mejía, atento a relajo, lleva protagonizada tres rupturas en el PRD. La del BIS de José Francisco Peña Gómez, la del  PRSD de Hatuey Decamps y ahora el  PRM de Luis Abinader.
Aunque el actor principal entonces fue el fenecido líder, no debe olvidarse que Mejía ocupó la presidencia de ese grupo político, luego dado en herencia. Decamps fundó su Partido del Toro para no quedare a la intemperie después que fuera vencido por la reelección de Mejía, que no aceptó circunstancia ni principio en su afán de reeditarse en el poder. Lo de ahora es más de lo mismo. Mejía, sin PRD, y queriendo volver al gobierno, no le queda otra que agenciarse una fuerza política que responda a sus propósitos. Esa necesidad, incluso, explica el intento de despojo de la Alianza Social Dominicana a su aliado fundamental Abinader. Lo importante para Mejía no es la  existencia del PRM, sino que sea instrumento de sus intereses políticos...
LA HISTORIA.- Mejía llegó a la política para quedarse, y si le faltaba escuela, ninguna mejor que el PRD, donde nadie se da de baja, ni se retira, y tampoco jubila. A los expresidentes cuando insisten se les considera jarrones chinos, pero a los dirigentes que crean dificultades, se les tiene como sillones viejos. Estorbos unos, fastidios otros. ¿Cómo dejar a Mejía fuera de competencia, si tiene más voluntad que un joven y en codicia política supera a sus iguales del PRD? Los perredeístas no se percatan todavía que Mejía es un fenómeno político, y lo que es peor, él mismo se cree un fenómeno, y actúa como fenómeno. La primera gesta de Mejía (ya olvidada) fue dirigir la campaña del 1998, en el Cibao, y honrar esa confianza con doce senadores. Desde entonces los éxitos políticos se multiplicaron, adentro y afuera, pues logró la candidatura con 74 por ciento y también la presidencia de la República, utilizando como táctica perfecta a Joaquín Balaguer. Quien sin más ni menos fue la verdadera fábrica de presidente. Como dirían en la calle “puso a Leonel, y puso a Hipólito”...
OBLICUO.- Cuentan en los círculos de los bien enterados que Mejía, cuando gente de alcurnia social y económica le pregunta en la intimidad qué va a pasar, responde sin rubor que apoyará a Abinader. Uhmm. A Abinader parece que le llegó la historia y en un primer momento la creyó, pues más o menos lo mismo le había dicho a él. Solo que hay que recordar la inteligencia del campesino dominicano, de lo que Mejía hace galas, y que es tanta, según una frase famosa, que puede llegar a Arzobispo. Lo que querría el expresidente si viniera el caso, y fuera cura. Pero por ahora, la jefatura del Estado. Quienes conocen de cerca a Mejía saben que no siempre va de frente, que se guarda algunas cartas, y no en la manga de la camisa, y se reserva uno que otro movimiento, pero no en el campo de juego. Y esas oblicuidades son sus mejores armas, pues con ellas ataca con disimulo. Con el “Hipólito me dijo” se puede hacer todo un manual político...
POR EJEMPLO.- Entre sus muchas  anécdotas se dice que una vez puso loco a más de un dirigente del PRD, o subordinado suyo en el gobierno, diciéndoles sin más ni más “tírate”. Esto es, que buscara la candidatura, dejando entrever que no iría y lo apoyaría. Muchos cayeron en ese gancho y jugaron bingo con las fichas de Mejía. Al final fue él quien recogió el premio. La idea era despistar, pero igual que se viera que ante un panorama tan desolado, estaba obligado a concurrir a las elecciones, pues los interpelados eran ñpolíticamente hablandoñ muertos en vida. Ahora anda en lo mismo. El H16, el proyecto propio, va más adelantado que el PRM, o por lo menos se sabe que fueron nombrados todos los coordinadores y que éstos están trabajando a jornadas completas, sin mirar hacia atrás ni entretenerse en chismes de patio. Mejía es el candidato, y la razón es muy sencilla. Consideran que él no puede regalar a Abinader los más de dos millones de votos que obtuvo en las pasadas elecciones. Y según su parecer, todos son de Mejía. El compañero de boleta fue un ornamento necesario, algo  decorativo. La apreciación es lamentable, pero la dicen en reuniones oficiosas, y de seguro que cuando la lucha entre en la etapa decisiva, se repetirá frente a las  cámaras y los micrófonos...
Por Orlando Gil;-
orlandogil@claro.net.do

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