Cuando el cadáver del Presidente Franklin
Delano Roosevelt llegaba de Georgia a Washington para recibir los
honores póstumos como jefe de Estado, un mendigo lloraba inconsolable en
el andén del tren y un periodista le preguntó si conocía al mandatario
recién fallecido:
“-Yo no lo conocía a él, pero él a mí sí...”
La frase adquiriría categoría de filosofía política en el escenario electoral norteamericano porque a partir de entonces los líderes comenzaron a valorar el voto ciudadano más allá de elegir al Presidente.
La frase adquiriría categoría de filosofía política en el escenario electoral norteamericano porque a partir de entonces los líderes comenzaron a valorar el voto ciudadano más allá de elegir al Presidente.
Roosevelt
es el más longevo Presidente estadounidense. Gobernó desde 1932 hasta
el 1944, y murió iniciando su cuarto período consecutivo, a punto de
concluir la Segunda Guerra Mundial con el triunfo de los aliados sobre
el Tercer Reich de la Alemania Nazi.
Es el único caso en que puede
decirse que la Constitución de los Estados Unidos tuvo que ser adecuada
a la necesidad de que un líder siga al frente del Estado por razón
circunstancial, independientemente de que ese líder tenía limitaciones
físicas y terminó en silla de ruedas.
Llegó al poder cuando
Estados Unidos aún no se reponía de la depresión de 1929, y menos de una
década después sólo su liderazgo y credibilidad hizo posible que su
pueblo asumiera la responsabilidad de entrar a la Segunda Guerra
Mundial, que dejó más de 60 millones de muertos y a media Europa
devastada.
Es un ejemplo de que a los presidentes los obligan las
circunstancias y que las limitaciones para seguir en el poder siempre
estarán determinadas por las exigencias de sus pueblos.
... Y entonces Danilo
Danilo Medina parece que está decidido a no correr por la reelección a pesar de los niveles de aceptación popular que le asignan las encuestas. Él tiene derecho a su tranquilidad familiar.
Danilo Medina parece que está decidido a no correr por la reelección a pesar de los niveles de aceptación popular que le asignan las encuestas. Él tiene derecho a su tranquilidad familiar.
Además de eso, se
argumentan razones de carácter éticas y morales para convencerlo de que
no debe lanzarse en procura de la reelección... ¿Pero cuál ética? ¿Cuál
moral?
La reelección no es ni ha sido nunca mala por sí misma
siempre que los pueblos tengan la facultad de votar libremente, sin
coacción de ningún tipo, atendiendo sólo a su intuición y sabiduría. La
limitación obligatoria de cuatro años para una gestión de gobierno es un
método aberrante y desfasado que debe ser erradicado de nuestra
Constitución...
Danilo Medina ha demostrado que es un Presidente
sencillo, correcto, humano, tolerante, decente, sabio, intuitivo e
identificado con los sectores más pobres de la sociedad... ¡Un
Presidente bueno!
¿Ha tenido la República Dominicana muchos presidentes con todas esas condiciones...? Obviamente que no...
¿...Y quién es que pierde?
Es verdad que los imprescindibles pueblan los cementerios... Pero también es verdad que los buenos presidentes no aparecen ni en los centros espiritistas. Y para inventar con aventuras locas, ya tiene el país ejemplos de sobra.
Es verdad que los imprescindibles pueblan los cementerios... Pero también es verdad que los buenos presidentes no aparecen ni en los centros espiritistas. Y para inventar con aventuras locas, ya tiene el país ejemplos de sobra.
Danilo debe postergar esa decisión que
evidentemente tiene tomada de no presentarse a las elecciones del
dieciséis, concertar a lo interno de su partido, convocar a todos los
sectores de la sociedad para que se expresen de forma espontánea y
sincera... Luego hacer lo que más convenga al país.
En casi todas
las democracias del mundo se le entrega al pueblo la facultad de elegir o
no a los presidentes repostulados. Si es malo, fuera... Esa historia la
conocemos.
Si Danilo es un buen Presidente, si la gente lo quiere, que le vote... Si no, que venga otro... Eso es democracia.
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